Merkel viene a España a pasar revista

«Contra la tentación de contemplar a Merkel como la versión con falda del siempre bienvenido mister Marshall, bastarí­a con recordar su responsabilidad directa en la extensión de la crisis del euro, de la que Alemania por el momento no ha hecho otra cosa que beneficiarse. Demoró conscientemente el rescate a Grecia, contribuyó a desatar la tormenta sobre Irlanda y ha logrado imponer a sus socios una austeridad fiscal próxima al rigor mortis.»

Así que, desués de hacernos la puñeta, llega Merkel a España dispuesta a ofrecer trabajo a nuestros jóvenes más altos, más guapos y mejor formados porque a orillas del Rin escasea la mano de obra cualificada, no como aquí que la tenemos en abundancia y además centralizada en el INEM. El negocio es redondo. Acogerá a unos cuantos miles de posgrados cuya formación le ha salido gratis y tendremos que agradecer a nuestra benefactora el detalle. No hay que engañarse. Alemania nunca nos ha regalado nada. Si sus fondos estructurales nos ayudaron a crecer fue para que comprásemos sus coches y sus frigoríficos de dos puertas. (EL CONFIDENCIAL) EL ECONOMISTA.- El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quiere que los secretarios generales de UGT y CCOO, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, se sienten a la mesa con la canciller Angela Merkel, que estará de visita en España la próxima semana. Además de los representantes sindicales, asistirán empresarios de primera fila de ambos países. La mandataria germana visitará Madrid el próximo día 3 de febrero para presidir junto al jefe del Ejecutivo la 23 Cumbre hispano alemana. Llegará acompañada de seis de sus ministros, pero también por empresarios alemanes y por el presidente de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), Michael Sommer. EL PAÍS.- En Túnez, sigue el pulso entre el Gobierno y la población sublevada. El cambio ocurrido el 27 de enero es una victoria de la calle; el mantenimiento del primer ministro Ghanuchi, símbolo de la colaboración obediente a Ben Ali, es en cambio una garantía dada a los partidarios de una cierta continuidad. Nada está pues decidido y todo parece más incierto a medida que pasan los días. Es inevitable dado el carácter absolutamente original e inesperado de la revuelta contra el régimen. El movimiento ha surgido de las bases profundas de la sociedad, de las clases populares más desheredadas; arrancó en la periferia del país, de las ciudades y pueblos más pobres, para desplegarse en oleadas hasta las ciudades señoriales y alcanzar por último Túnez, la capital. Opinión. El Confidencial Merkel viene a pasar revista a los emigrantes españoles J. C. Escudier Nos visita Angela Merkel la próxima semana y la recibimos en posición de saludo y en perfecto estado de revista. Viaja la canciller a tomarnos la lección, y muy injusta tendría que ser para que Zapatero, que con los idiomas no podrá, pero reformando y firmando pactos sociales es una máquina, no consiga un sobresaliente y el diploma acreditativo de alumno destacado. Conociendo a la alemana, haría bien el presidente en no sacar la cubertería de plata en el almuerzo de celebración, no fuera a pensar la invitada que seguimos viviendo por encima de nuestras posibilidades y atando los perros con longaniza, presumiblemente de Fráncfort. Tras reformar el mercado de trabajo, poner en almoneda aeropuertos y loterías, desamortizar las cajas de ahorro y equiparar la edad de jubilación a la de los sufridos trabajadores teutones, confiamos, al menos, en que Merkel respalde la ampliación del Fondo de Rescate de la UE y permita que pueda adquirir deuda pública europea, lo que disuadiría a los especuladores de seguir tocándonos las narices en las emisiones del Tesoro. Será un buen momento para comprobar si su intención, tal y como se ha publicado, es que dicha ampliación sea costeada por los países que la reclaman, es decir por España, o si se trata sólo de una muestra del conocido sentido del humor germano. Contra la tentación de contemplar a Merkel como la versión con falda del siempre bienvenido mister Marshall, bastaría con recordar su responsabilidad directa en la extensión de la crisis del euro, de la que Alemania por el momento no ha hecho otra cosa que beneficiarse. Demoró conscientemente el rescate a Grecia, contribuyó a desatar la tormenta sobre Irlanda y ha logrado imponer a sus socios una austeridad fiscal próxima al rigor mortis. Vistos en su conjunto, todos estos actos, que no sólo han hecho dudar de que la defensa que Berlín hace del euro sea sincera, sino de que su decisión de enterrar el marco sea irreversible, parecen componer un especie de venganza por los diez años de ajustes y de recortes del Estado de Bienestar que tuvo que afrontar para digerir