El eserado estreno de Rec2 y Ágora viene acompañado en la agenda por la polémica viva de la nueva orden ministerial que regula las subvenciones públicas a las películas españolas. Profesionales de reconocido prestigio como David Trueba o la recientemente elegida vicepresidenta de la Academia del Cine se han manifestado en contra advirtiendo de la terrible monopolización que va a sufrir el sector. Más de lo que ya estaba. A esto se le ha de sumar la losa ya histórica que supone el control de las majors norteamericanas sobre la distribución cinematográfica en España. Pero desde el mundo de la cultura hemos de ser valientes para afrontar cuáles son los dogales que constriñen nuestro cine, que parece no encontrar “su faro”. Para eso han de sacarse conclusiones de las producciones españolas que han tenido más éxito. En primer lugar siempre Almodóvar. La maestría del director manchego está ya suficientemente avalada, no sólo por el historial de galardones, sino por los propios terremotos que provocan cada una de sus producciones. O se le ama, o se le odia. Y es que nuestro más representativo director nunca deja indiferente. Y esto es porque siempre ofrece el corazón de las más profundas pasiones, deseos y odios, contraponiendo dos mundos que recrea de forma magistral: el amor de pastiche frente al amor que quema, la muerte como espectáculo frente al espectáculo de la muerte… En los últimos años han aparecido también una línea de producciones que buscan rebelarse ante el dominio de las majors. Y no económicamente como ha hecho Amenábar – algo que está al alcance de muy pocos -, sino utilizando armas cinematográficas y formulas de éxito, como el cine de terror, los enredos de parodia universitaria, vive deprisa y muere joven, que aunque no sean nuevos en el cine español – el cine de terror tiene en España una magnífica escuela – si han sido reformulados desde un lenguaje propio, nuestro y de huella fresca, pegado a los problemas y la realidad que vive la gente. No es casualidad que buena parte de los directores y actores de estas producciones vengan del mundo de las series televisivas que tanto éxito están teniendo. A parte de ser la película más cara de la historia del cine español precisamente Ágora se mete de lleno en un complejo sistema de interrogantes que giran en torno al corazón histórico de la actualidad: la crisis. Siendo una película que transcurre en los “últimos días” del Imperio Romano, se enfrenta a contradicciones profundamente vivas. La valoración sobre las respuestas que da corresponden más al análisis que se ofrece en las páginas siguientes. Pero ser valientes significa enfrentar lo qué hay que rectificar, como contestaba Pedro Pérez, presidente de la Federación de Productoras Independientes en una reciente entrevista para esta casa sobre los problemas del cine español: “Honestamente algo falla, quien diga lo contrario miente. Tenemos una de las industrias de cine más creativas con respecto a otros países y la cuota de mercado está muy por debajo de lo satisfactorio”. Otra película nos pone sobre la pista: “El secreto de sus ojos”, del director argentino Juan José Campanella – “El hijo de la novia” – es la candidata a los Oscars del cine argentino. Defender lo que es justo sin importar las consecuencias: la película aborda una compleja trama de conflictos de mucha hondura que conmociona solo el hecho de enfrentarse a ellos. El productor es español, Gerardo Herrero, fundador de Tornasol films y un firme defensor del cine iberoamericano. Tratar temas de hondura que concentren el papel transformador y revulsivo que debe tener el cine, y aunar fuerzas desde la colaboración mutua, construyendo una plataforma cultural hispana. Este debe ser nuestro “Faro de Alejandría”.