Todos los medios globales, y los representantes de los principales centros de poder del planeta, han dirigido su mirada hacia Reino Unido al conocerse la noticia del fallecimiento de Isabel II. Es un acontecimiento de una importancia global, en un momento especialmente convulso. Y que afectará a un país clave como Reino Unido.
Es significativo que dos medios tan dispares como El País, el principal periódico español, y el Global Times, revista internacional oficiosa del PCCh, hayan utilizado la misma palabra para valorar la era “postisabelina”. “La muerte de Isabel II sitúa al Reino Unido ante un futuro incierto”, afirma El País. “La reina Isabel II llorada por los líderes mundiales. El nuevo gobierno británico se enfrenta a más incertidumbres”, titula Global Times.
No es posible entender la dimensión de la muerte de Isabel II sin partir en primer lugar del papel que juega la monarquía en Reino Unido.
Desde hace casi cuatro siglos el desarrollo del capitalismo y del imperialismo británico han ido unidos a la Corona, actuando como viga maestra del Estado.
Como afirman muchos medios, la Corona actúa en Reino Unido como un “estabilizador”, un factor de estabilidad y de aglutinador social, en un país donde, a pesar de las dificultades vividas en los últimos años, la institución sigue manteniendo el apoyo de dos tercios de la población.
Y la monarquía es también un elemento clave de la influencia imperial de Reino Unido. Isabel II, y ahora Carlos III, no es solo reina o rey de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte. También de otros 14 países, algunos tan importantes como Canadá o Australia.
Y el monarca británico es también el Jefe de la Commonwealth, donde se integran 54 países, que representan a una población de más de 2.500 millones de habitantes. La mayoría de ellos ex colonias británicas, pero también países como Mozambique o Ruanda. Una institución que permite a Londres seguir ejerciendo una influencia política, económica, militar, sobre cada miembro tras la caída del Imperio.
Y esa enorme influencia de la monarquía en Reino Unido se multiplica cuando hablamos de una reina como Isabel II, con 70 años de reinado, el más longevo de toda la historia del país.
Lo que suceda en Reino Unido tiene una influencia global. Es uno de los principales puntos de apoyo de la superpotencia norteamericana, en el terreno político y también en el militar. Ocupa, por ejemplo, un papel clave en el suministro de armamento a Ucrania. Y es un permanente factor de inestabilidad para Europa.
El relevo en la Corona, obligado por la biología, dados los 96 años de Isabel II, llega en el peor momento para Reino Unido, sacudido en los últimos años por sucesivas convulsiones. Desde el Brexit a un independentismo escocés que reclama un nuevo referéndum. Cuando una enorme crisis energética está llevando el precio de la luz a niveles inasumibles, muy por encima del español. O con una especie de “italianización” de la política británica, que tras la dimisión de Boris Johnson ha vivido cuatro presidentes en cuatro años.
Las luces rojas de las élites británicas se encienden ante el reinado de Carlos III. Su figura no parece seguir la máxima de Isabel II de dejar a la Corona fuera de las batallas políticas. Acaban de publicarse 27 cartas enviadas por el entonces Príncipe de Gales al gobierno entonces presidido por Tony Blair, entre 2004 y 2005, donde le exigía cambios legales. Y su prestigio y apoyo popular está a años luz de la reina ahora fallecida. Es incluso menor en las encuestas que el respaldo a su hijo Guillermo.
Son muchas las carpetas calientes que están encima de la mesa de Reino Unido. La forma en que finalmente acabe resolviéndose el Brexit, y la relación que debe establecer Reino Unido con Europa. La cuestión de Irlanda del Norte, agravada por el Brexit, al volver a levantar aduanas con el resto de la isla, que está aumentando los apoyos a la reunificación de Irlanda. O la espina escocesa, con un independentismo que puede resurgir tras la muerte de un elemento de unión como era Isabel II.
Además de poner en cuestión la misma continuidad de la Commonwealth. Algunos de sus miembros ya habían declarado que tras Isabel II se proclamarían repúblicas independientes. Uno de ellos, Barbados, ya lo hizo sin esperar a la desaparición de la reina.
Este es solo un primer repaso a la importancia y las posibles consecuencias del relevo en la Corona británica. Un asunto que preocupa no solo a las élites británicas, también a EEUU. Por eso Biden ha decretado 15 días con la bandera a media asta en todos los edificios oficiales. La muerte de Isabel II puede desestabilizar a su principal aliado, en unos momentos donde Washington retrocede globalmente.
Carlos pdf dice:
«Algunos de sus miembros ya habían declarado que tras Isabel II se proclamarían repúblicas independientes»
Jajaja, aquí en España es al revés. Los industriales vascos, con Sabino Arana a la cabeza, querían montar un Estado independiente de España, para ser República bananera de Inglaterra, por sus intereses metalúrgicos
Éstos del PNV están locos, loquitos, locos
Carlos pdf dice:
Si es que siempre que se habla de la reina de Inglaterra me viene a la mente ésta canción, no puedo evitarlo https://youtu.be/Tnfhv0Cja9E
Carlos, el de los pdfs de dominación mundial dice:
No os olvideis de Gibraltar. En todos los programas de partidos a la izquierda del eurocomunista PCE se planteaba «Gibraltar español», al imperialismo ni agua. En la futura República Democrático Popular les haremos la de Hong Kong