Las protestas entran en su primera semana

Musaví­ avanza en las calles y en el régimen

A pesar de que en teorí­a han dicho su última palabra, la calle no se calla. Las autoridades iraní­es -el poderoso Consejo de Guardianes- ha dejado claro que los comicios no se repetirán, y que en todo caso se atenderán las denuncias de fraude recontando los votos en aquellos distritos donde la oposición haya presentado una reclamación. Pero a los millones de partidarios de Musaví­ esto les sabe a poco, y no dejan de inundar las avenidas. Ante un movimiento in cescendo, el lí­der reformista sabe que ahora el tiempo empieza a jugar a su favor, y perfila su estrategia. Hace llamamientos a «no bajar los brazos» y a «protestar de manera pací­fica», dando directrices de no caer en provocaciones ni de provocar disturbios, y emulando de forma explí­cita los movimientos de resistencia pací­fica.

Ayer, cuando las rotestas entran en la primera semana, las calles de Teherán volvieron a inundarse con cerca de un millón de seguidores del candidato reformista. El fondo sigue siendo el mismo: denunciar el fraude -que según ellos ha cometido el gobierno de Ahmadinejad, ganador de las elecciones con un 64% de los votos- y exigir la anulación de los comicios y la repetición de los mismos. Las formas sin embargo se van afinando: la de ayer era una manifestación de luto por los ocho muertos –otros hablan de 13, y otros de muchos más en las provincias- del movimiento verde, fallecidos en los violentos choques con los antidisturbios o con los basijs, la policía moral del régimen, fiel al líder conservador. En la gran manifestación de ayer, en la plaza Imán Jamenei –curiosamente el guía supremo de Irán, que apoya a Ahmadinejad y que ha ordenado el cese de las movilizaciones- predominaba el negro del luto, salpicado por telas verdes del emblema reformista. Justo cuando no cabía ni un alfiler, un coche se abrió paso hasta el centro de la plaza. A su techo se subió el candidato reformista, Musaví, que en un tono sereno, animó a sus seguidores a continuar la protesta de manera pacífica, y a participar en la Oración del Viernes en la Universidad de Teherán –uno de los centros de la oposición y donde antesdeayer los estudiantes de diversas residencias fueron asaltados con gran violencia por grupos armados de basijs-. En los lindes de la manifestación, los partidarios de Musaví habían organizado esta vez un eficaz servicio de orden para prevenir cualquier tipo de incidente. La de ayer acabó sin incidentes graves, y no es casual que se mencionara la consigna de “hacer como Ghandi”. El movimiento opositor –al fin y al cabo encabezado por hombres del régimen como Musaví, Rafsayaní o Jatamí- busca adaptar sus formas para hacerse tolerable por el mismo, por cambiarlo desde dentro sin romperlo, y sobretodo no aparecer como creadores de disturbios. Esto es importante en un país donde las instituciones –en especial el líder supremo- tienen un gran poder para ilegalizar personas y movimientos.Musaví escoge cuidadosamente las formas. Busca manifestaciones masivas pero pacíficas, con consignas como “¿donde está mi voto?”, alejadas de otras como “¡muerte al dictador!” que se oyeron en las primeras jornadas. Otras como “Alahu Akbar” (Dios es el más grande), o la participación en la Oración del Viernes buscan que la bandera de la religión –al fin y al cabo la bandera del régimen teocrático- no sea entregada a los conservadores. Esto tiene una importancia máxima para atraer o tranquilizar a gran parte de las masas del país, en las urbes o en el campo, y sobretodo para ganarse a sectores muy influyentes del clero y la clase política.Precisamente por eso el ex-presidente Jatamí, que se retiró de la candidatura reformista precisamente para allanar el camino a Musaví, está movilizando a la influyente Asociación de Clérigos Combatientes, que agrupa al clero reformista y de la que es uno de sus miembros más destacados, para organizar una gran manifestación mañana sábado. La marcha, que contaría con el permiso de las autoridades y con la presencia de Jatamí y Musaví, permitiría la presencia de prensa extranjera, que de momento tiene una severa prohibición para cubrir las movilizaciones no autorizadas.De momento parece que la táctica le da resultado. La iniciativa la tienen los reformistas y no parece que los conservadores puedan quitársela. Las acusaciones de que el movimiento de protesta están impulsadas desde las potencias occidentales deseosas de desestabilizar Irán se tambalean cuando detrás de Musaví –que fue mano derecha de Jomeini- aparecen dos ex-presidentes y cada vez más elementos de la teocracia o de los tecnócratas, incluso muchos de los que hace unas semanas se definían como “conservadores moderados”. Tal es el grado de polarización –también en las elites dirigentes- que tiene lugar ahora en la República Islámica.

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