Salud. Anorexia

Nadar sobre sí­ntomas, bucear en las causas (y IV)

En esta última parte rescatamos la experiencia de Pilar Puertas en el Hospital de Basurto de Bilbao. Una experiencia única, la terapia psicoanalí­tica en grupo que llevó Pilar desde 1998 hasta 2003 sobre un grupo de jóvenes anoréxicas de entre 18 y 23 años en Bilbao. .

¿La teraia en grupo es mejor? Pilar. Llevé la terapia de grupo cuando trabajé en Basurto. Trabajé allí 25 años. Había una afluencia de pacientes que requerían una atención y se nos ocurrió reunirlas. Era una experiencia piloto de investigación porque nadie se atreve a reunirlas. Me lancé y te diría que casi es una indicación, más que la terapia individual. ¿En qué consiste? Pilar. El método eran dos veces por semana durante cinco años y medio, que yo hubiera necesitado ocho años para dejarlas mejor. Cuando me fui de Basurto las seguí viendo en mi casa unos meses. Una vez al mes hacíamos un grupo multifamiliar con los padres, hermanos, novios nos llegábamos ajuntar treinta personas y allí salían todas las angustias, era muy interesante. Había dificultades en mentalizar, en pensar, en poner palabras al sufrimiento, poner lenguaje, poner imágenes. Las pacientes más graves son las más silenciosas, no saben que decir, no tienen nada que decir. En una terapia individual ese silencio se hace muy difícil de romper porque en terapia psicoanalítica el que lleva la sesión es el paciente, es el que tiene que hablar y tú le sigues, no propones tú el tema. Pero en el grupo siempre hay alguien que rescata, todas tienen esa dificultad pero unas más que otras. Si en un momento dado una persona no puede la de al lado sí puede. Y se dan una serie de identificaciones colaterales donde una ve en lo que ha dicho la otra lo que siente. En tu libro "El grupo de anoréxicas: una alternativa nutritiva" describes tresetapas. ¿En qué consisten? Pilar. La primera es la etapa adictiva, bulímica. Ellas no paraban de hablar de la comida, del sufrimiento con la comida, de los padres que las persiguen. La comida como elemento verbal en el grupo tiene la misma misión que la comida fuera de él, taponar el acceso a lo que pasa en el interior. Muchas terapias de grupo con anoréxicas se quedan aquí, en el enredo con la comida. Eso no es más que una pantalla de humo. En esta fase hay que ir metaforizando la comida, lo que representa, ellas hablan de la comida por no hablar de anhelos, de sufrimiento, de tristeza y hay que ir poniendo palabras, que salgan de ese cajón de sastre que es la comida, el elemento adictivo. La segunda es la fase anoréxica, se quedan en silencio. Detrás de la trinchera de la adicción se crea un vacío y un silencio, una dificultad. Es la anorexia del grupo, no se necesitan unas a otras hay una distancia y una dificultad para comunicarse. Se va metaforizando el silencio con una expresión de vacío. Estamos hablando de dos años. Y finalmente aparece la fase nutritiva que es cuando se puede empezar a hablar de la depresión. Te lo estoy resumiendo mucho, en el libro viene más detallado. Hay que sacarles de esa amentalización, y su producto, la adicción. Hay que hacer mucho trabajo de retejido simbólico, de mentalizar el sufrimiento y hay que saber cómo se hace eso. No te puedes quedar en una posición de psicoanalista silencioso porque entonces entran en pánico. Tienes que aguantar el silencio, que son silencios terribles, pero tienes que intervenir desde el plano de la metáfora, hablar de lo que aparece en el grupo pero de otras maneras con el fin de que ellas vayan rehabilitando la función psíquica que es pensar, del mismo modo que se rehabilita el músculo. Hay que poner imágenes, pensamiento, poner algo simbólico, psíquico. Yo hubiera estado ocho años, lo cierto es que dejé la tercera fase, en la que empiezan a compartir, medio en pañales. Estaban ya en un funcionamiento más neurótico y los síntomas empezaron a bajar a medida que se empiezan a comunicar, comunicar-alimentarse unas a otras. Si se pueden alimentar unas a otras, darse y recibir no hace falta ir a la adicción con la comida. El núcleo depresivo se está sosteniendo con el intercambio afectivo. Al principio me parecía imposible, a veces pensaba que estaba loca y me cuestionaba lo que hacía. Me van a echar, pensaba, o van a morir todas y me van a denunciar los padres. ¡Pues no! Ahora creo que hacer toda esta labor de retejido simbólico en la terapia individual es más difícil. ¿La terapia en grupo se hace en algún sitio? Pilar. No lo se. Las anoréxicas se suelen tratar con terapias cognitivo-conductuales en grupos que se quedan en la primera fase de hablar de la comida, sobre si tienen que comer, apuntalan el narcisismo a través del convencimiento. Es otro tipo de abordaje del que desconozco estadísticas. Creo que este tipo de patologías son un enorme reto para el saber. Y aquí yo soy políticamente incorrecta, creo que las que no se curan es porque no se sabe tratarlas, no porque sea imposible. Podemos hablar de curación pero requiere un conocimiento por parte del clínico que creo que hoy en día no se tiene. Hoy se hacen abordajes muy en lo periférico, muy en el síntoma. Se hacen comedores colectivos o la enferma entra en un pulso con el clínico que recrudece la sintomatología. La anorexia nos obliga a pensar e investigar. Freud sólo trataba neuróticos leves, decía que el psicoanálisis no era apto para otro tipo de patologías cuando hoy sí se están tratando. No llegó, porque no le dio tiempo, a la comprensión de las distorsiones del yo, de los apuntalamientos básicos que dan lugar a las patologías más graves. ¿Por qué no se generaliza esta línea? Pilar. Lo psicoanalítico no tiene una difusión en nuestro país a nivel institucional como en Francia, Suiza o Inglaterra. Eso sería otra reivindicación. Yo he trabajado en la sanidad pública, me han tratado muy bien y he hecho lo que he querido. Lo que pasa es que tampoco la universidad tenemos un sitio reconocido. La facultad de psicología está más orientada a las terapias cognitivo-conductuales. Yo incluso diré que cuando empecé en Basurto había más interés por lo psicoanalítico que ahora. Se suma que es una preparación larga y difícil que no está amparada económicamente. Acabas la carrera, necesitas trabajar, y un psicoanálisis te cuesta ciento y pico mil pesetas al mes. Es lo previo a la formación. Si fuera ministro de sanidad yo elaboraría un plan para tratar institucionalmente estos pacientes con equipos de técnicos y de clínicos. Porque es mejor que privadamente. En la institución tienes médicos y la posibilidad de ingreso. Las pacientes que yo trataba entraban y salían del hospital. Yo no controlaba lo que tenían que comer, estaban los médicos detrás, internistas, endocrinos y psiquiatras. El ámbito institucional es idóneo y al enfermo no le cuesta.

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