Ciencia y Tecnologí­a contra la crisis

Nanotecnologí­a española: un gigante con los pies minúsculos

El sector nanonetcnológico, como sector económico es enano, pero es el que tiene las perspectivas de futuro más gigantescas. Se ha llegado a decir que es el equivalente a la segunda revolución industrial y algunos paí­ses, como Rusia, se han propuesto zanjar el retraso tecnológico respecto a las potencias avanzadas para rebasar de forma acelerada las limitaciones de la crisis financiera mundial e incrementar su producción industrial mediante el desarrollo de la nanotecnologí­a, junto con la biotecnologí­a, ahorro de energí­a y desarrollo de fuentes alternativas, así­ como la informática. Un reciente acuerdo bilateral entre Rusia y China para la inversión conjunta de 1.000 millones en innovación indica la intención no sólo de liderar este campo, sino de inundar los mercados con «productos nano» a precios bajos. Por eso, proyectos de este cariz incluyen la formación de profesionales especialistas, un potente sistema de intercambio de información, el desarrollo de equipos y su producción industrial.

¿Por qué la nanotecnología encierra la caacidad de generar un salto tan grande? El salto es proporcional a las dimensiones a las que puede la ciencia manipular la materia. O sea, estamos hablando de la capacidad de alterar las propiedades y comportamiento de los materiales a través de la manipulación de éstos a escalas ínfimas, la millonésima parte de un milímetro, algo así como 100.000 veces más pequeñas que la anchura de un cabello. Algo así sólo es posible por el desarrollo de microscopios que permiten ver la materia a nivel atómico. El salto económico a nivel mundial es un mercado que se prevé mueva de 1 a 3 billones de dólares en 2015, entre una y tres veces el PIB de España. La nanotecnología ha empezado a despegar como negocio desde hace pocos años con cifras poco relevantes. Estamos hablando de un sector cuyos productos pueden dar soluciones aplicables a los más variados campos de la actividad humana, incluida la industria tradicional (mueble, calzado, etc.) desde la alimentación a la informática, pasando por la medicina, la industria militar, la moda o la energía. Sirva, a modo de ejemplo, el que los nanotecnólogos, sean capaces, por ejemplo, de actuar en el futuro sobre los átomos del carbono (que puede manifestarse como grafito de los lápices o como diamante). La colocación de los átomos de carbono en un modelo de red metálica, enrollada posteriormente en minúsculos tubos de sólo 10 átomos de diámetro, los ya famosos nanotubos, permite crear un material con características fuera de lo común, con 100 veces la resistencia del acero (y un 17% de su peso) y capacidad para conducir la electricidad o la luz mejor que el cobre. O podemos también hablar de los nanorrobots, que permitirán en un futuro no muy lejano construir herramientas moleculares de reparación capaces de transportarse a través de los vasos sanguíneos, con capacidad incluso para actuar sobre el ADN (enfermedades genéticas), modificar proteínas o incluso destruir células completas, en el caso de tumores. Portugal y España han inaugurado ya el Laboratorio Ibérico de Nanotecnología, que empezará a funcionar en 2011. Estará en Braga, tendrá la friolera de 20.000 metros, y contará con 200 investigadores, pero se gastará tan sólo unos 30 millones de euros al año, cifra modesta si tenemos en cuenta lo que está en juego. Pero en España no existe el proyecto de generar una red coordinada que sirva de motor para la producción nacional, no. En España la iniciativa principal la han tomado las CCAA como un mero anzuelo para atraer los grandes capitales. La nanotecnología está prácticamente en pañales aquí. Mientras España consta como la última en el ranking de inversión en este campo.Es más lo que ocurre aquí es la ya habitual dispersión autonómica, expresión de la falta de proyecto nacional que vertebre al país y cree las condiciones para conseguir resultados destacables. Navarra ha levantado un centro junto a una empresa del MIT (Massachussets Institute of Technology), en Guipúzcoa se inauguró en enero de 2009 el Centro de Investigación Nanogune, que ha invertido sólo en equipamiento científico el total previsto para el centro ibérico hispanoluso, con la misión declarada es “transformar ideas en productos, en riqueza; contribuir a la diversificación de nuestra industria y a que ésta sea más competitiva. En definitiva, a crear riqueza y empleo.” Cataluña ya tiene también su InstitutCatalà de Nanotecnologia y Galicia su Rede de Nanotecnoloxía de Galicia. Estos son los centros que supuestamente compiten en nanopatentes con rivales tan señalados como EE UU, Alemania o China. Tal como afirmaba Ramon Eritja (investigador del Instituto de Biología Molecular de Barcelona) en una reciente entrevista: “Nos hemos puesto las pilas, hay gente muy buena y competitiva. Las instituciones han puesto los instrumentos necesarios para comprar la infraestructura y poner los medios. Lo peor es la creación de un tejido empresarial. Todo es muy caro y por eso hay poquísimas iniciativas, tal vez sólo en la administración de medicamentos Lo que prima en España es la falta de conexión entre un tejido tecnológico que aspira a la vanguardia y un tejido productivo que lleve al mercado sus patentes. No existe tal tejido, se crea con mucha dificultad desde los propios grupos de investigadores y sólo algunas grandes multinacionales apuestan por este tipo de innovación. Sólo algunos acuerdos de colaboración entre empresas y universidades o centros de investigación. Son pocos los sectores que se hayan lanzado a la búsqueda de patentes en un campo que va a permitir a sus rivales norteamericanos, alemanes o chinos competir en el futuro. En 2008, en una jornada del centro tecnológico del mueble de Murcia, se presentaron a los empresarios materiales de recubrimiento que ofrecen superficies de fácil limpieza, antigraffiti, antimanchas para textiles, madera y piel, autolimpiantes o antibacterianos. Unos avances que estaban a años luz de lo que empresas europeas o estadounidenses están ya ofreciendo al mercado. Sólo los grandes capitales españoles ligados a la banca están moviéndose algo. Repsol en energía, Abengoa en desarrollo de nuevos materiales para su aplicación en medios de separación y purificación basados en membranas. Acciona para el desarrollo de nuevos materiales. Y poco más. Se veía venirLa necesidad de trazar un plan estratégico para poner el potencial español al servicio de competir en la Unión Europea fue ya formulada en 2003. La falta de apuesta pública en este campo era patente y significó la imposibilidad para alcanzar posiciones prominentes en programas europeos, en ningún momento ninguno de los gobiernos ha actuado para coordinar y dotar de medios materiales y humanos la investigación nacional de vanguardia. Eran contínuos los llamamientos eran a la colaboración en programas o proyectos conjuntos con la industria (en especial PYMEs en sectores como Tecnología de Comunicaciones, Automoción, Ingeniería de Precisión, Sistemas micro-electroóptico- mecánicos, Tecnología Aeroespacial, Tecnología Médica y Farmacéutica) y que se crearan empresas spinoffs (por los propios investigadores) de base nanotecnológica. Los inormes de la Unión Europea situaban a España como el país europeo que menos ha invertido en nanotecnología. Por debajo de países como Portugal, Grecia. La prioridad era el ladrillo.

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