Recomendó luego que Armenios y turcos «encaren los hechos de ese pasado como parte de sus esfuerzos para avanzar», en alusión a las negociaciones para encarar un mapa de ruta que permita la reanudación de los vínculos diplomáticos binacionales. Turquía, además, mantiene cerradas las fronteras desde 1993 en solidaridad con su aliado Azerbaijan. La razón fue la guerra librada con Armenia que recuperó el dominio del enclave de Nagorno Karabaj.
El residente norteamericano Barack Obama respaldó ayer la denuncia por la masacre de «1.5 millones de armenios» a manos del Imperio Otomano. De ese modo modificó la actitud negacionista permanente sobre esa tragedia que caracterizó a su antecesor George W. Bush. Turquía aún hoy no reconoce ese episodio, niega que hayan muerto 1,5 millones de personas y no tiene relaciones diplomáticas con Armenia.El mandatario lo hizo al conmemorarse el 24 de abril el 94 aniversario del holocausto de ese pueblo. Pero Obama no usó la palabra genocidio con lo que traicionó una pública promesa que había formulada en plena campaña electoral cuando aseguró que de llegar a la Casa Blanca llamaría de ese modo a lo que en la práctica fue el primer genocidio del Siglo XX.»Hace 94 años comenzó una de las mayores atrocidades del siglo veinte. Cada año debemos recordar al millón y medio de armenios que fueron masacrados o enviados a su muerte en los días finales del Imperio Otomano», dijo Obama en un comunicado.Recomendó luego que Armenios y turcos «encaren los hechos de ese pasado como parte de sus esfuerzos para avanzar», en alusión a las negociaciones para encarar un mapa de ruta que permita la reanudación de los vínculos diplomáticos binacionales. Turquía, además, mantiene cerradas las fronteras desde 1993 en solidaridad con su aliado Azerbaijan. La razón fue la guerra librada con Armenia que recuperó el dominio del enclave de Nagorno Karabaj. Aunque Obama se cuidó de emplear el término «genocidio», sí que se refirió a los sucesos de 1915 como una de las «grandes atrocidades del siglo XX».Una referencia que el presidente turco, Abdullá Gül, aseguró hoy no compartir, al criticar que el presidente estadounidenses no mencionará a los «cientos de miles de turcos que también perdieron su vida» en aquellos acontecimientos. Junto a las críticas de Gül, el Ministerio de Asuntos Exteriores turco emitió hoy un comunicado en el que calificó de «inaceptables» varias de las opiniones e interpretaciones históricas expresadas por Obama. «La evaluación de la historia común de Turquía y Armenia sólo puede ser hecha desde la base de la neutralidad y de los datos científicos», se indica en el comunicado turco. La nota sí califica como positivas las referencias hechas por Obama al proceso de acercamiento diplomático entre Ankara y Ereván. En su discurso de ayer, Obama recordó al «millón y medio de armenios que fueron masacrados o marcharon hacia la muerte en los días finales del Imperio Otomano». Aunque no calificó los hechos de «genocidio», como sí hizo cuando era aún candidato a la Presidencia de EEUU, Obama aseguró que su visión de la Historia «no ha cambiado». El mandatario estadounidense aplaudió los esfuerzos hechos por Turquía y Armenia para mejorar sus relaciones y superar su pasado. De hecho, ambos países han diseñado un plan de trabajo en cinco etapas con el objetivo de reabrir las fronteras y restablecer las relaciones comerciales y diplomáticas.Turquía rechaza reconocer el término genocidio, al afirmar que entre 300.000 y 500.000 armenios e igual cantidad de turcos murieron cuando los armenios se alzaron en armas y se aliaron con las tropas invasoras rusas en la Primera Guerra Mundial.Tras quince años sin relaciones diplomáticas, Turquía y Armenia anunciaron ayer haber acordado un plan gradual para establecer vínculos diplomáticos y reabrir su frontera común.Una ratificación de la condena desde la Casa Blanca sólo contribuiría a