El precio del petróleo cae, pero las gasolinas suben de precio

Nuestro ví­a crucis: Repsol, Cepsa y BP

En las anteriores dos semanas y media, el Brent (que sirve de indicador para fijar los precios de las gasolinas) ha bajado. El barril cotizaba a 54 dólares el pasado 23 de marzo y el 9 de abril cerró en 53 dólares. En las vacaciones del verano pasado, el precio del petróleo cayó un 19%. Pero las gasolinas sólo bajaron un 5% de media, un periodo que coincidí­a con el comienzo de la segunda salida del verano de 2008.

Lo lógico sería que el incremento -o descenso- en el recio del crudo y la gasolina coincidieran. Pero bajo ningún concepto o periodo esto es así. Desde el inicio del 2009 la gasolina 95 ha subido un 14,4% de media, mientras el petróleo se ha encarecido en torno al 12%. Pero no es sólo un incremento coyuntural iniciadas las vacaciones ¡Ojala sólo fuera esto! Si ampliamos los meses de este balance, aparece la verdadera magnitud del atraco monopolista. El petróleo se ha abaratado un 49,7% desde marzo del año pasado, sin embargo la gasolina lo ha hecho sólo en un 19,4% y el gasóleo cuesta únicamente un 27,2% menos. Baja el precio del petróleo, pero no se traslada al precio de la gasolina. Pero al contrario, en los períodos en los que el precio del petróleo se ha disparado, el incremento a las gasolinas es inmediato y superior. ¿Cómo pueden darse estos vaivenes en el precio de los carburantes? ¿No se supone que por la ley del mercado y la libre competencia deberían bajar los precios de las gasolinas al bajar los del crudo? El problema es que no hay, no existe, el libre mercado, sino pactos intermonopolistas para mantener altos los precios de los carburantes. No compiten ofreciendo mejores precios, sino que los pactan entre ellos. Repsol, Cepsa y BP, conjuntamente controlan más del 80% de las gasolineras del país, son ellos quienes han elevado los precios de los combustibles en torno al 4% en Semana Santa. No se trata de ninguna casualidad que sea un incremento simultaneo y justo de 4 puntos. Es la muestra de un régimen de precios pactado por estos monopolios para multiplicar sus beneficios y hecho a plena luz del día; se saben absolutamente impunes. El 90% de los contratos de las gasolineras son impuestos por las grandes petroleras con una cláusula de exclusividad, de manera que las pequeñas gasolineras sólo pueden comprarles a ellos y vender a los precios que las petroleras deciden. Como explica la Unión de Consumidores Españoles “la cuestión es la ausencia de competencia en el sector”. Mientras, el gobierno, con sus instituciones como la Comisión Nacional de la Energía o la Comisión de Defensa de la Competencia, es cómplice (es el gobierno de los monopolios) de este atraco a mano armada. Al igual que en el precio de los alimentos (también dominados por un puñado de multinacionales alimentarias) el gobierno se justifica diciendo que “no puede intervenir” porque iría contra la “libre competencia”. Pero ¿de qué libre competencia hablan? ¿qué es esta tomadura de pelo?

Deja una respuesta