Eva Davo y Jaume Vila son los dueños de la emblemática Cantina de Ruzafa, situada en el barrio valenciano con el mismo nombre. Anteriormente, dirigieron durante doce años un restaurante en Cornellá, donde llevaron adelante un proyecto de cocina artesana con productos locales que les valió varios premios. Estos principios han continuado en La Cantina de Ruzafa, en la que apuestan por recuperar los platos típicos valencianos de “tota la vida” como el esmozaret, el figatell o el pan tradicional valenciano, dejados paulatinamente de lado en favor de una gastronomía para turistas. Ahora se enfrentan, como el resto de los hosteleros del país, a duras restricciones que ponen en peligro sus proyectos y empleos.
¿Cómo os está afectando la pandemia y las restricciones al sector de la hostelería?
Jaume: Cuando empezó el Estado de Alarma nos adelantamos a las restricciones y a las 18 de la tarde ya cerrábamos. Nos adaptamos, empezamos a vender helados caseros y desarrollamos la idea del esmorzaret. Ahora este cierre total sí que nos afecta. Tenemos personal en ERTE, están los impuestos, los pagos a la Seguridad Social, los pagos de autónomos… Es una situación muy complicada.
Os habéis manifestado recientemente, ¿a qué se deben estas movilizaciones ahora?
Eva: Se debe a la medida de cerrar la hostelería sin dar ayudas. El problema principal no es el cierre, sino que las ayudas se dan a través de préstamos. La hostelería ha hecho desde el principio todo el esfuerzo por adaptar todas las medidas, nosotros hemos hecho nuestra parte. Hemos limitado el aforo –con sus consiguientes pérdidas– hemos llevado a cabo las recomendaciones de limpieza, higiene… Estamos agotados después de este año porque se nos agotan los recursos y las ayudas, los ERTE y las pequeñas ayudas a autónomos. Las ayudas que han dado han sido en forma de préstamos y la mayoría de las familias que vivimos en la hostelería estamos endeudados con los bancos y tenemos una situación frágil. Endeudarnos más con préstamos no es la solución. Ahora que tenemos que empezar a pagar los préstamos porque ha habido un año de carencia, cerrar sin haber dado ayudas antes es condenar a muerte al sector.
¿Cómo valoráis en conjunto el desarrollo de la manifestación en Valencia?
J: Fue una concentración combativa y segura en la que se mantuvieron todas las medidas. Se leyó un comunicado y se decidió que, hasta que no se reunieran con los representantes de la coordinadora de la hostelería, no nos íbamos de ahí. Finalmente, tuvieron un par de reuniones, pero desde la Coordinadora se pide continuar con las movilizaciones porque no se ha conseguido el objetivo de las ayudas directas a los hosteleros. La lucha continuará porque lo que nos ofrecen son préstamos.
¿Cuáles son las principales reivindicaciones de la hostelería?
J: Una de las principales reivindicaciones es que se escuche a los hosteleros. Los hosteleros queremos que se nos escuche, que se cuente con nosotros y estar en las mesas de negociación todos representados. Hay un problema de estar improvisando medidas que después resultan incongruentes porque no se nos ha consultado en la redacción. Las medidas que se tomen tienen que ir dirigidas a mantener el empleo. Tanto los ERTES, como las ayudas directas, creo que son buenas en ese sentido. Todos los políticos deberían estar trabajando por ver cómo se soluciona esto con propuestas y medidas, y no tirándose los platos a la cabeza. Ante un problema tan grave como lo que está pasando, tienen que estar todos unidos a resolverlo.
E: En la Comunidad Valenciana se ha cerrado la hostelería sin ayudas previas. Hay un estudio con datos del Ministerio del porcentaje de contagios en la hostelería, los cuales no justifican su cierre. Antes de cerrar a cal y canto hay que analizar dónde se dan los contagios, por qué y tomar las medidas. Si no, son medidas de propaganda política, como diciendo: “estoy siendo más radical que nadie”. Se pone la mirada en nuestro sector y no es donde más contagios está habiendo. Tomamos las medidas que hagan falta, nos esforzamos. Hay una criminalización a la hostelería como si fuéramos los culpables de la tercera ola.
J: Evidentemente entendemos que, si los hospitales están al 70 o al 80% de ocupación, habrá hasta que confinar, pero el cierre total y sin ayudas directas suficientes es perder empleos y riqueza.
Desde Recortes Cero proponen un Plan de Contingencia con ayudas directas para proteger el empleo y exenciones fiscales. ¿Os parece bien un plan de rescate?
E: Sí. La pandemia no va a ser eterna, y cuando cambie la situación no se puede destruir todo el trabajo acumulado que tenemos. Tiene que haber un plan para que el pequeño negocio vuelva a tener vida.
J: Nosotros ya vivimos otra crisis cuando abrimos nuestro primer restaurante en 2008. Si en ese momento se hizo un rescate para salvar a los bancos, ahora toca hacer un rescate para salvar a las personas que sostienen la economía y evitar que se destruyan los empleos. Un plan de rescate, un plan de reindustrialización, y generar riqueza y empleo. Hay dinero para ayudas, pero se tiene que gestionar mejor.