Visita de la canciller alemana a Washington

Obama y Merkel ponen en común su tono sobre Irán

En la visita a Washington de la canciller alemana, Ángela Merkel, los dos mandatarios de ambas potencias intentaron disimular los diferentes tonos, los distintos tratamientos, que han aplicado estas semanas ante la crisis iraní­. Sin embargo ahí­ están las hemerotecas para comprobar cómo mientras las potencias europeas -Alemania, pero también Francia o Reino Unido- han lanzado duras crí­ticas al régimen iraní­ y han secundado las denuncias de fraude electoral lanzadas por la oposición, la Casa Blanca ha respondido de forma mucho más comedida, y sólo ante el recrudecimiento de los disturbios en Teherán -y el aumento de la presión del Congreso norteamericano-, Obama ha endurecido su mensaje. Tal cosa ha empeorado las expectativas de diálogo con Ahmadinejad, que ayer exigió disculpas al presidente norteamericano. Pero la Casa Blanca, lejos de intentar volver a las formas suaves, parece preferir formar un frente diplomático con sus aliados europeos.

El residente de la superpotencia y la canciller de la principal potencia europea comparecieron ante las cámaras para lanzar un mensaje unificado y sólido: “Hablamos con una sola voz” –dijo Barack Obama ante la mirada de asentimiento de Ángela Merkel- “por el derecho del pueblo de Irán a expresar libremente su voluntad y en contra de la horrible violencia desplegada contra ellos”, y luego añadió: “Compartimos el criterio de que lo que ocurre en Irán es inaceptable y llamamos a su Gobierno a respetar los principios de la convivencia internacional". Después de que hablara su anfitrión, la canciller alemana quiso añadir que Alemania y EEUU colaborarán estrechamente en lograr que Irán no pueda tener armamento atómico “deseablemente a través de una solución diplomática", añadió. En esa palabra –“deseablemente”- hay un mundo.El tono inusualmente suave y prudente empleado por la diplomacia norteamericana subió varios peldaños tras el recrudecimiento de la violencia de los disturbios, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. Las críticas de Obama al régimen iraní no pasaron desapercibidas para Ahmadinejad, que ayer contraatacó con duras declaraciones: Usted quiere hablar con este tono? Si esa es su opinión ¿entonces de qué podemos hablar?”.El visible deterioro de las relaciones irano-estadounidenses no es nada bueno para los intereses norteamericanos, de ahí la tibieza inicial. Una vez que está claro que el correoso Ahmadinejad seguirá al frente de la República Islámica, EEUU no tiene más remedio que adoptar una solución pragmática, y conseguir la colaboración iraní en cuestiones tales como Afganistán, Irak o Palestina. Por no hablar de que un empeoramiento de las relaciones entre Teherán y Washington empujaría al líder iraní a posiciones cada vez más cerradas en lo que se refiere al programa nuclear, otro gran quebradero de cabeza para la superpotencia.Sin embargo, parece que Obama ha optado –al menos coyunturalmente- por fortalecer el frente anti-Teherán con el resto de las potencias europeas –empezando por Alemania, cabeza de Europa-. La Casa Blanca parece dar por hecho que el daño de las críticas declaraciones con el régimen de los ayatolás ya está hecho. “Ya se ha dado un paso atrás; para avanzar es mejor hacerlo en bloque, poniendo la postura en común. Teherán no debe advertir fisuras entre nosotros”, parece quiere decir el gesto. Y esto no sólo tiene sentido para Irán, sino para los poderes emergentes de Asia. La nueva línea internacional de Obama ha restaurado y fortalecido considerablemente el sistema de alianzas norteamericano, restableciendo las relaciones al más alto nivel entre Washington y las principales potencias europeas: Berlín y también París (Londres es un seguro mayordomo, no hace falta reforzar nada). Merkel y Obama no sólo hablaron de Irán. La próxima visita del presidente norteamericano a Rusia tiene el máximo interés para Berlín, que busca suavizar las relaciones entre Washington y Moscú. Alemania ha podido comprobar este último año –tras la crisis de Georgia- como un aumento de la tensión entre los dos países es respondido por el Kremlin tomando a Europa –y a Alemania- como rehén. Además, una mejora de las relaciones ruso-norteamericanas –le recordó la canciller a Obama- podría ser de gran utilidad para meter en vereda a los ayatolás, dada la relación preferente que en materia nuclear mantienen Rusia e Irán.Las palabras de Obama no pudieron ser más elogiosas. Ante las cámaras y los micrófonos –y también ante la mirada sonriente de la canciller- el presidente dijo: "Me gusta mucho Merkel", aseguró Obama. "Es inteligente, práctica y confío plenamente en lo que me dice. Es exactamente lo que uno puede querer como socio internacional".

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