Merkel y Sarkozy apoyan a Barroso pero le exigen un programa

No todos son VIP en el club

La debacle de la socialdemocracia en las elecciones del último fí­n de semana ha dejado el camino expedito al candidato de los conservadores a presidente de la Comisión Europea, Durí£o Barroso. Pero llegar -en este caso para continuar- en tan alto puesto, se necesita del plácet de las dos grandes potencias europeas: Alemania y Francia. Y tal respaldo ha llegado. Merkel y Sarkozy -cuya relación, otras veces tirante, parece haber mejorado sensiblemente-, reunidos para preparar el Consejo Europeo que se celebrará la próxima semana, han apoyado al candidato portugués, aunque le han exigido un programa y una lí­nea de actuación claras. -Claras y favorables a los intereses de las dos potencias, naturalmente-.

“Aoyo sin ambigüedad al portugués José Manuel Durão Barroso como presidente de la Comisión Europea”, dijo Sarkozy en la rueda de prensa. Pero luego hizo una pausa y dijo “mejor dicho… apoyo a su programa y al señor Barroso". Y acto seguido, el francés marcó las pautas de lo que según él debe de consistir tal programa: "Debe proteger a los ciudadanos europeos, debe comprometerse fuertemente con la regulación de los mercados financieros y dar un impulso político a la UE". La canciller alemana, Ángela Merkel, tantas veces fría o impasible ante las palabras de su energético homólogo, asentía esta vez con la cabeza: “hay que tomar decisiones importantes de fondo. Le apoyaremos, pero queremos discutir su programa”, dijo. Los europarlamentarios socialistas se piensan si finalmente apoyarán a un candidato del Partido Popular europeo, pero tampoco tienen caballo ganador que pueda hacer sombra a nada. Se han barajado nombres como el presidente del Partido Socialista Europeo, Poul Nyrup Rasmussen, pero en medio de la peor crisis política de la socialdemocracia europea, la opción parece muerta antes de nacer. No es que Durão Barroso brille con luz propia, sino que la mediocridad de sus posibles oponentes hace de contraste. Pero además de marcarle las pautas al próximo presidente de la Comisión Europea, las dos grandes potencias le hicieron un encargo: Irlanda. Europa necesita a Irlanda y yo creo que Irlanda necesita a Europa. En estos tiempos de crisis ninguna nación puede estar aislada", aseguró Sarkozy, y añadió: "Hay que hacer lo posible para que gane el sí". Los dos dirigentes hablaron sin ningún tipo de pudor de un asunto interno de un país soberano, que ya ha celebrado un referéndum para someter la aprobación del Tratado de Lisboa al veredicto popular, y que resultó negativo. Pero las principales potencias europeas no pueden aceptar un nuevo no por respuesta. El Tratado de Lisboa es una versión abreviada y simplificada de la Constitución Europea –que consagra el poder de las grandes potencias económicas y demográficas de la Unión sobre los mecanismos de veto de las pequeñas naciones-. La Constitución Europea ya sufrió en sus carnes los varapalos de los referéndums francés y danés, que hicieron irrealizable su aplicación. El refrito de Lisboa fue torpeado de nuevo por la negativa del pueblo irlandés, pero se trata de una oferta que no se puede rechazar. Tanto el francés como la canciller alemana prometieron viajar a la isla para apoyar el sí, aunque no sea aún oficial la convocatoria de un nuevo referéndum en Irlanda. Así se expresan y actúan –con una pletina de respeto por las instituciones europeas y por la soberanía de sus países- los que saben que la UE está hecha a imagen y semejanza de sus intereses. Al fín y al cabo, ¿no lo sabían? en el club no somos todos iguales

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