Tras FCC y OHL, expresión del «boom del ladrillo», ahora le toca el turno a Abengoa, representante de un sector estratégico y de alta tecnología como son las energías renovables. ¿Qué hay detrás de la anunciada quiebra de Abengoa? ¿Es solo producto de los excesos cometidos en la época de bonanza, que han dado lugar a una deuda inasumible? ¿O detrás de los problemas de piezas cada vez más valiosas del Ibex-35 está también el saqueo exterior por parte del capital extranjero hacia las riquezas nacionales, permitido por una oligarquía española dispuesta a entregar España a trozos para conservar sus negocios?
La losa de la deuda o el Ibex-35 en el punto de mira
El Corte Inglés, la empresa más emblemática del desarrollismo español, se ha visto obligada, para aliviar sus problemas de tesorería, a vender un 10% de sus acciones a un fondo de Qatar. Esta es seguramente una de las imágenes que mejor ilustran el aumento del grado de penetración del capital extranjero en la economía española.
Otro de los monopolios emblemáticos de la oligarquía española, Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) se ha convertido en otra pieza “abatida”. La familia Koplowitz, accionista histórico de la firma, ha perdido el control de la compañía en favor de Carlos Slim, el magnate mexicano directamente vinculado al gran capital norteamericano.
Y el Grupo Villar Mir está embarcado en una frenética carrera de desinversiones y renegociaciones con la banca para reducir su deuda y no perder también el control de la compañía.
Ahora le ha tocado el turno a Abengoa, obligada a presentar un preconcurso de acreedores. La multinacional sevillana de energías renovables ha sido apartada del Ibex-35, y el valor de sus acciones se ha desplomado hasta un 70%. Amenazando incluso la misma continuidad de uno de los principales monopolios de alta tecnología españoles.
«En Abengoa se cruzan la independencia energética, en base a las energías renovables, y el cambio en el modelo productivo hacia los sectores de alta tecnología»
La razón está en una deuda que todos presentan como “indigerible”. Abengoa tiene una deuda bruta acumulada de 8.093 millones de euros, y debe afrontar pagos a los acreedores por valor de 3.500 millones en los próximos dos años. Además, la multinacional andaluza de energías renovables tiene pendiente una deuda con proveedores de 5.469 millones de euros, y su pasivo total, sin tener en cuenta los fondos propios, alcanza los 24.740 millones de euros.
Es el resultado de un frenético proceso de internacionalización acometido en los últimos veinte años, y que fue financiado recurriendo como medio principal al endeudamiento, especialmente con el capital extranjero.
Abengoa es uno de los ejemplos máximos de la expansión internacional de los grandes monopolios españoles. El 86% de su facturación proviene de fuera de España. Un tercio de ella llega de América del Sur, especialmente de Brasil, el gigante del mundo hispano. Pero más de un cuarto está localizada en EEUU, donde Abengoa se ha abierto paso alcanzando suculentos contratos.
Esa montaña de deuda, que en las épocas de bonanza alimentó su expansión mundial, se ha convertido ahora, cuando los acreedores, especialmente la gran banca y el capital extranjero, exigen a toda costa su devolución, se ha convertido en un dogal que amenaza con llevarse por delante a uno de los más emblemáticos monopolios españoles.
«La liquidación y despiece de Abengoa, o su entrega al capital extranjero va en contra de los intereses nacionales y de una salida a la crisis»
¿Era inevitable que esa gigantesca deuda acabara por provocar la quiebra de Abengoa? En otras compañias, por ejemplo en el caso del Grupo Prisa, la gran banca nacional y extranjera, propietaria de la deuda, ha aceptado un “rescate” bajo la forma de una reestructuración y quita de la deuda. Pero en el caso de Abengoa esta posibilidad se ha negado.
