Una violencia inédita en esta antigua república soviética, una de las pocas que no vivió una revolución postcomunista. Sin embargo, las legislativas han reavivado las tensiones reprimidas durante tantos años entre pro-rusos y pro-occidentales. Algunos de estos últimos son partidarios incluso de una unificación con Rumanía.
La actual crisis moldava amenaza con causar nuevos roces entre Rusia y la Unión Euroea, como ya sucedió hace unos años durante las revueltas acaecidas en Georgia y Ucrania. Moscú cree que el presidente moldavo y líder de los comunistas, Vladímir Voronin, tiene razón cuando culpa a Rumanía de estar detrás de los actuales disturbios en Chisinau, la capital de Moldavia. El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, considera además que Bruselas debe tomar cartas en el asunto y parar los pies a Bucarest.»Esperamos que la UE y Rumanía, que condenó públicamente la violencia, actuarán para que no se utilicen las banderas, las consignas rumanas como tapadera para minar la soberanía de Moldavia», dijo en una entrevista con varios medios de comunicación rusos.»Es una prueba inequívoca de que los manifestantes – y en realidad, vándalos – estaban obsesionados con la idea de destruir al Estado moldavo», subrayó. «Esperamos que la Unión Europea y Rumania, que condenó públicamente la violencia, tomen medidas para impedir el uso de banderas rumanas y consignas pro-rumanas como cobertura para minar las bases del Estado moldavo».«Hemos tomado la decisión de introducir un régimen de visados con Rumanía y hemos declarado a su embajador persona non grata», declaró ayer Voronin en la sede del Gobierno. Según sus palabras, los cabecillas de los desórdenes del martes -cuando miles de personas asaltaron las sedes de la Presidencia y el Parlamento y destruyeron todo lo que encontraron a su paso- «están de regreso en Rumanía». Los demás, aclaró el presidente moldavo, «son de aquí y están entre rejas».El presidente de Moldavia, Vladimir Voronin, acusó ayer de financiar los disturbios registrados la víspera en la capital, Chisinau, al empresario Gabriel Stati, el hombre más rico del país y propietario del club de fútbol Dacia. «Conocemos a los protagonistas de estos hechos, parte de ellos ya abandonaron el territorio moldavo, como Gabriel Stati, quien huyó en tres vehículos blindados acompañado de 10 guardaespaldas», dijo el presidenteUna violencia inédita en esta antigua república soviética, una de las pocas que no vivió una revolución postcomunista. Sin embargo, las legislativas han reavivado las tensiones reprimidas durante tantos años entre pro-rusos y pro-occidentales. Algunos de estos últimos son partidarios incluso de una unificación con Rumanía, como demuestran las pintadas que han aparecido en las paredes del hemiciclo.La economía de Moldavia se sustenta en la exportación de la mano de obra: las remesas de emigrados generaron un 38% del PIB en 2007. Numerosos trabajadores moldavos se repatrían estos días de Rusia y países europeos aunque este reflujo no ha derivado todavía en un reto social. Los comunistas pudieron evitar en vísperas de las elecciones parlamentarias la devaluación de la moneda nacional, el leu, paliando así las dificultades económicas. Las autoridades moldavas están preocupadas por lo que consideran una influencia rumana creciente en el país, que fue parte de Rumania hasta 1940. Unos dos tercios de los moldavos son de ascendencia étnica rumana y hablan un idioma prácticamente idéntico. Los demás son de ascendencia rusa y ucraniana.Las protestas del martes también reflejaron una brecha generacional en Moldavia, donde muchos jóvenes miran hacia occidente pero las generaciones mayores apoyan a los comunistas. La violencia comenzó después que por lo menos 10.000 manifestantes, en su mayoría jóvenes, se congregaron frente al Parlamento para exigir nuevas elecciones.Lo sucedido en Moldavia dista mucho de convertirse en una revolución naranja como la de Ucrania en 2004.También la oposición liberal, que tras las elecciones del domingo entró con tres partidos en el Parlamento, se distanció de la violencia de los jóvenes por miedo a que resulte dañada su cuidadosa imagen de alternativa prooccidental.La entrada de Moldavia y otras ex repúblicas soviéticas en la Asociación del Este de la UE, prevista para mayo, no parece correr riesgos. En tiempos de crisis económica, a los moldavos no les interesa que aumente la inestabilidad. Además, a los manifestantes les falta el apoyo de Occidente. La UE y observadores occidentales calificaron la votación de democrática,Todas las «revoluciones de color» que se vivieron hasta la fecha en el espacio postsoviético tuvieron necesariamente un factor externo: cierto árbitro que avalaba a los opositores en su cuestionamiento de los resultados electorales.La República Moldava del Transniéster (en el lado oriental del río Niéster, entre Moldavia y Ucrania) nació al descomponerse la URSS. El presidente moldavo Mircea Snegur aspiraba a reintegrar en Rumania el territorio de Moldavia. En la estrecha franja Transnistria – históricamente parte de Ucrania, habitada por moldavos, rusos y ucranianos- los eslavos se resistieron por las armas a tal pretensión. En 1991, la Republica Socialista Soviética de Moldavia, el 27 de agosto de 1991, proclama su independencia, inclusive la región de Transnistria como parte de la Republica Moldava, con la presencia en esta región del 14º Ejército ruso.Rusia firmó un acuerdo con la OTAN de retirada de su ejército y armamento de territorio moldavo, pero su actual pretexto para no hacerlo en su totalidad se basa en que el llamado gobierno de Transnistria no le permite su retirada.Actualmente es difícil, por no decir, imposible que la situación varíe, para Rusia, la zona es estratégicamente importante, mas, si tenemos en cuenta la posibilidad de que Ucrania entre en la OTAN, a lo que Rusia se opone radicalmente y tener una base al suroeste de Ucrania es una forma de presión, tanto para la OTAN, como para Ucrania.