Los resultados de las elecciones europeas han supuesto todo un terremoto político. El rechazo a los recortes salió a la luz, golpeando al bipartidismo a través del cual Washington y Berlín nos imponen la intervención y el saqueo. Pero, tan solo una semana después, la abdicación del Rey ha dado un giro de 180 grados al clima político. De repente, el NO a los recortes, masivo el 25-M, ha dejado paso al debate entre monarquía y república. Y el régimen surgido de la transición, que parecía no tener respuesta ante la irrupción de un poderoso viento popular y patriótico, ha tomado la iniciativa planteando todo un programa de reformas. ¿Qué está pasando? ¿Quién, y con qué objetivos, está detrás de esta «jugada política»? ¿Qué posición debemos tomar las fuerzas populares y revolucionarias ante esta nueva situación?
Washington presenta su programa para Europa
Para entender lo que está ocurriendo en España, debemos viajar a Londres. Allí estaba el presidente norteamericano, Barack Obama, dentro de una “gira europea” de hondo calado político.
Washington se ha plantado dar una respuesta a Moscú en el conflicto de Ucrania. Aislando a Rusia en las reuniones del G-8, y ampliando su presencia militar en Europa del Este.
En la capital británica, Obama se ha pronunciado, con una rotundidad sorprendente, contra la secesión de Escocia. A pocos días de celebrarse un referéndum donde el NO apenas cuenta con seis puntos de ventaja sobre el SI. Anunciando también la oposición norteamericana a un referéndum que cuestione la pertenencia de Reino Unido a la UE, planteado tras el triunfo de un partido furibundamente antieuropeista en las pasadas elecciones europeas.
Y lo ha hecho afirmando que “queremos que uno de nuestros socios más cercanos siga fuerte, unido y eficaz”.
Pocos días antes el Banco Central Europeo -dirigido por Mario Draghi, ex vicepresidente para Europa de Goldman Sachs, uno de los principales bancos norteamericanos- anunciaba un drástico cambio en su política. “Abriendo la mano” con una rebaja de tipos, una inyección de 400.000 millones para los grandes bancos, y la compra de deuda privada de monopolios y entidades financieras. En un intento por estabilizar una economía europea incapaz de encontrar una salida a la crisis.
El avance del proyecto hegemonista norteamericano para Europa ha permitido un salto en la intervención y el saqueo de EEUU. Pero al mismo tiempo ha multiplicado la marginalidad de Europa en el tablero mundial, y ha agudizado todos los conflictos económicos, políticos y sociales.
Algunos de ellos con un desarrollo que atenta contra los intereses estratégicos norteamericanos. La ruptura del eje franco-alemán -tras los intentos por imponer también a Francia un draconiano plan de ajuste- deja a la UE sin un gobierno sólido. La creciente debilidad de Reino Unido, incluso amenazado de fragmentación, golpea al principal “caballo de Troya” norteamericano en la UE. Y el avance de fuerzas como Syriza en Grecia, el Movimiento 5 Estrellas en Italia, o el resquebrajamiento del bipartidismo en España -fuerzas que no solo se oponen a la “Europa alemana”, sino que también están en contra de la integración en la OTAN o del mantenimiento de las bases norteamericanas- socavan la estabilidad del dominio hegemonista en países clave.
Los hechos nos indican que EEUU se ha planteado tomar la iniciativa para estabilizar la situación en la UE, región clave dentro del campo imperialista comandado por Washington.
El hegemonismo y la oligarquía toman la iniciativa
En este marco general se produce la abdicación del Rey, después de unas elecciones europeas que han supuesto todo un terremoto político.
La abdicación del Rey no es un movimiento improvisado, mucho menos a la defensiva o desesperado ante la hecatombe del bipartidismo en las europeas. Es un proceso meditado y planificado, que empezó a fraguarse en enero, que ya en marzo estaba consensuado con los principales centros oligárquicos. Y que, según adelanta uno de los más destacados analistas políticos españoles, ha contado con “sólidos y decisivos apoyos internacionales”.
El avance del proyecto hegemonista de intervención y saqueo, que exigía la degradación política de España, ha socavado la estabilidad del régimen y del modelo político instaurado en el 78. Tanto respecto a la hegemonía del bipartidismo, como a la fortaleza de aparatos claves del Estado –la Corona, la Justicia…-.
El modelo político surgido de la transición ya no garantiza la estabilidad del dominio hegemonista y oligárquico. Y han tomado la iniciativa para “reformarlo”. En un proceso que busca fortalecer el dominio hegemonista y oligárquico y “desactivar” y “reconducir” la movilización popular contra sus proyectos.