Estaba en marcha una alternativa que hubiera permitido la viabilidad del pago de la deuda, en la que participaba capital español. El grupo Gestamp (una compañía de alta tecnología en el sector del automóvil, con sede en Burgos) habia alcanzado un acuerdo para entrar en el capital de Abengoa, a través de su filial de energías renovables Gonvarri, desembolsando 350 millones de euros que aliviaran los problemas de tesorería ya haciéndose con el 28% de las acciones. La condición para que este acuerdo se materializase era que la banca facilitase un paquete de crédito de entre 1.000 y 1.500 millones. Pero ha sido la gran banca extranjera quien lo ha vetado, precipitando la caída de Abengoa.
El grueso de la deuda de Abengoa está en propiedad de grandes bancos, los extranjeros Federal Financing Bank, HSBC y Credit Agricole y los españoles Santander, Bankia, CaixaBank y Sabadell, principalmente. Y el 60% de la deuda de Abengoa es propiedad del capital extranjero.
Desde hace varios meses el capital extranjero ha señalado a Abengoa, como una de las piezas más codiciadas del tablero español, utilizando la deuda como principal ariete.
La agencia de calificación Moody´s, uno de los “brazos armados financieros” del gran capital norteamericano, rebajó la calificación de la deuda de Abengoa desde B2 a B3, ambas dentro del grado de especulación. Advirtiendo además que Abengoa necesitaba urgentemene “ventas adicionales de activos y compromisos adicionales con los bancos”.
Paralelamente, Deolitte (la auditora oficial de Abengoa, que ha dio el golpe de gracia a Bankia con un demoledor informe) anunciaba que existía “dudas significativas sobre la capacidad de la sociedad para continuar como empresa en funcionamiento”.
El guión se repite insistentemente, desde Bankia a FCC, OHL o Abengoa. Utilizando la losa de la deuda para conducir a una situación asfixiante que obligue a entregar a precio de saldo el control de la compañía, principalmente a representantes del gran capital extranjero.
El “caso Abengoa” y la independencia energética
Abengoa no es Martinsa, la inmobiliaria que protagonizó la hasta ahora mayor quiebra en la historia económica de España. Ni siquiera es FCC o OHL, históricas constructoras que ampliaron su negocio hacia los servicios.
Todas ellas, aunque a muy diferente nivel, están vinculadas con la “economía del ladrillo”. Por el contrario, Abengoa es una multinacional de alta tecnología, especializada en los sectores de la energía y el medioambiente, destinadas a la producción de energías renovables y biocombustibles, desalinización o reciclaje.
Abengoa es el primer productor español de biocombustibles, y gestiona la planta termosolar mas grande del mundo.
Abengoa es una pieza clave porque se entrecruzan dos cuestiones estratégicas: la independencia energética y el cambio hacia un nuevo modelo productivo que escape de la dependencia del ladrillo y el turismo.
«La elevada deuda que financió la expansión internacional se ha convertido en un dogal que está permitiendo al capital extranjero hacerse a precio de saldo con algunas de las joyas de la corona oligárquicas»
Sin embargo, mientras se rescata con miles de millones de dinero público a bancos y cajas o autopistas de peaje, con deudas más voluminosas que la presentada por Abengoa, gobierno y gran banca española parecen dispuestos a “dejar caer” a la multinacional andaluza.
Santander, La Caixa o Banco Sabadell -que controlan el 40% de la deuda de Abengoa- se han negado a facilitar un acuerdo, ofreciendo como alternativa un concurso de acreedores y una suspensión de pagos que conduciría inevitablemente hacia un despiece y venta a precio de saldo al mejor postor de la compañía.
Mientras que el gobierno de Mariano Rajoy parece apostar por no hacer nada y dejar caer a la compañía, argumentando que “es necesaria una limpieza de las malas prácticas que recorrieron el Ibex durante los años de bonanza”.
Los altos ejecutivos de Abengoa ya se han asegurado indemnizaciones multimillonarias, de hasta 25 millones de euros, si son apartados y la compañía quiebra. Pero la liquidación de Abengoa supondría un golpe mortal hacia un sector estratégico que es necesario impulsar si queremos salir de la crisis.
