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Mucho ruido y pocas nueces del BCE

Se suele decir que es más importante lo que se hace que lo que se dice. Sin embargo, eso parece no aplicarse a los banqueros centrales. Los mercados mundiales estuvieron pendientes de cada una de las palabras que pronunció el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, el miércoles. Pero la Fed no es la única en enfrentarse a un reto en la comunicación. Parece que el Banco Central Europeo está cada vez más luchando una guerra utilizando únicamente las palabras.

Naturalmente, el principal éxito logrado por el BCE hasta ahora ha sido por medio puramente de la intervención verbal. La promesa de su presidente, Mario Draghi, de hacer «lo que haga falta» para preservar el euro recuperó a los mercados de bonos estatales de la zona euro el año pasado. No se ha gastado ni un euro en el programa de compra de bonos que el BCE anunció, pero el pánico de los mercados de bonos se ha sofocado.

En lo que va del año, el BCE ha hablado mucho, pero ha hecho poco, aparte de recortar los tipos de interés en un simbólico cuarto de punto hasta el 0,5% en mayo. Sin embargo, la recesión de la eurozona continúa, el desempleo ha aumentado y la inflación se ha desacelerado. Excluyendo los impuestos, la energía y los alimentos estacionales, la inflación de la eurozona es del 0,8% interanual, afirma RBS.

Draghi reiteró el martes que el BCE tiene muchas opciones, como más operaciones de refinanciación a largo plazo para los bancos, esfuerzos para mejorar las condiciones crediticias para las pequeñas y medianas empresas y tipos de interés negativos para los depósitos bancarios en el banco central. Pero el BCE no ha estado a la altura de las expectativas del mercado en cuanto a la acción. De hecho, mientras criticaban el elevado desempleo y la fragmentación de las condiciones financieras, los responsables de políticas destacaban que cada opción tiene inconvenientes, al tiempo que argumentaban que esto no significa que el BCE se haya quedado sin munición. Ese discurso empieza a sonar un poco vacío.

La eurozona desde luego se ha beneficiado de unas intervenciones más físicas en otros lugares. El programa de expansión cuantitativa de la Fed ha aumentado el apetito por el riesgo en todo el mundo, relajando considerablemente las condiciones de financiación, y el esfuerzo reactivador del Banco de Japón llegó a intensificar ese apetito a principios de año. Pero ahora esa situación ha cambiado. Las turbulencias en los mercados japoneses han disminuido las esperanzas de que la liquidez del Banco de Japón suplante el efectivo de la Fed. En las cuatro semanas hasta el 8 de junio, los inversores japoneses vendieron 3,5 billones netos de yenes en deuda extranjera, empequeñeciendo las tres semanas anteriores de compras netas de 692.000 millones de yenes, según datos del Ministerio de Finanzas. E incluso en el caso de que la Fed se retractara de su idea de empezar a reducir las compras de bonos, los mercados ahora saben que el grifo del dinero fácil no estará abierto eternamente.

Dicho eso, si la Fed puede al final empezar a retirar sus compras de bonos porque la economía estadounidense se recupera, beneficiará a Europa por medio de un aumento de la demanda mundial. Pero la recuperación de Estados Unidos también resaltará los continuos problemas de la eurozona. El BCE con razón está pidiendo a los gobiernos que actúen y que den una solución duradera a sus economías. En ausencia de eso, las palabras del BCE podrían demostrar no ser suficientes.

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