No a la Alemania del repliegue

«Angela Merkel no es Angela Kohl o Angela Brandt. El canciller Kohl declaró en su programa de gobierno para los años 1991-1994: «Alemania es nuestra patria, Europa es nuestro futuro». Willy Brandt dijo durante la primera sesión del Bundestag de la Alemania reunificada: «Ser alemán y ser europeo, ahora, va junto y, esperémoslo, para siempre». La torsión a la cual la canciller Merkel ha sometido esta profesión de fe hiere un nervio sensible, y no solamente entre sus vecinos europeos.»

Ella tamoco es Maggie Merkel, sometiendo con un puño de hierro a Europa a la lógica de los mercados. Ella es Angela Bush. A la manera del presidente norteamericano George W. Bush, que utilizó la lógica del riesgo para dictar al resto del mundo unilateralmente una declaración de guerra al terrorismo, Angela Bush ha utilizado el riesgo financiero en Europa para imponer al resto de Europa la política alemana de estabilidad. (LE MONDE) ASIA TIMES.- El trasfondo político de la represión puede amenazar al líder de 45 años de edad, que es ampliamente apoyado por la élite de Bangkok gracias a su lealtad a favor del stablishment. Los enfrentamientos han puesto de relieve lo que los líderes UDD han estado diciendo; que están librando una guerra de clases entre los políticos de los marginados rurales y las clases urbanas pobres contra la aristocracia política del reino. Los camisas rojas quieren que el gobierno disuelva el parlamento y convoque elecciones, con el argumento de que la administración de Abhisit no llegó al poder mediante el voto popular, sino por medio de pactos ocultos con las poderosas fuerzas armadas del país, que depuso de la jefatura del gobierno al héroe de los camisas rojas, Thaksin Shinawatra. Francia. Le Monde No a la Alemania del repliegue Ulrich Beck* La ley número uno de la sociedad del riesgo mundializado podría enunciarse como sigue: no hay que dejar pasar jamás un riesgo sin aprovecharlo, es la ocasión de hacer grandes cosas. Esta es una fórmula que no ha sido interpretada en todas partes de un modo multilateral y “cosmopolítico”; se puede ver también la ocasión para una respuesta política unilateral y nacional. Desde que la canciller alemana Angela Merkel ha aprovechado la crisis monetaria europea para redefinir la política presupuestaria de la zona euro con la óptica de una Europa alemana, nos ha dado un claro ejemplo. Desde que el riego financiero mundial tuvo al planeta sin aliento, los gobiernos fueron convocados, contra toda previsión, para tomar la iniciativa política de salvar la economía mundial por sus propios medios. El último año, los bancos eran el problema; este año, lo son los gobiernos. ¿Quién, en el seno de la zona euro, los salvará de la bancarrota pública? El riesgo implica la anticipación d ela catástrofe al presente, la cual si bien no es segura, aparece como la evidencia misma, el futuro anticipado y efectivo. Es en este sentido que los gobernantes europeos luchan contra lo que hasta ahora era impensable, el espectro de una posible bancarrota pública y del hundimiento del euro que atormenta a los mercados financieros. Hace poco todavía, el euro era el punto de anclaje fiable que aseguraba la estabilidad, en estos tempos de turbulencias financieras mundiales. Y he aquí que de pronto se impone la decisión de principios: ¡cooperar o encallar! Yo me dije, Dios mío, ¡qué suerte! Si la Unión Europea no existiese, habría que inventarla para impedir el hundimiento del euro. ¡Enmanuel Kant o la catástrofe! Necesitamos un euro fuerte y estable, es pues el momento, ahora o nunca, de movilizar la voluntad política y hacerlo de manera que la política de paz por otros medios, la coordinación y la integración de la política económica franqueen un nuevo paso decisivo. A menos que Alemania crea que ha llegado el tiempo de defenderse contra Europa; ¿el éxito alemán como modelo, frente a los abusos de los vecinos europeos envidiosos que querrán tapar sus déficits públicos sableando el monedero de los alemanes? ¿El nacionalismo recíproco que avanzan algunos europeístas pragmáticos no es la solución? Permitiendo no sólo que cada Estado regule sus propios problemas financieros de manera autónoma, sino obligándoles a hacer los deberes. Cada nación deberá reconocer la soberanía de las otras naciones europeas, todas deben al mismo tiempo evitar las consecuencias negativas que sus decisiones de política económica puedan entrañar para los otros. Es un punto de vista que reposa sobre tres principios: igualdad de derechos, paquetes de medidas concertadas y responsabilidad recíproca; a los cuales se suma un cuarto: el rechazo estricto a que se extiendan las competencias de la UE en materia de política económica. Si en los buenos momentos, este modelo de nacionalismo recíproco pudiera bastar, en tiempos en los que el euro está amenazado de hundimiento, no puede más que encalar. La incompatibilidad de las políticas presupuestarias y financieras y de los sistemas sociales y fiscales abre un campo político minado, tanto en el seno de las naciones como entre las naciones. Ningún Estado es lo suficientemente fuerte como para sacar a los otros de las arenas movedizas; y al mismo tiempo, hace emerger más claramente hasta qué punto todos