No es verdad que no es verdad

* Este artí­culo es un resumen hecho por el autor para Foros21 de un texto considerablemente más extenso que, con el mismo tí­tulo, anda viajando por la red. Ricardo Moreno Castillo es autor del Panfleto Antipedagógico (Editorial Leqtor) y De la buena y la mala educación (Los Libros del Lince)

Circula or ahí un escrito titulado Manifiesto Pedagógico “No es verdad” en el cual se niega el desastre educativo que desde hace ya tiempo muchos venimos denunciando. A sus redactores les preocupa “la actitud de determinadas personas con impacto mediático que divulgan estas creencias con argumentos muy pobres, a veces incluso insultantes, poniendo en evidencia una visión poco rigurosa sobre la escuela y sobre los procesos que en ella tienen lugar”. Ciertamente, son muchas las personas que han hecho pública su preocupación por el deterioro de la enseñanza en España. Helenistas como Francisco Rodríguez Adrados, escritores como Félix de Azúa, Javier Marías, Eduardo Mendoza, Arturo Pérez Reverte y Antonio Muñoz Molina, filósofos como Fernando Savater, Adela Cortina y Victoria Camps, historiadoras como Carmen Iglesias, y un largo etcétera han cuestionado nuestro modelo de enseñanza. Tanta unanimidad entre las mejores cabezas del país debería hacer pensar a los autores del Manifiesto, quienes sostienes que “la mayoría de los alumnos y alumnas siguen teniendo grandes dificultades para comprender lo que se les enseña y acaban identificando el saber con la capacidad de retener información hasta el día del examen.” Es falso que los alumnos identifiquen el saber con la capacidad de retener información hasta el día del examen, porque los saberes se encadenan unos con otros, y no hay conocimiento que no se apoye en otros más elementales. No hay nada en matemáticas, física o lengua que se pueda explicar sin usar conceptos más simples de los cuales los estudiantes ya se han examinado. Jamás he conocido un alumno que confunda el conocimiento con “la información que se retiene hasta el día del examen”. Muy al contrario, todos ellos saben que la información y los conocimientos han de ser utilizados también después del examen. Sí es cierto, en cambio, que tienen dificultades para aprender lo que se les enseña. Pero esto no es un fenómeno novedoso, ha sucedido siempre: aprender es difícil, y nadie puede aprender si no es superando ciertas dificultades y haciendo un gran esfuerzo personal. Según el Manifiesto “El ideario psicopedagógico de esta ley, por más que planteaba cambios de gran interés, nunca llegó a penetrar en la mayoría de las aulas.” Decir que la reforma fracasó porque en realidad nunca fue llevada a cabo (vaya, que “el ideario psicopedagógico de esta ley nunca llegó a penetrar en la mayoría de las aulas”) es un recurso muy tosco para negar los hechos, y además muy viejo. Un truco parecido usaron algunos comunistas recalcitrantes ante el fracaso de las sociedades comunistas: que el ideario comunista había sido traicionado y que el comunismo, en realidad, nunca había sido llevado a cabo. Pero esto ya no puede engañar más que a quien se empeña en ser engañado. Después se acepta que los niveles bajan, pero que los “estudiantes fracasan, precisamente, porque el modelo de enseñanza transmisivo y tradicional, y no otro, no provoca en ellos un aprendizaje duradero y de calidad.” ¿Qué tiene de malo un sistema “transmisivo”? ¿No son las escuelas, institutos y universidades centros de transmisión del saber, para que las generaciones venideras puedan gozar de la cultura que nos han legado las anteriores? Además, “en un mundo globalizado […], donde las certezas absolutas han desaparecido y nos enfrentamos a un futuro crítico, incierto y complejo, la escuela sigue anclada en contenidos y métodos del pasado.” Pero ¿cuándo ha habido certezas absolutas? ¿Es que las polémicas entre filósofos, teólogos y científicos son cosa de hoy? ¿Cuándo no ha estado la humanidad enfrentada a un futuro incierto y complejo? En cuanto a los contenidos ¿qué significa eso de que están anclados en el pasado? ¿Que ya no hay que estudiar el pensamiento de Platón, la geometría de Euclides o las obras de Shakespeare? Y en cuanto a los métodos, ¿es malo que en las