Las energías renovables, donde España tiene enormes potencialidades, no solo es un motor económico, sino que también nos ofrece la posibilidad de disminuir nuestra dependencia de la combustibles fósiles, avanzando hacia un mayor grado de independencia energética y hacia un desarrollo medioambientalmente sostenible.
Los sectores de alta tecnología ocupan un lugar clave para el cambio de modelo productivo que necesitamos, huyendo de la excesiva dependencia hacia el ladrillo o el turismo.
El desarrollo de la crisis de Abengoa, en los términos en que está ahora planteada, puede conducir a su liquidación, su despiece o a su entrega a precio de saldo a un socio inversor, previsiblemente extranjero.
La alternativa que se corresponde con los intereses nacionales es garantizar la continuidad de Abengoa, colocando sus enormes recursos al servicio del desarrollo de la economía nacional y el cambio de modelo productivo.
Transformando la inversión pública necesaria en propiedad accionarial, que permita el control nacional de la compañía, manteniendo los puestos de trabajo y ampliando su presencia y proyectos en España.
La dependencia siempre sale demasiado cara
El “caso Abengoa” no es ni mucho menos una excepcción. La elevada deuda que financió la expansión internacional se ha convertido en un dogal que está permitiendo al capital extranjero hacerse a precio de saldo con algunas de las joyas de la corona oligárquicas.
El 64% de la cifra de negocios del Ibex-35, donde se concentran los principales bancos y monopolios de la oligarquía, provienen de fuera de España. Es casi el doble que hace 20 años y 17 puntos más que en 2007.
El BBVA obtiene del mercado español solo el 29,3% de su beneficio neto, Telefónica únicamente el 24,9%. Por encima de ellos está el Santander, con solo un 16% de sus beneficios procedentes de España, que ha pasado a ser el tercer mercado en importancia por detrás de Brasil y Reino Unido.
Esta expansión exterior de la oligarquía no se traduce en una elevación de la colocación de España en la cadena imperialista, sino todo lo contrario. Tiene su base en el fiel alineamiento de la oligarquía con los proyectos principales del hegemonismo norteamericano o el imperialismo alemán. Y en una creciente cesión de soberanía económica, política y militar. Ha sido financiada recurriendo a un endeudamiento que sigue creciendo de los grandes bancos y monopolios españoles con el gran capital extranjero, lo que multiplica la dependencia y vulnerabilidad oligárquica.
Y la parte principal de las ganancias oligárquicas en el exterior acaban en manos del capital extranjero, que posee el 43% de las acciones del Ibex-35.
La oligarquía, sin proyecto político propio alguno, entrega España para salvar sus ganancias, aceptando la degradación política del país, el aumento de la intervención hegemonista y el saqueo económico. Buscan proteger el grueso de sus inversiones en el extranjero y participar en España de una parte del saqueo sobre la población y las riquezas nacionales. Sacrificando incluso si es necesario a los sectores más débiles y vulnerables de la oligarquía.
El objetivo de la oligarquía es participar del saqueo al 90% y del expolio a las riquezas nacionales. El rescate bancario les ha permitido apoderarse, cargando los gastos a la población, de la mitad del sistema financiero ocupado por las cajas. Los beneficios del Ibex-35 han aumentado en el primer semestre del año un 39%, el mayor ritmo de crecimiento desde 2011, y los de los seis bancos más grandes son un 48,2% mayores que el año pasado. De Guindos -el representante del ala más proyanqui del gobierno- se ha reunido con los presidentes del Santander, BBVA y La Caixa para diseñar un nuevo salto en la concentración, donde los tres grandes se coman a los bancos medianos que sobreviven.
Pero, al mismo tiempo, el capital extranjero se está apoderando de una buena parte de los beneficios o sectores de negocio de la oligarquía. Endesa, el antiguo monopolio estatal de la electricidad, ha sido desposeída de toda su división iberoamericana que ha pasado a manos de la italiana Enel sin que ésta haya puesto ni un euro. Tras la trituración de las cajas el sistema financiero ha dejado de ser coto exclusivo de la oligarquía y Novacaixagalicia o Evobank han ido a parar a manos de los fondos de inversión yanquis o a capitales vinculados a Wall Street.