están vinculados los unos con los otros en un mismo entramado: que un Estado entre en bancarrota, y todos los demás estarán amenazados de ser engullidos con él. Un imperativo “cosmopolítico” se desprende de los riesgos financieros actuales, en el sentido que obliga a la colaboración, comprendida la de los actores clave que, tales como la canciller federal, no quieren en absoluto ver su necesidad. La crisis provocada por los riesgos que encara el euro han catalizado nuevas relaciones de poder. Puesto que se trata de decidir, no es la Comisión europea la que toma las cosas en su mano, ni el presidente de la Unión Europea, ni el presidente del Consejo, no más que Francia, Italia, España o el Reino Unido; en los casos críticos, es la canciller alemana la que actúa en estrecha colaboración con el presidente francés, Nicolás Sarkozy. Angela Merkel no es Angela Kohl o Angela Brandt. El canciller Kohl declaró en su programa de gobierno para los años 1991-1994: “Alemania es nuestra patria, Europa es nuestro futuro”. Willy Brandt dijo durante la primera sesión del Bundestag de la Alemania reunificada: “Ser alemán y ser europeo, ahora, va junto y, esperémoslo, para siempre”. La torsión a la cual la canciller Merkel ha sometido esta profesión de fe hiere un nervio sensible, y no solamente entre sus vecinos europeos. Ella tampoco es Maggie Merkel, sometiendo con un puño de hierro a Europa a la lógica de los mercados. Ella es Angela Bush. A la manera del presidente norteamericano George W. Bush, que utilizó la lógica del riesgo para dictar al resto del mundo unilateralmente una declaración de guerra al terrorismo, Angela Bush ha utilizado el riesgo financiero en Europa para imponer al resto de Europa la política alemana de estabilidad. El marco alemán fue la moneda de la potencia alemana. Ahora es necesario que pase lo mismo con el euro. Después y con constancia, el nacionalismo del marco alemán ha sido impreso en este euro hoy amenazado de hundimiento. Las bases de la política alemana de después de la guerra, en esta ocasión de forma multilateral, fueron sacrificadas de buen grado, en nombre de Europa, en el altar de la “estabilidad del euro”, al precio de una sorprendente mezcla de autoreferencias, autosuficiencia y autoilusión. Pero la ofensiva de Merkel en favor del “euroalemán” se inscribe en un marco más amplio. Tanto en dominio económico como en el de la política exterior o en las intervenciones del Bundeswehr en el extranjero, la canciller es la portavoz de una nación replegada sobre sí misma, una Alemania que ha dejado de ser la más europeísta entre los europeístas y que prefiere minimizar sus alianzas y obligaciones en el marco de la Unión; una Alemania que acaricia un destino de “gran Suiza” o “pequeña China” (excedentes exteriores con una demanda interna limitada); una Alemania que redefine su historia constitucional de después de la guerra en el sentido de un Estado-nación autoreferencial y, por último pero no menos importante, una Alemania vuelve a plantear con nuevos aires “la cuestión alemana” en el marco europeo. * Sociólogo alemán. Ensayista y profesor de la Universidad de Munich y de la London School of Economics LE MONDE. 11-4-2010 Hong-Kong- Asia Times La violencia expone la líneas de fractura de una guerra de clases Marwaan Macan-Markar En la medida que los militares tailandeses observaron una tregua informal tras la sangrienta represión del gobierno contra los manifestantes antigubernamentales de los camisas rojas en Bangkok el sábado, el estado de ánimo entre los "camisas rojas" se mantuvo entre desafiante y nervioso y, en algunos casos, hasta victorioso. En la noche del sábado, las tropas armadas libraron batallas campales con los manifestantes en un intento de recuperar terreno en la parte histórica de Bangkok que decenas de miles de partidarios del Frente Unido para la Democracia contra la Dictadura (UDD) han ocupado durante cuatro semanas. Veintiuna personas murieron, entre ellas cuatro soldados y un camarógrafo de la televisión japonesa. Más de 700 personas resultaron heridas. La represión ordenada por el gobierno del Primer Ministro Abhisit Vejjajiva marcó la peor oleada de violencia entre tropas y manifestantes de la que ha sido testigo el reino desde 1992, cuando 48 personas perdieron la vida. El intento de dispersión se produjo tres días después de que el gobierno declarara el estado de emergencia. "He estado esperando este momento para ser libre", dijo Parinda Muangngal, un hombre de 38 años de edad, de Surin, una de las provincias del noreste de Tailandia, que es el hogar de las comunidades agrícolas más pobres, donde los camisas rojas encuentran la mayoría de su apoyo . "Esperamos ganar ahora." Otros camisas rojas, como Sunan Ankaew de la provincia nororiental de Udon Thani, se mostraba sumamente alterado por el nivel de fuerza utilizada por las tropas para despejar a los manifestantes en el puente de Phan Fah, donde la UDD ha creado un escenario desde el 13 de marzo y celebrado multitudinarias manifestaciones durante todo el día que, los fines de semana, han llegado a las 150.000 personas. "No esperaba que los soldados hicieran algo así contra nosotros. Es increíble", dijo el propietario de un negocio de automóviles de segunda mano. "Los