60 años de la fundación de la República Popular China (3)

Nace el poder rojo en China

Como decí­amos en la entrega anterior, las consecuencias del levantamiento popular y patriótico del Movimiento del Cuatro de Mayo en 1919 iban a ser de profundo alcance para la revolución china. A diferencia de los anteriores movimientos democráticos y antiimperialistas, en esta ocasión un nuevo factor, todaví­a en gestación, iba a resultar decisivo. La influencia de la Revolución de Octubre en Rusia, sólo dos años antes, está actuando como una piedra lanzada en medio de un estanque: sus ondas concéntricas se expanden por todo el mundo. También por China.

“Las salvas de la Revolución de Octubre trajeron el marxismo a China” (Mao Tsé Tung) Justo en el momento en que la revolución olítica, social y cultural del Movimiento del Cuatro de Mayo está en su auge en el otoño de 1919, Chen Duxiu, decano de la universidad de Pekín y editor de una prestigiosa revista reformista llamada Nueva Juventud, invita al bibliotecario de la universidad, Li Dazhao –que había formado un grupo de estudio con jóvenes universitarios sobre el marxismo– a escribir un número monográfico de la revista dedicado al marxismo. Su publicación va a atraer a numerosos lectores de la influyente revista hacia la órbita del marxismo, entre ellos al propio decano de la universidad. Apenas año y medio después, en julio de 1921, se celebra en Shanghai la asamblea fundacional del Partido Comunista de China (PCCh), a la que sigue, días después, la realización del Primer Congreso al que asisten apenas 12 delegados (entre los que ya se encuentra el joven Mao Tsé Tung) para una población que ya entonces supera los 300 millones de habitantes. Con la fundación del PCCh, una nueva fuerza política y de clase, que en el curso de pocos años se va a volver decisiva, entra en la escena política de China. Vuelven los señores de la guerra Los 5 años siguientes van a estar caracterizados por la política de alianza y colaboración entre el Kuomitang del Dr. Sun Yat sen y el PCCh, que sigue fielmente las directrices de la IIIª Internacional de sostenerlo plenamente a fin de llevar a término el triunfo de una revolución democrática dirigida por la burguesía nacional china.Sin embargo, la muerte de Sun Yat sen en 1926 desata las disensiones en el seno del Kuomitang. Hasta 5 caudillos militares se disputan su sucesión. Las contradicciones y luchas entre las diversas camarillas de caudillos militares de China no hacían, en realidad, sino reflejar las contradicciones y luchas entre las distintas potencias imperialistas que pugnaban por hacerse con el dominio de China. En la mayor parte del país, tras un golpe de Estado contrarrevolucionario, se impone el general Chiang Kai-sek, al frente de una alianza con otros 3 caudillos militares, coalición liderada por los intereses conjuntos del imperialismo anglo-estadounidense. En el norte se hace fuerte el señor de la guerra Chang Tsuo-lin bajo los auspicios del imperialismo japonés. Pero por encima de las divergencias que los enfrentan, las potencias imperialistas imponen un punto en común para todos ellos: poner fin a la colaboración de los comunistas y, en ese mismo movimiento, acabar con el Partido Comunista.Pese a la resistencia, especialmente en Cantón donde los obreros y los soldados revolucionarios realizan unidos un levantamiento y establecen un poder popular librando encarnizados combates con las tropas contrarrevolucionarias directamente respaldadas por el imperialismo, una feroz represión se abate sobre los comunistas chinos. La dirección del partido, atenazada por su obediencia a Moscú que sigue insistiendo hasta el final en la colaboración con el Kuomitang, no toma ninguna medida de defensa y protección, mientras miles de militantes y cuadros comunistas, tal vez decenas de miles –incluido el fundador del partido, Li Dazhao– son ejecutados sumariamente sin juicio en calles y plazas públicas. Los caudillos militares creen haber acabado con el PCCh de un solo golpe. Pero están profundamente errados. En realidad, con el golpe, lo que han hecho es crear las condiciones para que del seno del PCCh cristalice, dotándose de un poder territorial, una nueva línea ideológica y política dirigida por Mao Tsé Tung. El nacimiento de algo más que un poder rojo En efecto, tras la feroz represión del Kuomitang, Mao Tsé Tung junto a un pequeño grupo de comunistas se dirige hacia la región fronteriza de Junán-Chiangsí, donde, en su área más montañosa, instaura una base de poder rojo dirigido por el PCCh, el soviet de Chiangsí, denominado como República Soviética de China.No era éste el primer intento. Ya inmediatamente después del golpe de Chiang Kai-shek, los campesinos de la región de Jaifeng y Lufeng se sublevan tres veces, en abril, septiembre y octubre, y establecen allí un régimen revolucionario, que se sostuvo hasta abril de 1928. En el Este de la provincia de Junán, los campesinos insurrectos ocupan en septiembre de 1927 una zona que abarcaba Liuyang, Pingchiang, Liling y Chuchou. Entretanto, en el Nordeste de la provincia de Jupei, decenas de miles de campesinos realizan un levantamiento armado en Siaokan, Macheng y Juangan, y ocupan la capital del distrito de Juangan durante más de treinta días. En el Sur de Junán, los campesinos insurrectos de Yichang, Chenchou, Leiyang, Yungsing y Tsising establecen en enero de 1928 un régimen revolucionario, que durará tres meses. Pero sí es el primero que no es fruto de una rebelión espontánea o de una respuesta inmediata a los golpes de la contrarrevolución. Detrás de la instauración del soviet de Chiangsí, aparece un original, penetrante y poderoso pensamiento capaz de integrar las verdades universales del marxismo con la realidad concreta de la lucha de clases en China.En unos momentos donde la práctica totalidad de Partidos Comunistas existentes, recién formados, no tienen otra política ni otra línea que la de seguir invariablemente las consignas y directrices de la IIIª Internacional, en el PCCh, la línea liderada por Mao Tse-tung se atreve, a contracorriente de las tendencias entonces dominantes en el seno del Movimiento Comunista Internacional, a pensar con su propia cabeza y andar con sus propios pies, adquiriendo un conocimiento exacto de la tendencia de las diferentes clases en su propio país mediante una seria investigación y estudio, y no repitiendo ciegamente las palabras de otros, copiando la experiencia ajena sin análisis ni dando virajes siguiendo el bastón de mando de ciertas personas del extranjero.Por contra, Mao Tsé-tung ya en 1928 al analizar porqué puede subsistir un poder rojo en China asienta tres premisas estratégicas que reflejan con exactitud científica la naturaleza particular de la revolución china. En primer lugar que, dado que China se halla dividida en esferas de influencia entre distintas potencias imperialistas, es inevitable que estallen continuos conflictos internos en el régimen de las clases reaccionarias locales como reflejo de las disputas imperialistas. En segundo lugar, que tras la vacilaciones e inconsecuencias mostradas por la burguesía nacional tras la revolución democrática de 1911, es la proletariado y a su partido a quien corresponde tomar la dirección de la revolución democrático-burguesa, porque son los únicos capaces de llevarla hasta el final. Y, en tercer lugar, que siendo China un país semicolonial y semifeudal, aunque la fuerza dirigente de la revolución sea el proletariado, la fuerza principal la constituyen los campesinos y el método principal para desarrollarla, a diferencia de lo ocurrido en Octubre del 17 en Rusia, ha de ser ir del campo a la ciudad.

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