Michel se hace querer, haciendo sonar todas las campanas en Getafe. Después de salvar una temporada que el Getafe preparaba con aspiraciones europeas y que ha acabado agarrándose a un clavo ardiendo, José Miguel González, Michel, ha renovado por dos temporadas más. Uno de esos entrenadores que huelen a buen futbol, silencioso, pero bueno
Michel, desués de entrenar al Rayo Vallecano y al Real Madrid Castilla, ha llegado al vestuario getafense por la puerta grande. Cogió las riendas del equipo a cinco temporadas de concluir la competición y con el reto de evitar el descenso, lejos ya de las ambiciosas aspiraciones de principio del año deportivo. Socio del club y de juego ofensivo, Michel ha sabido reforzar la confianza del equipo como espina dorsal de la permanencia y, seguramente de la futura progresión: “La idea que yo tenía era trabajar sobre todo el aspecto anímico: creo que los jugadores estaban desanimados y que tienen muy buena capacidad. Se trabaja en los entrenamientos, se trabaja en el contacto directo” “En la valoración de sensaciones y de ambiciones, el equipo ha mejorado mucho y ha demostrado que quiere tener el mando del juego”. La confianza es una de las claves. “Los jugadores han creído en nosotros, han desarrollado lo que les hemos propuesto y lo demás viene dado siempre por los resultados: si el equipo se mantiene el trabajo habrá sido bueno, y si no, dirán que no” – para un periódico local de Getafe –Pese a los malos resultados obtenidos en la dirección del Rayo Vallecano y del Real Madrid Castilla, al que subió a Segunda B, el ex entrenador de las categorías inferiores del Madrid, Michel ha demostrado saber resolver problemas, en nada menos que 5 jornadas. Míchel ha conseguido algo con lo que pocos se hubieran comprometido, dar la vuelta a la situación con un margen de maniobra de cinco partidos. Eso significa que cualquier cosa podía pasar y no tener tiempo para rectificar, ni para probar fórmulas y ajustar los resultados: una decisión, un resultado, cinco semanas. Al final fue manteado, pero es de suponer que ha tenido que ajustar las relaciones en el vestuario y hacer saltar la costra de desconfianza, incredulidad y desidia que inevitablemente habían de reinar en el vestuario. La precipitación del novato llevó al Getafe a romper su línea anterior de entrenadores ofensivos – Quique Flores, Schuster… – confiando en Michel y en la respuesta de la plantilla, que fue inmediata y con rayos de luz con los que iluminar el juego.