soldados disparaban a matar." Algunas figuras del gobierno creen que el anuncio de un calendario para disolver el Parlamento sería la mejor forma de acabar con el estancamiento, según informa el Bangkok Post. La idea fue discutida por miembros clave del gobernante Partido Democrático y sus socios de coalición en la noche del sábado, informó el periódico. El marco de tiempo más probable para el final de la cámara baja sería de seis meses, aunque el primer ministro no anunciaría el movimiento hasta después del festival de Songkran (Año Nuevo Tailandés) esta semana, dijeron las fuentes al periódico. Vejjajiva parecía decidido a que su gobierno, creado hace 16 meses de edad, se mantuviera firme y permaneciera en el poder. El gobierno va a solicitar a expertos que examinen de forma independiente cómo ocurrieron las muertes con el fin de probar la verdad al público, dijo en un discurso televisado a nivel nacional en la medianoche del sábado. "Estoy seguro de que si permanecemos rigurosamente fieles a la verdad, saldremos ganadores", añadió el primer ministro, diciendo que a las tropas sólo se les permitió utilizar balas para disparar al aire o en defensa propia. Pero el trasfondo político de la represión puede amenazar al líder de 45 años de edad, que es ampliamente apoyado por la élite de Bangkok gracias a su lealtad a favor del stablishment. Los enfrentamientos han puesto de relieve lo que los líderes UDD han estado diciendo; que están librando una guerra de clases entre los políticos de los marginados rurales y las clases urbanas pobres contra la aristocracia política del reino. Los camisas rojas quieren que el gobierno disuelva el parlamento y convoque elecciones, con el argumento de que la administración de Abhisit no llegó al poder mediante el voto popular, sino por medio de pactos ocultos con las poderosas fuerzas armadas del país, que depuso de la jefatura del gobierno al héroe de los camisas rojas, Thaksin Shinawatra. La administración de Abhisit ha tenido dificultades para desactivar la caracterización de "guerra de clases", diciendo que el fugitivo Thaksin ha engañado a los camisas rojas. Por el contrario, las comparaciones con los dos anteriores enfrentamientos sangrientos entre soldados tailandeses y manifestantes en las calles –en 1992 y 1973– confirman una línea de falla social entre los opulentos de Bangkok y los millones de marginados rurales, según los analistas. La batalla ha sido entre las fuerzas que apoyaron la creación del gobierno y la élite urbana de Bangkok contra el pueblo de las provincias, dice Thanet Aphornsuvan, un historiador de la Universidad de Thammasat. "Es una lucha de clases real. La represión del sábado lo confirma." Los escenarios en que se jugaba en 1973 y 1992 eran diferentes, añade. "Entonces fue un enfrentamiento entre estudiantes universitarios de Bangkok y la clase media de la capital en contra de los dictadores militares. Fue un choque centrado en Bangkok." El desarrollo sangriento de la noche del sábado no parecía probable al principio del día. A través de la tarde, los focos de tensión en la parte histórica de la ciudad y en el barrio de Khao San Road –un destino popular para los mochileros extranjeros– contemplaron escenas de cientos de camisas rojas y las tropas antimotines, armados sólo con bastones, entregándose a provocar empujones intentando hacerse con el control de las calles. Hacia la noche, los camisas rojas, que han estado acampando en las amplias avenidas de la capital, trataron de alimentar a las tropas. "Ellos son nuestros hermanos", decía un manifestante luego de la distribución de dulces a los soldados. Al atardecer, los militares tailandeses respondieron con una táctica nueva. Desde un camión militar, la música, con un toque surrealista, resonaba por todas partes. Se inició con el himno de John Lennon por la paz, Imagine, y fue pasando a melodías más pegadizas como My, My, My o It’s a beautiful day. Pero al caer la noche, las tropas armadas se trasladaron a In Tanao Road, en una batalla que duró más de una hora y donde, lo que fue presenciado por este redactor, los soldados se agacharon y abrieron fuego con armas automáticas en la dirección de la masa de manifestantes. Los manifestantes estaban armados con palos de bambú, pero testigos confirmaron que había dos con pistolas automáticas. Un flujo constante de explosiones llenó el aire, y hay informes de un manifestante lanzando una granada. Cerca del Monumento a la Democracia, se libraron enfrentamientos similares. Tropas armadas cargaron contra la marea de camisas rojas, que se defendieron, entre ellos mujeres blandiendo palos de madera. Los camisas rojas tenían un número abrumador de su lado. La retirada de las tropas fue la última humillación para el gobierno, un día después de que los manifestantes pasaran por encima de los soldados e invadieran una estación de transmisión por satélite para volver a poner en el aire una emisión de televisión pro-UDD que el gobierno había prohibido. "El gobierno Abhisit debe renunciar", dijo un furioso partidario UDD que dirige un negocio de exportación de muebles a China. "Somos un país dividido ahora. El gobierno es la causa." ASIA TIMES. 13-4-2010

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