La voluntad se abrirá paso

No son la ley

Desde la Puerta del Sol a Santiago de Chile, de Tel Aviv a Atenas, hemos tenido que escuchar de nuevo los gritos: «¡Aquí­ no pasa nada!», mientras cada vez pasa más y más rápido.

Tal y como recordaba Enrique Urbizu conversando para la entrevista que se publica en estas páginas, el cine negro siempre ha ido de la mano del capitalismo. Tal y como el crac del 29 parió el gran cine negro clásico, “la situación actual da para muchos thrillers”.Con los tiempos que corren la posición del mundo de la cultura y el arte ante la realidad es una constante ineludible. Más cuando siempre han jugado el papel de motor de las transformaciones en el terreno del pensamiento, y como difusor de las ideas transformadoras en la sociedad. No cabe duda de que una de las ideas nodulares a la que nos enfrentamos es la de la imposibilidad del cambio. Bien sea porque cada paso que da la sociedad es presentado como una explosión que pronto ha de hacer volver las aguas a su cauce; o bien porque directamente se intentan “disimular” los efectos reales de lo que está pasando. Así, desde la Puerta del Sol a Santiago de Chile, de Tel Aviv a Atenas, hemos tenido que escuchar de nuevo los gritos: “¡Aquí no pasa nada!”, mientras cada vez pasa más y más rápido.

«A todos nos queda aprender de Santos Trinidad… y aprender de Islandia. «

En estos días se oían también las valoraciones sobre la disolución del 15-M… hasta que llegó el 15-O, y cientos de miles de personas, millones en todo el mundo, salieron a la calle. No tendremos que esperar mucho para volver a asistir a una de estas ceremonias de la confusión. El próximo 20-N, sean cuales sean los resultados, amaneceremos con portadas de “Aquí no ha pasado nada”.Como se dice en el reportaje sobre Islandia, llega un momento en el que los de arriba no pueden seguir mandando como hasta ahora, y los de abajo no aceptan que los que mandan lo hagan como hasta ahora. En esa coyuntura estamos. Por eso cuando desde la gran pantalla, desde un lienzo, desde un escenario o a través de un gag cómico, se toma partido desde un profundo sentido artístico, ha de señalarse, apuntalarse, y hablar de ello para exprimir todo su significado.Los crímenes de Santos Trinidad, el poli corrupto de “No habrá paz para los malvados”, quedan tan solo como una excusa cuando los comparamos con el afilado retrato de los hombres de hielo que se esconden en las cloacas y conviven con desidia con el terror. Hombres de ley, confidentes y terroristas parecen hechos de una misma pasta, pulcra y blanca, como las lápidas de los cementerios. La ley les protege, pero no son la ley. Solo la voluntad del viejo forajido que únicamente busca salvarse, se abrirá paso para enfrentarse a los malvados. No importa lo profundo que sea el caos, y lo fuertes que sean los malvados… la voluntad se abrirá paso. Esperemos que, tal y como ocurrió en el 2009, con Celda 2011, el cine sepa reconocer cuando se pincha en hueso. A todos nos queda aprender de Santos Trinidad… y aprender de Islandia.

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