Privatización del agua (y IV)

Negro y amarillo, peligro

Hasta ahora hemos analizado el papel estratégico del agua en una región emergente como es Mercosur, donde confluyen los intereses económicos de las grandes multinacionales de apropiarse, privatizándolas, las fuentes de materias primas con la necesidad geoestratégica del hegemonismo norteamericano de paralizar los proyectos emergentes. Veámoslo en Asia y África.

Negro y amarillo, eligroEl otro foco conflictivo es África. El desembarco de capital Chino supone un auge en la construcción de infraestructuras para el aprovechamiento de los recursos energéticos y naturales de muchos de los países del continente negro y es un peligro para los intereses de EEUU y Francia. La gran presa de Merowe que construye China en las aguas del Nilo, en Sudán, triplicará su capacidad energética a partir de 2008 y se considera un gran laboratorio para la construcción de carreteras, embalses, aeropuertos, líneas férreas y refinerías. Toda África está convulsionada por la entrada de capitales y obreros chinos. No es casualidad que justo ahora los principales medios aquí denuncien las terribles consecuencias que para el nivel de vida de la población africana ha tenido la corrupción sin límites de sus gobiernos, o que aparezcan las polémicas declaraciones del premio Nobel James Watson sobre la inferioridad de los negros africanos relacionada con no saber aprovechar la ayuda occidental. Declaraciones, no lo olvidemos, que se acompañan de un despliegue sin precedentes de operativos militares USA de intervención rápida en el continente negro: el llamado AFRICOM.La madre de todos los conflictosPero es en el techo del mundo, en el Tibet, donde reside la madre de todas las guerras por el agua. Los enormes glaciares y altas cotas tibetanas lo han dotado de los mayores sistemas fluviales del planeta. Los 10 ríos que tienen ahí su origen abastecen a China e India, así como Bangladesh, Birmania, Bután, Nepal, Camboya, Pakistán, Laos, Tailandia y Vietnam, que representan un 47% de la población mundial. Asia, aun siendo el hogar de más de la mitad de de la población mundial, posee menos agua dulce que cualquier otro continente poblado. La escasez de agua en gran parte de Asia se está convirtiendo en una amenaza para su rápido crecimiento económico y los grandes proyectos de ingeniería de Pekín para desviar, según sus necesidades, agua de estos ríos encierra contradicciones con sus vecinos. De dichos proyectos los que restan agua a India son los más interesantes para los intereses de EEUU: China tiene el grifo de las principales vías fluviales de su vecino y todavía lejano competidor económico. Por lo tanto, tiene la capacidad de estrangular su crecimiento. Y la única forma de cambiar eso es cuestionando la soberanía china sobre el Tíbet, un enfrentamiento todavía lejano, pero nada desdeñable para los intereses norteamericanos en la región, que no reparan en condecoraciones para el Dalai Lama y en acuerdos políticos y económicos con India. A pesar de ello, afirmar que el agua jugará el papel que jugó antaño el petróleo en el origen de los conflictos bélicos de este siglo es un soberano disparate. No fue el petróleo el motor de la invasión de Iraq por parte de EEUU (y menos el control del Tigris y el Eufrates). Aunque claro que eran objetivos de la guerra, el principal objetivo norteamericano era y es crear un cinturón militar entorno a China y fortalecer todos aquellos focos (India, Tibet, Taiwan) que puedan suponer un contrapeso regional o una fuente de desestabilización para el desarrollo de su principal rival estratégico. No es casualidad que, mientras las multinacionales europeas están acudiendo al suculento mercado chino de gestión de aguas, las norteamericanas están tomando posición en el mercado indio. Mientras las principales empresas europeas del sector han crecido al calor de la corrupción y la sobrefacturación del estado francés (Suez-Ondeo, Veolia-Vivendi), los gigantes norteamericanos pertenecen al temible complejo militar industrial norteamericano amamantado por la teta del pentágono (Bechtel, Monsanto, GE). Aunque económicamente las primeras tienen mucho más volumen, el poderío político y militar que acompaña a las segundas hacen mucho más temible su particular privatización… global. Los beneficios de las primeras son calderilla al lado de la plusvalía mundial que busca seguir recaudando la superpotencia yanqui.

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