Inmigración

Muerte en la costa

En la patera vení­an una treintena de magrebí­es que habí­an partido de Tan Tan, en el Sáhara marroquí­. El primer aviso lo dio una patrulla de la Policí­a Local. Cuyos miembros se percataron de que llegaba y vieron como encallaba. Pero no fueron éstos los que se acercaron en su rescate, no se encuentra datos de lo mismo.

Sí fue la actuación de Cristhian Hunt, un surfero uruguayo vecino, residente de la costa. Avisado or su mujer y a pesar del mal estado del mar no dudó en lanzarse al mar a por ellos, su actuación junto con la ayuda de vecinos que se acercaron para facilitar la llegada a la orilla, concluyó con el rescate de 6 de los inmigrantes, 5 de ellos han sido ya dados de alta y 1 permanece ingresado por una dolencia renal. Cuando llegó al cayuco los que mejor suerte tuvieron estaban morados y con síntomas de hipotermia, unos 5 o 6 ya estaban hundidos. Relata que lo que más le impactó fue cuando un menos de 14 años le instó , gritándole en francés, que rescatara primero a un niño menor que él.Desde luego llama la atención, como esta patera pudo llegar hasta casi 20 metros de la costa sin ser detectada por el SIVE (Sistema Integral de Vigilancia Exterior) a pesar de que sus sistemas electrónicos estaban funcionando a pleno rendimiento. Este hecho pone en evidencia los límites de este sistema, que deberían ser reforzados. Pero más llama la atención que siendo una patrulla de Policía Local quien detectó la el vuelco de la patera, no aparezcan en ningún momento del rescate de los inmigrantes supervivientes.A pesar de lo conmovedor de la historia, por la edad de los chicos, por la cercanía de la costa que se divisaba ya desde donde estaban, de la actuación de los vecinos, lo que más conmueve es que esta no es una más de tantas historias que se repiten en nuestras costas canarias y andaluzas, ni será la última que se repita. Ha sucedido antes de que estallara esta crisis mundial y seguirá sucediendo cuando pase. Esa es la realidad de muchos países y persona, donde la vida, no vale demasiado ni para las instituciones de sus lugares de origen ni para las de su lugar de llegada. Ni para las instituciones internacionales. En unos momentos que se habla de tragedia para el capital financiero, no hay que cansarse de escribir sobre las tragedias reales de la gente, tanto de España, como en los países del tercer mundo donde la tragedia se da en unos grados cualitativamente diferentes.

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