Los retos del nuevo presidente de EEUU

Obama ad portas

«Después de jurar su cargo, le ofrecerán un almuerzo. Y cuando todo haya terminado, entra´rá en el Despacho Oval. Entonces habrá un momento en el que todas las responsabilidades de la presidencia caerán de pronto sobre sus hombros», Así­ describí­a Bush el momento que vivirá mañana Barack Obama cuando sea investido 44 presidente de los EEUU. ¿Cuáles serán los retos a los que el nuevo inquilino de la Casa Blanca deberá hacer frente?

La mayoría de los medios hablan hoy de los desafíos a los que se tendrá que enfrentar mañana Barack Obama desués de una jura del cargo que se prevee un auténtico baño de masas –se anuncia que hasta dos millones de personas asistirán al desfile y el acto en las puertas del Capitolio- Razones no faltan. Obama, uno de los presidentes más populares de la historia reciente de EEUU es el primer presidente negro, y llega con un ansiado mensaje de cambio. Cientos de millones de personas esperan mucho de Obama. Y además recibirá el cargo de manos de George W. Bush, el presidente más odiado después de Nixon. Todo promete una escena digna de Holliwood. Al final el bien triunfa.La enorme popularidad de Barack Obama ha hecho que no pocos medios lo hayan comparado con el malogrado J.F.Kennedy y aún con Franklin Delano Roosevelt. Así que comparemos.Al igual que Roosvevelt, que tuvo que pilotar la primera potencia mundial en los difíciles años 30 y la entrada de EEUU en la II Guerra mundial –de la que saldría convertida en superpotencia-, Obama tiene que enfrentarse a un cataclismo financiero que ha removido los cimientos del capitalismo monopolista mundial, y que obliga a que la economía norteamericana tenga que acometer profundos cambios. Al igual que Roosevelt, Obama está llamado a proceder a un enorme proceso de concentración monopolista, utilizando –como en los años 30- el enorme poder del Estado norteamericano para ello. La no intervención del Estado en la economía –máxima cacareada hipócritamente por todos los teóricos del neoliberalismo- no es ahora una opción (en realidad eso nunca ha existido). Como hizo Roosevelt y como ya ha hecho Bush, Obama está llamado a decretar que grupos monopolistas habrán de salvarse y cuáles habrán de ser inmolados para que los devoren los antropófagos. Y al igual que tras la crisis del 29, las privilegiadas conexiones con el poder político de unos grupos monopolistas respecto a otros decidirá si caesar Obama alza su pulgar hacia arriba o lo lanza hacia abajo. Y al igual que Roosevelt –representado en el imaginario colectivo de los estadounidenses como aquel afable y paternal ancianito que pronunciaba largos discursos de esperanza y esfuerzo al calor de una hoguera-, Barack Obama –el joven presidente, la esperanza negra de América- deberá atender que la crisis no provoque un estallido social. Ante la acción despiadada de los monopolios, que al igual que en los años 30 van a descargar todo el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores, aumentando la miseria y la opresión que ya padecen amplios sectores del pueblo norteamericano, el gobierno de Obama está llamado a inventarse un nuevo “New Deal”, que ponga un ungüento analgésico a los indefensos mientras fortalece a los violadores colectivos de EEUU y del mundo. vY en efecto, Obama ha anunciado la creación de entre tres y cuatro millones de puestos de trabajo con un plan de infraestructuras públicas, y ya ha declarado que después de la economía, la otra prioridad en el frente interno será crear un sistema de seguridad social. Aunque no todos comparten ese afán comparador. "Los que intentan aferrarse a comparaciones con el siglo XX van a sentirse decepcionados y frustrados con el nuevo Gobierno, porque la política estadounidense tradicional ya no cabe en las antiguas casillas, ni tampoco Obama. Para bien o para mal va a tener que encontrar nuevas fórmulas", decía a la revista New York Magazine, el analista demócrata Simon Rosenberg. Y también tiene razón. El viejo Roosevelt cogió una vigorosa potencia mundial en ascenso. El joven Obama toma en sus manos una todavía poderosa potencia, pero embarcada en un proceso de acelerado declive.Por eso es especialmente hueco el mensaje cruzado que encontramos hoy en los periódicos: que la prioridad de Obama será “la economía, la economía y la economía”. Pero ¿qué es EEUU, una tienda, una alcaldía… o la única superpotencia planetaria?. Por importante que sea pilotar la crisis, la prioridad de Obama es la política exterior. La obsesión de Obama -al igual que la de sus predecesores desde Roosevelt- es cómo conseguir que EEUU siga conservando la hegemonía mundial durante las próximas décadas, cómo impedir que ninguna potencia o grupo de potencias cuestione el dominio global de la superpotencia. Ese será el peso que caerá sobre sus espaldas cuando se siente en el Despacho Oval.

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