clases de matemáticas se alternen las explicaciones teóricas con ejercicios prácticos, como se ha hecho siempre? ¿Hay que suprimir los análisis gramaticales en las clases de lengua, o los comentarios de texto en las de filosofía, sólo porque son una práctica muy tradicional? Sostiene el Manifiesto que “No es verdad que los docentes españoles tengan un exceso de formación pedagógica y un déficit de formación en contenidos. Todo lo contrario. Los profesores de secundaria […] sólo han recibido un curso de dos meses de duración.” Es cierto que para acceder a la profesión docente hay que hacer un curso de aptitud pedagógica de sólo dos meses de duración. Pero si no sirven para nada no es porque sea un período muy breve, sino porque escuchar una sarta de majaderías no convierte a nadie en un buen profesor. Aumentar la dosis de majaderías no es la solución más sensata. Dice el Manifiesto un poco más adelante que, en este sentido, somos una anomalía en relación con otros muchos países, y es posible que así sea. Pero sucede también que en muchos países están ya sonando las alarmas sobre el daño que hacen a la cultura y la educación los disparates de los pedagogos. Como ejemplo de esta reacción, recomiendo el artículo “La influencia de la nueva pedagogía en la educación: el ejemplo de Suecia” de la profesora Inger Enkvist. Termina el Manifiesto dando diez principios orientadores de los cuales destacamos los siguientes:“Centrada en los estudiantes y en su desarrollo integral.” Pero ¿cuándo la enseñanza no ha estado centrada en los estudiantes? Cuando el maestro canta la tabla de multiplicar con sus alumnos, lo hace para que éstos la aprendan, no para repasarla él. Cuando hace un dictado y corrige las faltas de sus alumnos, lo hace para que éstos aprendan a escribir correctamente, no para aprender él. Ningún profesor ignora que su trabajo está dirigido al aprendizaje del alumno.“Con contenidos básicos vinculados a problemáticas relevantes de nuestro mundo” ¿Cuáles son los contenidos “vinculados a problemáticas relevantes de nuestro mundo”? Leer La Odisea o el Quijote, conocer la historia del propio país y la gramática de la propia lengua, el estudio de idiomas clásicos y modernos, aprender geometría, cálculo diferencial o física, ¿estará “vinculado a problemáticas relevantes de nuestro mundo”?.“Con formas de evaluación formativas y participativas que abarquen a todos los implicados (estudiantes, docentes, centros, familias y administración).” La evaluación informa sobre los conocimientos del alumno, pero en sí misma no es formativa, del mismo modo que el termómetro informa sobre el estado de salud de un paciente, pero en sí mismo no es curativo. En cuanto a lo de que “abarquen a todos los implicados” es un despropósito, porque lo que un profesor sabe de los alumnos a través de los exámenes o de su trato con ellos en el aula, es secreto profesional, y sólo puede compartirlo con los compañeros de la junta de evaluación. Si todo el mundo ha de estar en el medio de la evaluación, mantener el secreto profesional va a ser difícil.“Auténticamente pública y laica. Con un marco legal mínimo basado en grandes finalidades y obtenido por un amplio consenso político y social.” De acuerdo con una enseñanza pública y laica. Pero la mejor manera de que la enseñanza pública resista frente a la privada consiste en no degradar la enseñanza pública. De acuerdo también con lo del consenso político y social. Para ello los dos grandes partidos tendrían que ponerse de acuerdo en dejar la educación fuera del debate político, y encargar la redacción de una nueva ley a una comisión de profesores (no pedagogos ni sindicalistas), escogidos por su valía profesional y no por su fidelidad política. Existen muchísimas personas en España, profesores de universidad que antes lo han sido de institutos, o profesores de instituto y maestros que mucho saben y mucho podrían aportar. Pero a los creadores de la LOGSE todo esto no les preocupa. Sabiendo muy poco sobre estudiantes de bachillerato, desoyendo las voces más autorizadas, y con el atrevimiento propio de los ignorantes, se han cargado literalmente la enseñanza pública en España.

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