Cómic

Obama y la autocensura

Algunos estadounidenses empiezan a notar espacios de falta de libertad a raí­z de la elección de Barack Obama. Son concretamente los dibujantes de los principales periódicos, que se encuentran en el punto de mira de determinados sectores de la población cada vez que intentan parodiar al nuevo presidente. El asunto se puso claramente encima de la mesa hace unas semanas, cuando el periódico «The New York Post» publicó una viñeta con un chimpancé abatido por los disparos de dos policí­as, uno de los cuales decí­a: «Tendrán que buscar a algún otro para que redacte la próxima ley de estí­mulo».

El eriódico pertenece al magnate de la comunicación Ruppert Murdoch, y su sede se vio de pronto rodeada por una concentración de activistas de la comunidad negra, que se habían sentido insultados al entender que el chimpancé era el propio presidente. Es completamente denunciable, por intolerable, simplón y de mal gusto, centrar la parodia de Obama en su origen racial. Pero también son extremadamente perjudiciales las actitudes de constante vigilancia y censura a las que están siendo sometidos los mejores profesionales del humor gráfico americano.El arte de la caricatura conlleva desde su origen la exageración de los rasgos físicos más característicos con el objetivo de reflejar el carácter del personaje. Sin embargo, en el caso de la comunidad negra, esta circunstancia esta siendo constantemente relacionada con la ridiculización de los rasgos físicos de todos y cada uno de los afroamericanos. El dibujante Lalo Alcaraz experimento un rechazo de este tipo al dibujar a Clinton y Bush en una conferencia. Al llegarle el turno a Obama una alumna negra salto de su asiento para advertirle agresivamente al artista que “esos labios eran demasiado grandes”, y se vio obligado a rectificarlos.Ted Rall, presidente de la Asociación Americana de Dibujantes Editoriales admite que se sienten obligados a actuar con pies de plomo, y las constantes malas interpretaciones de sus trabajos están de algún modo cohibiendo indirectamente su libertad de expresión. En las peores circunstancias se encuentran los dibujantes más críticos con Obama, como Mike Lester que insiste en que sus críticas hacia el presidente “no tienen nada que ver con su raza. La comunidad negra no acepta que se hagan bromas sobre ella. Todos deberíamos saber encajar los chistes”.Es sumamente importante que el trabajo crítico de estos dibujantes sea respetuoso con la historia de su país, y sobre todo con los que más duramente la han sufrido. Pero es igual de perjudicial hacer aflorar un nuevo modelo de fanatismo racial, que reprima unas de las medicinas más sanas en cualquier país democrático, la sátira y la ironía.

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