completamente la reunificación del país mientras la periferia de Europa vivía sus días de vino y rosas. Después de tantos sacrificios, ¿han de acudir los esforzados germanos al rescate de esos corruptos griegos que merecían que se les cortara hasta el yogur por hacer trampas con sus cuentas públicas o de una Irlanda cuyos banqueros han hundido el país entre pinta y pinta de Guinness? Con sus datos económicos del pasado año, el mayor avance del PIB desde la reunificación y un crecimiento que duplica la de la media de la UE, la locomotora alemana mira con altanería a sus vagones de cola, a los que con gusto desengancharía para que entraran en vía muerta y dejaran de ser un lastre. Se oculta, sin embargo, que han sido algunas decisiones de Merkel las que han ralentizado la recuperación europea. ¿Era necesario para Alemania en 2010, con el empleo viento en popa, ejecutar un recorte adicional de sus gastos de 80.000 millones de euros en sus cuentas públicas? Decididamente, no. Del peligro de este renovado ascetismo alemán alertaba hace unos meses el Nobel Paul Krugman: “Parte del problema de la zona euro es que hay muchas vías de contagio, de forma que la austeridad de un país llevan a la depresión a los demás países. Puede parecer bien para un país porque reduce su deuda, pero no tiene en cuenta el coste que impone a sus vecinos con una política restrictiva”. Realmente, se hace difícil entender que un país que vive de su poderosa industria exportadora pueda permitirse el lujo de estrangular indefinidamente a su mercado natural. Así que, después de hacernos la puñeta, llega Merkel a España dispuesta a ofrecer trabajo a nuestros jóvenes más altos, más guapos y mejor formados, especialmente ingenieros, porque a orillas del Rin escasea la mano de obra cualificada, no como aquí que la tenemos en abundancia y además centralizada en el INEM. El negocio es redondo. Acogerá a unos cuantos miles de posgrados cuya formación le ha salido gratis, les salvará del mileurismo o del paro y tendremos que agradecer a nuestra benefactora el detalle. No hay que engañarse. Alemania nunca nos ha regalado nada. El medio millón de emigrantes españoles que acogió hasta los años 70 se ganó las salchichas, y si sus fondos estructurales nos ayudaron a crecer fue para que comprásemos sus coches y sus frigoríficos de dos puertas. Merkel no viene a salvarnos; si acaso, a perdonarnos la vida. EL CONFIDENCIAL. 29-1-2011 Opinión. El Economista Zapatero invita a Méndez y Toxo a comer con Merkel El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quiere que los secretarios generales de UGT y CCOO, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, se sienten a la mesa con la canciller Angela Merkel, que estará de visita en España la próxima semana. Además de los representantes sindicales, asistirán empresarios de primera fila de ambos países. La mandataria germana visitará Madrid el próximo día 3 de febrero para presidir junto al jefe del Ejecutivo la 23 Cumbre hispano alemana. Llegará acompañada de seis de sus ministros, pero también por empresarios alemanes y por el presidente de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), Michael Sommer. Una vez concluyan los encuentros entre los dos gobiernos, Rodríguez Zapatero ofrecerá en el Palacio de la Moncloa un almuerzo de trabajo a Merkel, al que también se ha invitado a empresarios de ambos países y a los líderes sindicales de los dos países, según han informado fuentes del Gobierno. Aún no han confirmado asistencia El Ejecutivo español no tenía confirmación este viernes de que Méndez y Toxo hayan respondido afirmativamente a la invitación, según las fuentes consultadas. Sí está confirmada la presencia en ese almuerzo de los presidentes de Telefónica, César Alierta; Iberdrola, José Ignacio Sánchez Galán; Acciona, José Manuel Entrecanales y La Caixa, Isidro Fainé. Por parte alemana, asistirán los presidentes u otros altos directivos de la empresa de telecomunicaciones Deutsche Telekom, la eléctrica RWE, la multinacional Siemens y el presidente de la Confederación Alemana de Cajas de Ahorro, así como el jefe de la Confederación Alemana de Sindicatos. El objetivo del almuerzo, según fuentes de Moncloa, es que sirva para intercambiar impresiones sobre la competitividad de la economía europea, alemana y española, así como sobre la reordenación en el sector financiero vivida por Alemania y el que ahora emprenden las cajas de ahorro españolas. A los empresarios les permitirá además abordar posibles acuerdos entre ellos, además de analizar con los sindicatos las reformas realizadas en Alemania y aquellas en las que está inmersa España, como la reforma laboral o de las pensiones. La idea de invitar por vez primera a los sindicatos a eventos de este tipo partió de Zapatero y de Merkel en la conversación que mantuvieron el pasado 17 de diciembre en Bruselas en el marco del Consejo Europeo. EL ECONOMISTA. 