Iberdrola niega la entrada a ACS en el consejo de administración de la eléctrica

Nuevo combate, misma guerra

La feroz pugna de ACS, la constructora presidida por Florentino Pérez, por entrar en el consejo de administración de Iberdrola es una nueva batalla de una guerra desatada en las alturas de la oligarquí­a española. Hace unos dí­as, Botí­n desataba las hostilidades al lanzar una «supercuenta» que busca arrebatar clientes y cuota de mercado a sus competidores. Ahora, la pugna sobre los blindajes en los consejos de administración puede decidir el futuro de Iberdrola y Repsol, dos de los principales monopolios. ¿Quién acabará pescando más peces en un rí­o cada vez más revuelto?

Todo comenzó con la reforma de los blindajes ausiciada por el PSOE. Se pretende modificar la Ley de Sociedades Anónimas para eliminar las limitaciones del derecho de voto en las empresas -es decir, un sillón en el consejo de administración- fijada en algunas -como Iberdrola, Repsol o Telefónica- en el 10% del capital. Esta limitación impedía tomar el control del consejo contra la voluntad de los accionistas tradicionales. La reforma fue bautizada como “enmienda Florentino” porque parecía hecha a la medida de ACS, principal accionista de Iberdrola, con un 12%, pero sin un sillón en el consejo por el persistente veto levantado por el presidente de la eléctrica, Ignacio Sánchez Galán.¿Pero tanto poder ha acumulado Florentino Pérez, como para obligar al gobierno a promulgar una ley ajustada ad hoc a sus ambiciones?No, detrás de Florentino Pérez hay personajes más importantes. El presidente del Real Madrid es el gestor de ACS, pero sus propietarios son los March, una histórica familia oligárquica aliada en todos sus últimos pasos con Emilio Botín.El presidente del Santander fue quien permitió a ACS entrar en la batalla eléctrica, vendiéndole su participación en Unión Fenosa.Y cuando aparece Botín, quiere decir que algo importante está en juego.Al calor de la crisis, empieza a dibujarse una batalla que puede acabar rediseñando las jerarquías en el seno de la oligarquía, a través de un nuevo proceso de concentración.Una guerra donde Botín ha golpeado primero, pero que puede dejar sorprendentes “daños colaterales”.Los últimos episodios de la batalla eléctrica, acabaron entregando Endesa al control de la italiana Enel, y abriendo la puerta para que también Repsol cayera en manos extranjeras. Un panorama que ha intensificado la dependencia energética que lastra la economía española.¿Qué va a suceder ahora que las baterías se dirigen a Iberdrola?

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