El estallido de la crisis ha abierto las fauces de las pesadillas del capitalismo, poniendo fin a la «narcotización» extendida durante los años de bonanza. Y los sectores más inquietos han vuelto la mirada hacia el marxismo, tantas veces dado por muerto y tantas veces renacido, en busca de una respuesta. Para sorpresa de muchos y disgusto de algunos, los libros de Marx se han convertido en auténticos best-sellers. Y precisamente por eso, hoy conviene más que nunca diferenciar el grano de la paja en lo que se nos presenta como marxismo. Estos días hemos asistido al XVIII congreso del PCE, donde su nuevo secretario general, Jose Luis Centella, ha reivindicado «la vigencia de la lucha por el socialismo». Mientras en varios países europeos contemplamos el auge de diferentes formaciones autopresentadas bajo el nombre común de «izquierda anticapitalista». ¿Qué nos proponen como línea? ¿En qué consisten esas «nuevas recetas» que pretenden «actualizar el marxismo»? ¿Son grano o son paja?
¿Nuevas recetas o viejas traiciones? En varios aíses europeos ha despegado una “nueva izquierda”, surgida desde el seno de los movimientos sociales, especialmente de la lucha antiglobalización.En Alemania, Die Linke ha obtenido el 11,9% de los sufragios y 76 diputados en el Bundestag. En Portugal, el Bloque de Izquierda ha alcanzado un 9,85% y ha doblado su representación parlamentaria con 16 diputados. En Francia, el Nuevo Partido Anticapitalista tiene una intención de voto del 10%.Este movimiento se tradujo en España en Izquierda Anticapitalista (IA), una escisión de IU que se presentó a las elecciones europeas defendiendo “un cambio radical del sistema”.¿Pero en qué consiste ese “cambio”? ¿Es tan “radical” como parece?Esther Vivas, cabeza de lista de IA en las europeas, concentra el “cuestionamiento del capitalismo” en una nueva bandera: “el decrecimiento”.Para Vivas no hay que crecer, sino decrecer, y la nueva izquierda debe basarse en “una crítica radical al actual modelo productivista en un contexto de crisis ecológica global, donde es necesario avanzar hacia un consumo responsable”.¿Alguien puede explicar a los casi cinco millones de parados que debemos “decrecer todavía mas”? ¿O convencer al 60% de familias que tienen problemas para llegar a fin de mes que deben promover “un consumo responsable”?¿Cómo es posible que la izquierda “más radical” presente estas propuestas como centro de un programa “anticapitalista”?Al “otro lado de la izquierda”, el dirigente del PCE, Willy Meyer, declaraba recientemente que “hay quien piensa que Marx es un manual, y no lo es. Es un método y hay que actualizarlo. El mundo evoluciona y surgen nuevos problemas para los que Marx no tenía respuesta: el feminismo, la ecología…”.El documento aprobado en el último congreso del PCE se posiciona porque “la lucha contra el capitalismo” necesita de “una organización que de una manera colectiva estudie y analice los porqués, buscando sus causas y que incorpore conocimientos y saberes al movimiento emancipador, que beba del marxismo, de las valiosas experiencias del movimiento obrero, así como de todas aquellas luchas que se realizan por la libertad, la igualdad, la dignidad a la vez que concreta respuestas (…) Un partido internacionalista, solidario, que busca la colaboración de los pueblos y defiende la paz, un partido de clase y que como tal afronta las cuestiones ecológicas, climáticas, de producción económica, culturales y de crisis de civilización en su conjunto”. ¿Es esto una “actualización del marxismo”… o una completa subversión de sus puntos nodulares?Siguiendo a Lenin, el marxismo es una ideología (la ideología comunista), una filosofía (el materialismo dialéctico) y una ciencia (el materialismo histórico). Y por ello es la herramienta de transformación social más poderosa que hayan dispuesto jamás las clases explotadas y oprimidas.Pero para los dirigentes del PCE, el marxismo queda reducido a “un método” que apenas sirve para “analizar el sistema capitalista”. Y que, como cualquier método, “es necesario actualizar”, incorporando “aquellos problemas para los que Marx no tenía respuesta”, como el feminismo o la ecología.Y es aquí donde se abre un abismo entre el marxismo y la mercancía defectuosa que intentan malvendernos la dirección del PCE.¿Qué es luchar contra el capitalismo? ¿Cuál debe ser el programa de una izquierda realmente “anticapitalista”? El marxismo, a través de la ciencia del proletariado, el materialismo histórico, nos desvela la sustancia del modo de producción capitalista, las leyes que lo rigen. Señala cómo la explotación capitalista consiste en la apropiación espúrea de millones de horas de vida y de trabajo -la plusvalía- por parte del capital. Y como, sobre ese robo legalizado, se construye el dominio político de la burguesía.El norte revolucionario es, por tanto, el cuestionamiento de raíz de la explotación capitalista y el dominio de clase de la burguesía.¿Cuál es la posición del PCE sobre el objetivo que debe perseguir una organización revolucionaria? Francisco Frutos se despidió de su cargo como secretario general del PCE afirmando que “hemos pensado que el marxismo tenía las verdades universales para siempre”, negándose a “aceptar esta visión dogmática” y remachando que “el partido no está en eso desde hace mucho tiempo”.Ya no es posible, según Frutos, concebir que el marxismo es capaz de desvelar las leyes universales -”para siempre”- que sostienen el modo de producción capitalista. Ahora sólo es posible “conocer la realidad y hacer propuestas”.Bajo esta bandera “antidogmática”, los dirigentes del PCE nos venden que “ya no es posible hablar de la plusvalía o la explotación capitalista como en el Manchester del siglo XIX”. Para ellos, el capitalismo “ha cambiado”, y es necesario “actualizar el marxismo”… en el sentido de esconder y diluir la plusvalía -la explotación- como piedra angular que sostiene todo el edificio del capitalismo.Abandonado el objetivo histórico por el que ha luchado el proletariado -acabar con la explotación capitalista- los “actualizadores del marxismo” sitúan el norte en “la lucha por la igualdad” o el combate “a todas las injerencias del capitalismo”. ¿Qué “injerencias del capitalismo” hay que combatir? Todas, sin jerarquía, orden ni concierto. Lo mismo da si se trata de la lucha por mejoras salariales, contra el maltrato a los animales, contra la energía nuclear, por el carril-bici,… Todo está a mismo nivel para ellos, todo entra en el mismo “saco de reivindicaciones” que constituye su programa máximo de lucha. Programa que recoge y en el que caben cientos de “causas”: todo aquello que luche contra todas las manifestaciones del capitalismo, contra todas sus injerencias. En eso consiste para ellos la contradicción principal del capitalismo: en que es una injerencia permanente contra los intereses y los deseos de las personas. En consecuencia, luchar contra la explotación capitalista es levantar ese saco de reivindicaciones que se dirigen contra todas las manifestaciones de la opresión y la explotación. Lo contrario, es puro dogmatismo, “pensar que Marx es un manual”.Este es el contenido de las “nuevas teorías” de la autodenominada “izquierda anticapitalista”. “Actualizar el marxismo” para orientar a los luchadores y revolucionarios hacia el combate a las manifestaciones más externas de la opresión, dejando intacto, sin cuestionar, el corazón de la explotación capitalista.