Que los recortes del gobierno afectan directamente al 90% de la sociedad es ya un hecho, como lo es que en ellos se concentra el mayor saqueo que hemos sufrido los ciudadanos en muchas décadas. Pero dos factores han provocado la rebelión, una respuesta unitaria sin precedentes que hay que ahondar, ampliar y extender.
Por una parte el empobrecimiento masivo y la degradación de nuestras condiciones de vida. Las clases populares hemos perdido ya en torno al 35% de nuestro poder adquisitivo, dicho sin florituras, cada año, cada familia, va a perder más de 3 mil euros de sus salarios y rentas. Cuatro meses de salario para la mayoría de la población. Y por otra, la creciente organización popular y la exigencia de unidad frente al saqueo, han cristalizado en un movimiento unitario que preocupa cada vez más en las altas esferas. Desde el 19-J se han sucedido la formación de plataformas de multitud de sectores, la Cumbre Social convocada por los sindicatos y la manifestación de la rebelión en concentraciones por todo el país. Ningún acontecimiento importante, político, económico, social, cultural o científico puede ya entenderse al margen de esta realidad. Es una contradicción que recorre la sociedad entera.Pero desde el mundo de la cultura nos corresponde ir más allá, porque, si en la guerra de Irak los actores actuaron audazmente como punta de lanza, ahora son todos los profesionales y sectores los que pueden, actuando como una sola voz, multiplicar los efectos de la movilización popular. Más cuando la cultura, el arte y la ciencia están siendo atacados en sus pilares más básicos. La conciencia y el conocimiento son una herramienta de libertad y transformación. Enterrarla para la mayoría de ciudadanos y sustituirla por la “cultura oficial”, dejando la formación y el ocio exclusivamente en manos de un Estado raquítico (que además ya ha demostrado con la ciencia que “mejor que investiguen otros”) y de los canales monopolistas, significa que, como dice Jordi Grau, “los que pueden” quieren un pueblo tan sumiso y descerebrado como sus élites. Y por descerebrado nos referimos a un proyecto para España propio de caciques mamporreros y repúblicas bananeras.Volviendo a Lorca una y otra vez: “No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social”