Cargando...«¿POR QUÉ al Banco de España, al Gobierno y a los banqueros les resulta tan difícil reconocer -y contar- la verdad?». Con esta pregunta empezaba ayer Financial Times un comentario editorial sobre lo que ha sucedido en Bankia en las últimas jornadas. Tiene razón el periódico financiero, porque es difícil encontrar más despropósitos por parte de las autoridades y de los gestores para intentar controlar una situación desbocada.
Bankia ha acabado en manos del Estado porque nadie en su momento aceptó la realidad de su situación financiera. Se trataron de tapar sus vergüenzas buscando soluciones políticas -fusión de Caja Madrid con Bancaja y otras cajas- o financieras precipitadas -salida a Bolsa-. Al final, la decisión del auditor de no firmar las cuentas al considerar que la matriz de Bankia, BFA, tenía un desfase de 3.500 millones por la sobrevaloración de su filial, precipitó los acontecimientos que desembocaron en la nacionalización.
El gran error viene de la negativa del Gobierno socialista a reconocer la realidad del sistema financiero español en el inicio de la crisis, lo que llevó a la toma de decisiones equivocadas en el proceso de saneamiento que generaron continuas dudas en los mercados. Hoy, llevamos tres reformas financieras desde que en junio de 2009 se creara el Frob -más una cuarta que aprobará el Gobierno ese viernes-, 15.762 millones del erario inyectados a los bancos, un sinfín de fusiones… y los inversores internacionales siguen con las mismas dudas sobre nuestras entidades. Por el contrario, países como EEUU o el Reino Unido encauzaron sus problemas con la banca afrontando la crisis desde un primer momento y asumiendo el control de las entidades que lo precisaban. El martes conocíamos que el Tesoro de EEUU iba a ganar 11.500 millones de dólares con la privatización de un porcentaje de las acciones de la aseguradora AIG, nacionalizada en 2008, sólo tres días después de la quiebra de Lehman.El Estado va a entrar en el grupo presidido desde ayer por Goirigolzarri mediante la conversión en acciones de la deuda asumida por el BFA con el Frob de 4.465 millones de euros. El Gobierno ha llegado a una solución positiva para el sector, para el banco y para sus clientes, ante un problema que se le había enquistado. Llega a Bankia un banquero de prestigio, capaz de sanear y profesionalizar la entidad. Dejar caer al banco -el cuarto por activos- hubiera sido una total irresponsabilidad por parte del Gobierno por la incertidumbre que habría generado entre millones de clientes, pero sobre todo, porque podría haber puesto en grave riesgo de quiebra todo el sistema financiero español, cuya credibilidad quedaría bajo mínimos ante los inversores internacionales. Sorprende por ello que los consejeros socialistas, a las órdenes de Tomás Gómez, se abstuvieran en la votación y calificaran de «inmoral» el nombramiento de Goirigolzarri con la excusa de que obtuvo en su día una pensión de 52 millones.La solución del Gobierno no puede hacernos olvidar el nefasto papel que han jugado todos los actores de esta película. Blesa y Olivas -en Caja Madrid y Bancaja- gestionaron sin control la etapa de crecimiento económico, y Rato fue incapaz de enderezar en dos años la herencia recibida. Pero hay que elevar el tono de la crítica hacia el Banco de España, que hace menos de un mes autorizaba a Bankia a seguir su plan en solitario, e incluso aprobaba el pago de bonus de 2011 a sus directivos. Hay que exigir a Fernández Ordóñez responsabilidades por su inexplicable inoperancia ante la mayor crisis del sector desde la intervención de Banesto. Igualmente censurable ha sido la actuación de la CNMV, que suspende la cotización de una empresa ante la más mínima noticia que afecte a su futuro, mientras ha dejado que los accionistas de Bankia perdieran un 12% desde el lunes sin enterarse de que el valor está en caída libre.Bankia ha sido rescatada y es lógico pensar que empezará a recomponer sus maltrechas finanzas. Pero ofrece una lección que nadie debe olvidar: los problemas del sistema bancario sólo tienen soluciones financieras y hay que acometerlas con decisión en su momento.