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Montoro salva los créditos fiscales de la banca

Aunque suene paradójico, Montoro ha hecho un importante regalo a la banca al mantener su tributación en sociedades en el 30% en vez de bajarlo al 25% como el resto de empresas. La razón es que así puede salvar la totalidad de los 40.800 millones de activos fiscales diferidos (DTA) que cuentan como parte de su capital; si bajara el tipo, perdería una parte que tendría que reponer captando recursos en el mercado. Pero además, Hacienda presenta esta medida como un castigo al sector por haberse beneficiado del rescate con dinero público, lo que contradice toda la doctrina gubernamental y del Banco de España de que el rescate ha sido de algunas cajas, no de la banca en general.

Los DTA provienen de las fuertes provisiones realizadas por la banca en los años anteriores para sanear la exposición inmobiliaria y las aportaciones a planes de pensiones, que no son deducibles fiscalmente sino que generan un activo fiscal para el futuro (diferido) que se resta de los impuestos que pagarán las entidades en los próximos años. Con el cambio de la norma de noviembre, el Gobierno garantiza que las entidades recuperarán todos esos activos aunque no tengan beneficios suficientes para restárselos en los próximos 18 años o aunque vuelvan a tener pérdidas o incluso se liquiden. Esa garantía permite que no tengan que deducirse del capital, como exigen las normas de Basilea III, y que las entidades puedan ‘activar’ una parte y apuntársela como beneficio, que es lo que hicieron masivamente las cajas en 2013.

Dado que estamos hablando de cantidades muy importantes –40.800 millones según el Banco de España–, si se lo tuvieran que restar del capital, las entidades tendrían un problema enorme ya que tendrían que captarlo en el mercado o mediante venta de activos. En teoría, si el tipo del impuesto bajara del 30% al 25%, como en el resto de empresas, no tendrían garantizada la recuperación de 6.800 millones de esa cantidad, que deberían restarse de su ratio de solvencia. Esa es la razón por la que el Gobierno mantiene la tributación en los niveles anteriores a la reforma.

En términos de recaudación, la compensación de estos créditos fiscales con los impuestos futuros se va a producir de todas formas, con lo que la pérdida para Hacienda sería la misma. Para que no se resten del capital, concede esa garantía de recuperación en cualquier escenario, pero «la activación de este nuevo mecanismo se producirá solo en supuestos muy restrictivos: íntegramente, en caso de insolvencia o liquidación de la sociedad y, si existen pérdidas contables, de forma limitada a la proporción que representen las pérdidas sobre los fondos propios de la sociedad», según explica el Banco de España.

Con la reforma fiscal sí cambia un aspecto relevante para los DTA: hasta ahora, sólo podían compensarse con los beneficios futuros de los próximos 18 años; y si la entidad no tiene beneficios suficientes en ese período, los recuperaba como valores de deuda pública en el año 19; con la reforma fiscal, desaparece ese plazo, por lo que los créditos fiscales se podrán recuperar hasta el infinito y no se recuperan en el año 19. A efectos de solvencia da igual: lo que le importa a Basilea III es que su recuperación esté garantizada en caso de pérdidas o quiebra para que cuenten como fondos propios.

Hacienda lo presenta como un castigo por el rescate

Lo más llamativo de este asunto no es que Hacienda haya hecho una excepción en la norma para favorecer a la banca. Ni siquiera que lo niegue, para no verse contaminada por la mala imagen del sector. Lo más sorprendente es que justifique la medida exactamente por lo contrario: como un castigo a la banca por el rescate. «Durante los años de la crisis el sector ha sido tratado de forma específica por los programas de asistencia financiera. Este tratamiento no se ha dado en otros sectores y por eso es lógico mantener el tipo incrementado, con el fin de que se compense esa asistencia«, aseguró el lunes el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferre.

Aparte de ocultar la cuestión de los DTA, la explicación de Hacienda choca frontalmente con la tesis de Economía, el Banco de España y el propio sector: no se ha rescatado con dinero europeo al conjunto de la banca, sino a las cajas; y no a todas, sólo a algunas cuyas deficiencias de gobernanza y excesiva asunción de riesgos las había llevado a la insolvencia. Partiendo de este argumento, la explicación de Hacienda es injusta e indiscriminada, puesto que castiga por igual a justos y pecadores. Máxime teniendo en cuenta que los justos (la banca ‘sana’) han puesto 15.000 millones para mantener vivas a las cajas inviables.

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