Medios de Comunicación

Murdoch y el «algo habrá hecho»

El cierre de News of the World, el periódico británico del magnate Rupert Murdoch, ha levantado el polvo de los rincones, suscitando la satisfacción de los «medios éticos» y rí­os de tinta sobre el despertar de las conciencias. Hasta el punto de aparecer en un mismo párrafo, compartiendo espacio, «Sálvame» de Telecinco, News of The World, y la red Echelon de la NSA. Lo que nadie se ha preguntado es por qué esto ahora, y sobretodo qué tiene que ver la basura con los residuos radioactivos.

El escándalo saltó cuando se sacó a la luz que el semanario sensacionalista se habí­a «colado» en el buzón del móvil de Milly Dowler, una niña asesinada de 13 años. A lo que se ha sumado las denuncias de familiares de las ví­ctimas del terrorismo en el metro de Londres en julio de 2005 que habí­an sido rastreados ara cosechar datos que conmovieran, interesaran, enardecieran a los clientes.   Cierto es que el hecho de que empresas como Coca-Cola, The Body Shop, Renault, Mark & Spencer, Ford, Aldi o NatWest, retiraran su publicidad del medio es ya de por sí­ una razón de peso para que la dirección del emporio informativo no permaneciera impasible. Pero lo cierto es que News Corporation, el emporio encabezado por Rupert Murdoch, que posee medios como The Sun, The Times, Wall Street Journal, o canales como la Fox o Sky, es el conglomerado informativo más poderoso del planeta, y no es creí­ble que un escándalo así­ pueda obligarle a cerrar uno de sus periódicos más rentables e influyentes, – con 150 años de historia, ocho millones de ejemplares y once años el periódico más vendido del mundo – sin que otros factores polí­ticos hayan actuado.   De hecho, pese al cierre y que 280 trabajadores hayan ido a la calle, Rebekah Brooks, consejera delegada del grupo y responsable directa de las escuchas, no tardará en «recolocarse» en la dirección de la corporación. Muchos medios ya apuntan a que la edición de The Sun pasará a cubrir el fin de semana, sustituyendo al difunto News of the World.   El grupo de Murdoch es actualmente uno de los principales portavoces, si no el principal, de la oligarquí­a norteamericana, en particular, un destacado representante del ala republicana. Aunque no podemos aún ubicar con precisión el significado del cierre del histórico periódico sensacionalista, si sabemos que es imposible pensar en una caí­da provocada por el «morbo» frente a la «ética periodí­stica». Más probable es que la mayor debilidad norteamericana – en los últimos dí­as desde China hasta Alemania, los enanos le crecen a la superpotencia norteamericana y su polí­tica de saqueo ha extendido sus objetivos a Italia levantando ampollas – y las disputas internas entre republicanos y demócratas por la ampliación del techo de la deuda, se refleje también en las contradicciones que deben afrontar sus monopolios.     El procedimiento se asemeja más a una operación de servicios secretos que han puesto al descubierto la red de espionaje del mayor monopolio informativo del planeta.  Por otra parte, pretender meter en el mismo saco el periodismo rosa o basura, y los residuos radioactivos de la red de espionaje norteamericana, como si de una misma cosa se tratase, es pretender confundir a todo el mundo, y otorgar a los principales servicios secretos del planeta un leitmotiv basado en el cotilleo. Ridí­culo.   Como también lo es el sistema de pensamiento que le corresponde a esta lógica, fundamentado en que una ví­ctima es parte responsable del delito: «¿cuando dejarán de existir consumidores de estos productos podridos?»… pues cuando dejen de ofrecerse. Al igual que un asesinato no se comete si no hay asesino, considerar que la ví­ctima «algo habrá hecho», como por ejemplo encender el televisor o comprar el periódico, es tan detestable como el periodismo de alcahueta podrida. ¿Que se puede elegir?… ¿sí­?, ¿seguro?    

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