La Casa Blanca obligada a apoyar a Zelaya

Obama ante el brete de Honduras

Obama está en un brete. El Golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya -un personaje al que su cercaní­a con las corrientes bolivarianas no generan precisamente simpatí­a en el Departamento de Estado- representa para la Casa Blanca un doble dolor de cabeza.

Por un lado, son cada vez más claros los indicios de que si bien Washington está –como no odía ser de otra manera- detrás de la asonada, no son los sectores de la `línea Obama´ los que han ingeniado e impulsado el golpe, sino los sectores de la oligarquía y aparatos de Estado alineados tras la línea Bush-Cheney, que buscan socavar la actual política para Hispanoamérica de la Casa Blanca. La estrategia de Obama para minar el ascenso de la influencia de los gobiernos independientes y bolivarianos se basa –frente a la mano dura de Bush- en intentar cooptar a los gobiernos del Frente más alejados ideológicamente de Caracas –Brasil, Argentina- socavando así la influencia de Venezuela, pero evitando el choque frontal que dé munición a las soflamas antinorteamericanas de Chávez. Esta línea es interpretada por los sectores más duros y reaccionarios del hegemonismo como una humillante mano blanda impropia del que debería imponer sus intereses en su patio trasero. Por otra parte, la rápida y contundente respuesta del Frente Antihegemonista latinoamericano –encabezado por el gobierno de Venezuela denunciando la mano estadounidense- amenaza con catapultar la influencia y el prestigio de las corrientes bolivarianas en todo el continente, dotando de más impulso del que ya tienen en todos y cada uno de los países. Para la Casa Blanca –y así se puede ver por los climas de opinión abrumadoramente mayoritarios que podemos ver en todos los medios de comunicación- es prioritario “despejar cualquier sospecha de que pueda estar involucrada en el golpe” y que “Venezuela no aproveche esta crisis para extender su poder y su influencia”, como dice hoy el periódico El País.Obama, pues está agobiado a izquierda y derecha. Restituir a Zelaya con un respaldo claro estadounidense parece la menos mala de las opciones, dada la situación. Eso calmaría los ánimos, restauraría en alguna medida las “formas diferentes” y la fachada “post-imperial” que tan esmeradamente Obama se ha creado y dejaría sin munición de grueso calibre a Chávez y compañía -obstinados según El País en mantener con vida las obsoletas “teorías sobre la mano negra de EE UU en América Latina.”- Pero si hace esto (como parece que va a hacer) tendrá que pagar un tributo ante los `neocón´ -como Cheney o el Wall Street Journal, que han apoyado el golpe- que se lanzarán inmisericordemente contra él acusándole de dar alas a los enemigos populistas, y de traicionar a los que no querían más que devolver a Honduras al sitio que le corresponde: al redil norteamericano. El más desalentador de los mensajes para todos los golpistas de metralleta o de terciopelo que todavía medran en las cloacas y en los despachos de la América Latina.

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