Grandes fondos de la oligarquía norteamericana (Cerberus, Lone Star, Blackstone, JP Morgan, Oaktre,…) están haciendo un negocio redondo con la compra masiva del inmobiliario del que la banca necesita desprenderse al precio que sea para sanear sus balances.
El oculto aumento del saqueo exterior
El cambio del modelo productivo español, una de las cuestiones claves que planean sobre el “caso Abengoa”, choca con el dominio cada vez mayor del gran capital extranjero sobre la economía española.
El último informe de BME, la empresa que gestiona el mercado de valores español, demuestra que el capital extranjero ha incrementado, hasta alcanzar un máximo histórico, su dominio sobre la deuda y las grandes empresas españolas. Lo que le permite controlar el 43% de la bolsa española y el 53% de la deuda.
La realidad es que sufrimos un oculto aumento de la penetración del gran capital extranjero, fundamentalmente norteamericano, principal beneficiario del saqueo al 90%.
El capital extranjero controlaba en enero de este año el 41,5% del Ibex-35. Ahora ese porcentaje es incluso superior. Según los datos de BME los grandes fondos extranjeros han aumentado en 95.000 millones de euros su participación en la bolsa española durante los últimos dos años, llegando a acumular 275.800 millones de euros, una cifra que supera en un 52% a la contabilizada a finales de 2012. Y que supone que nada menos que el 43% de la bolsa española, todo un récord histórico, está en manos del capital extranjero.
Y son los grandes fondos de inversión norteamericanos, representantes directos del corazón de Wall Street, los que tienen la mayor parte del control sobre las grandes empresas españolas. Uno solo de ellos, BlackRock controla más de 17.000 millones de euros y participa en más de 70 empresas.
«El capital extranjero controla el 40% de la industria española, el 43% de la bolsa y el 53% de la deuda»
Pero el verdadero dominio del gran capital extranjero sobre las “joyas de la corona” de la economía española es incluso mayor del que ofrecen los datos generales. Así, el Banco Santander sólo reconoce que un 45,3% de sus acciones están en manos de capital foráneo, mientras el BBVA eleva esa cifra al 52,3%. Sin embargo, un reciente informe de la agencia norteamericana Bloomberg desveló que en realidad solo el 5,1% de las acciones del Santander y el 15% de las del BBVA están en manos del capital español. Mientras que el gran capital norteamericano posee el 35% de las acciones de los dos principales bancos del país.
Otro tanto ocurre si miramos al resto de grandes monopolios nacionales: Telefónica, Iberdrola, Repsol, Endesa,… Salvo contadas muy contadas excepciones como Inditex, en el resto el capital extranjero posee el 40, 50 o 60% del capital. Y se apropia, de igual manera, de ese porcentaje de los beneficios que presentan los grandes bancos y monopolios españoles.
Lo mismo ocurre con la deuda pública española. Los últimos datos que ha publicado el Tesoro Público sitúan a los extranjeros como los principales tenedores de deuda española, con 400.000 millones de euros invertidos, lo que representa casi el 53% del total, más del doble que el segundo mayor tenedor de deuda -los bancos españoles- que solo alcanzan el 23,1% del total.
Lo que significa que son los grandes bancos y fondos de inversión franceses, alemanes, norteamericanos o británicos quienes se llevan el 53% de los 36.000 millones de euros que cada año pagamos sólo en concepto de intereses.
Pero además el 40% de los ingresos anuales de la industria española está en manos de las grandes multinacionales de la automoción, de la industria química, electrónica… controladas por el capital extranjero Y en consecuencia ellos se llevan al menos el 40% de la plusvalía producida por la clase obrera española, el 40% de los ingresos industriales, el 40% de las exportaciones.
El cambio del modelo productivo, del que monopolios tecnológicos como Abengoa deben jugar un importante papel, exige como premisa cuestionar la dependencia de la economía española hacia el capital extranjero.