Y para entenderlo es necesario partir del nuevo papel que España debe ocupar en el organigrama político y militar de EEUU.
En un momento donde se agudiza el declive norteamericano, y donde Washington se plantea una contra-ofensiva política y militar que fortalezca su dominio tanto en Europa como en el norte de África o en Oriente Medio, el papel de España como plataforma político-militar privilegiada se redimensiona.
Así lo demuestra la instalación del escudo anti-misiles en Rota, aprobada por Zapatero y reafirmada por Rajoy en un viaje a Washington.
Si antes a EEUU le interesaba agudizar la degradación política de España, ahora le interesa estabilizar a un peón político y militar cuya importancia se redimensiona.
La oligarquía española ha aceptado este proyecto hegemonista, impulsándolo desde la misma Jefatura del Estado.
¿A cambio de qué?
La relajación de la prima de riesgo -controlada por las agencias norteamericanas- es un respiro para la economía española. Las últimas decisiones del BCE han provocado un alza de la bolsa.
Y, por fin, comienza a dislumbrarse una salida al “conflicto catalán”. Pocas horas después de que Obama defendiera con firmeza la unidad de Reino Unido, Artur Mas se veía obligado a rectificar, anunciando que acudiría a la coronación de Felipe VI. Y Duran i Lleida -especialmente vinculado a EEUU- ha abierto una crisis de difícil solución en CiU al anunciar su dimisión por “diferencias con el proceso soberanista”.
¿Monarquía o República? ¿O unidad del 90% contra la intervención y el saqueo?
El Roto sintetizaba con lucidez todo lo que está pasando en España. En una de sus viñetas un parado escucha que le preguntan. “¿Qué prefiere, monarquía parlamentaria o república?”. Y él contesta: “Un trabajo”.
Después de las elecciones, dominaban los efectos de la irrupción de un viento popular y patriótico enfrentado a los recortes y a la intervención de Merkel o el FMI. Pero ahora, se ha colocado en el centro la contradicción entre monarquía y república y la resolución del conflicto con Cataluña, extendido a Euskadi tras la “cadena humana” que ha unido el País Vasco con Navarra.
Algunas de las fuerzas políticas -IU, Podemos, Compromis…- que han recibido un extraordinario caudal de votos para enfrentarse a los recortes o al dominio político del bipartidismo, se equivocan cuando, en los hechos, colocan otro centro.
Se nos presenta toda una línea y un programa, agrupado bajo “el derecho a decidir” entre monarquía y república, o sobre si Cataluña o Euskadi quieren seguir dentro de España.
Nosotros sí queremos tener “derecho a decidir”, sobre si queremos sufrir más recortes en salarios o más subidas de impuestos, como exigen el FMI y Berlín…. y que cumplirán a rajatabla tanto Rajoy y el sucesor de Rubalcaba como Artur Mas e Iñigo Urkullu.
También queremos tener “derecho a decidir” si queremos ser un país soberano, que no este sometido a las inspecciones periódicas de los “hombres de negro de la Troika”.
La única contradicción que nos interesa es la que enfrenta a quienes se pliegan a los mandatos del FMI o Merkel, imponiéndonos a todos draconianos recortes, y el 90% que sufrimos los efectos de la intervención y el saqueo.
Imponer otra contradicción, o generar más divisiones entre ese 90% -entre republicanos y monárquicos, o entre partidarios del “derecho a decidir” de Cataluña y Euskadi y defensores de la unidad…- solo contribuye a debilitar el viento popular y patriótico que irrumpió el 25-M.
Lo que necesitamos, ahora más que nunca, es fortalecer la unidad del 90% en torno a una línea y un programa que coloque como centro el rechazo a los recortes, como expresión de la intervención y el saqueo de Washington y Berlín.
Y que proponga una alternativa que nos permita disponer de los ingentes recursos ahora usurpados por una ínfima minoría, para acabar con el paro y elevar la calidad de vida de la población -blindando las pensiones en la Constitución, garantizando el desarrollo de la sanidad y la educación públicas…-.
Que defienda, de verdad, frente a la vergonzosa intervención del FMI o de Merkel, la soberanía nacional de España para que podamos “decidir” nuestro propio destino, en beneficio del país y del pueblo.
Y que amplíe, de verdad, la democracia, no limitando “los excesos de las castas políticas”, sino entregando a los votantes, a través de Asambleas de Electores, la capacidad de destituir a los cargos públicos si éstos traicionan la voluntad popular.