29-1-2011 Opinión. El País La calle tunecina Sami Naïr En Túnez, sigue el pulso entre el Gobierno y la población sublevada. El cambio ocurrido el 27 de enero es una victoria de la calle; el mantenimiento del primer ministro Ghanuchi, símbolo de la colaboración obediente a Ben Ali, es en cambio una garantía dada a los partidarios de una cierta continuidad. Nada está pues decidido y todo parece más incierto a medida que pasan los días. Es inevitable dado el carácter absolutamente original e inesperado de la revuelta contra el régimen. El movimiento ha surgido de las bases profundas de la sociedad, de las clases populares más desheredadas; arrancó en la periferia del país, de las ciudades y pueblos más pobres, para desplegarse en oleadas hasta las ciudades señoriales y alcanzar por último Túnez, la capital. Estamos ante un movimiento espontáneo, estimulado solo por la cólera, el repudio a padecer los símbolos, los hombres y las mujeres del poder indigno. Pero desde antes de la explosión, los sindicatos regionales y la dirección nacional de la UGTT habían sostenido reivindicaciones sociales concretas (empleo, rechazo de la precariedad, aumento del poder adquisitivo, etcétera) para paliar los efectos de las grandes desigualdades creadas estos últimos años. Lejos de apaciguar estas reivindicaciones, la huida de Ben Ali las ha incrementado: asistimos a un cara a cara entre las aspiraciones populares y las resistencias del sistema instaurado por el expresidente. La revuelta popular reviste dos aspectos: por un lado, exige la disolución de las estructuras políticas del antiguo régimen y la desaparición de los hombres y mujeres que lo representaban; por el otro, demanda una reforma profunda de las relaciones entre grupos sociales que favorezca los intereses de los más desamparados. Todo ello en un contexto de desorganización flagrante y de ausencia de dirección política reconocida y legítima. La figura de esta confrontación es la que opone al Gobierno, sin legitimidad real, y la calle, sin legitimidad formal. Es en este crisol donde se resolverá la revolución democrática tunecina. Lo que ha dado fuerza a esta revolución ha sido la alianza de todas las clases y grupos de la sociedad para deshacerse de la dictadura de Ben Ali; mientras dure esta alianza, las fuerzas que podrían tirar de un lado u otro al país no pueden hacer gran cosa. Pero basta que aparezcan fisuras entre estas fuerzas sociales para que la batalla cambie de contenido. Por ello a los partidarios del antiguo régimen les interesa romper este frente de clase para captar las fuerzas que querían la desaparición de la dictadura pero no del sistema social que les aseguraba una situación cómoda. Las clases medias son los principales objetivos. En los últimos 10 años se han diferenciado. Se han constituido unas clases medias altas en el ámbito de los negocios, las profesiones liberales, el comercio y los servicios, pero la mayoría se ha desclasado socialmente y ha quedado relegada o bien a un funcionariado mal pagado, o directamente a la pobreza. Estas últimas son las clases sociales que, junto a las populares precarizadas y marginadas, han sido la punta de lanza de la revuelta. La indecisión de las orientaciones políticas y sociales del poder actual, añadida a la inseguridad contrarrestada de momento por el toque de queda, podría provocar una situación caótica propicia para la ruptura de la solidaridad entre las clases. El tiempo juega a favor de los partidarios de la autoridad, que esperan la ampliación de esas fisuras para presentarse como un mal menor frente al caos. Los grupos sociales privilegiados denuncian la huelga que persiste, el cierre de los colegios, la inactividad de los servicios públicos, etcétera. El rechazo al "desorden" hace pues su aparición y puede convertirse en el punto de unión de todas las fuerzas que por razones a menudo distintas no quieren correr el riesgo de la aventura. Ghanuchi intenta reunir a su alrededor un amplio abanico de representantes de la sociedad. Pero, a falta de refundición de las instituciones y de reformas, tendrá dificultades en convencer. La policía se esconde y el Ejército se mantiene en una posición arbitral. El general Rachid Ammar, jefe del Estado Mayor, ha recordado durante una manifestación que "el Ejército nacional es garante de la revolución". Frase que puede tener varias interpretaciones. Las manifestaciones en El Cairo van a ayudar seguramente a los tunecinos en su determinación. Pero la represión que empieza en Egipto dará también ideas a los enemigos de la democracia en el mundo árabe. EL PAÍS. 29-1-2011

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