dinamitar las estrechas relaciones entre Washington y el único país musulmán de la OTAN. En Turquía, cualquier referencia al genocidio armenio puede ser perseguida como delito.Un diplomático occidental en Yereván precisó que el acuerdo sobre reapertura de fronteras se pondrá en marcha gradualmente en cuestión de «semanas o meses». Armenia y Turquía se han comprometido también a crear una comisión de historiadores para que analicen las matanzas ocurridas en 1915.Ankara se ha apresurado a tender la mano a Yereván ante la mediación de EE UU, pero teme perder ahora el apoyo de Azerbaiyán, su aliado histórico en el Cáucaso y un país rico en yacimientos de gas y petróleo. El Gobierno turco cerró las fronteras con Armenia tras la intervención de fuerzas de Yereván en Nagorno-Karabaj, un enclave en Azerbaiyán, para apoyar a los separatistas armenios alzados en armas.La clausura de las fronteras ha supuesto un embargo económico en toda regla para Armenia, que ha quedado privada de su vía comercial natural hacia Europa. «La reapertura de la frontera [turco-armenia] puede desatar nuevas tensiones en la región y afectar seriamente a nuestros intereses», advirtió ayer en Bakú un portavoz del Ministerio de Exteriores azerbaiyano.Azerbaiyán se ha convertido en una de las principales alternativas a Rusia a la hora de suministrar energía a los países de la UE a través de la red de oleoductos de Turquía. También está previsto que el gasoducto Nabucco conecte a partir de 2014 los grandes yacimientos de gas del mar Caspio con Europa Occidental a través de Anatolia.El camino elegido por la nueva administración Obama y su política de «poder blando», es un giro completo al enfoque de EE UU en la zona. Turquía que mantuvo una posición cautelosa ante el conflicto de Georgia, en un gradual acercamiento a Rusia el año pasado y que veía en la ampliación de la OTAN una amenaza a sus intereses sobre el dominio exclusivo de la mar Negro y El Caucaso entre Turquía y Rusia.Las constantes presiones de la administración Bush para imponer sanciones a Irán y aislarlo. Llegaron en 2007 a un punto álgido de conflicto con Ankara por la maniobra de EE UU en el área de influencia Turca en Asia Central Washington firmando un acuerdo con Azerbayán por el que, bajo la justificación de un diálogo sobre la seguridad energética de la región, se perseguía el objetivo de obstaculizar las exportaciones de gas y petróleo de Irán y Rusia.Bajo esa argumentación, Turquía, que es además el cuarto receptor mundial de ayuda militar estadounidense, se veía obligada a renunciar a una de sus dos principales fuentes de aprovisionamiento energético, Irán, y a no aumentar sus compras a la otra, Rusia.Su única opción pasaba por la compra del gas azerí y permitir las construcciones de un nuevo gaseoducto por la ciudad noreste de Erzurum y una tubería de distribución, denominada Nabucco, que llevará el gas del Mar Caspio a Bulgaria, Rumania, Hungría y Austria. Con la escusa de la independencia energética de Rusia por parte de Europa.Ahora la creciente influencia de Turquia en Asia Central es necesaria para la estrategia de EE UU, sobre todo en su principal frente Afganistán. Las nuevas rutas de abastecimiento para las tropas de la OTAN en este país. La búsqueda de un entendimiento con Irán para involucrarlo en la estrategia Afpak y su coalición internacional antitalibán. La colaboración de Turquía en la estabilidad de Irak ante la retirada de las tropas de EE UU, son las cuestiones principales para cooptar a Ankara.La nueva diplomacia inteligente de Obama, trata de encajar las relaciones entre Armenia y Turquía, en un difícil encaje de bolillos. La resolución del congreso de EE UU en 2007, apoyando la cuestión del genocidio armenio provoco, un conflicto diplomático con Ankara. Turquía amenazo con retirar su apoyo logístico a la guerra de Irak. Dicho conflicto obligo a EE UU a enterrar la resolución.