Merkel lanza un salvavidas a Zapatero

«Estas palabras son un valioso balón de oxí­geno para Zapatero en otra jornada en la que los comentarios en los pasillos giraban sobre el riesgo de que tuviéramos que entrar en la UVI de ese superfondo. Merkel tomó la decisión de avalar las reformas de Zapatero en unos momentos en los que además el Bundesbank y los cí­rculos financieros de su paí­s cuestionan la solvencia de España para hacer frente a sus deudas.»

El ropio subgobernador del Banco de España declaró a puerta cerrada en el Congreso hace unos días que «la forma como se están financiando los bancos españoles es un pecado en Alemania». Es evidente que Merkel piensa de forma muy similar al gobernador del Bundesbank, pero ayer se vio forzada a apoyar a Zapatero porque Alemania es el país de la UE menos interesado en que España no pueda afrontar la refinanciación de su deuda. La razón es muy sencilla: los bancos alemanes, por delante de los franceses, serían los más afectados si España no pudiera cumplir con sus obligaciones. (EL MUNDO) LA REPÚBLICA DE LAS IDEAS.- Y, hablando de cinismo cuesta escuchar al presidente del Banco Santander defender el abaratamiento del despido cuando hace algunos años no tuvo reparo en utilizar varios miles de millones de pesetas de los recursos del banco para despedir a dos altos ejecutivos que le podían disputar la presidencia de la entidad financiera. Sería interesante que todos los que reclaman la reforma laboral y el abaratamiento del despido declarasen previamente los blindajes que aparecen en sus contratos: banqueros, empresarios, altos ejecutivos y políticos retirados y en activo. Recordemos tan sólo que los ministros y los secretarios de Estado, cuando cesan en sus cargos, reciben dos anualidades de su sueldo compatibles con cualquier otra retribución. PÚBLICO.- Las izquierdas deben recuperar el análisis de clases, olvidado desde hace tiempo, para entender nuestras realidades y entender que, en contra de lo que se está promoviendo, los estados continúan teniendo un papel central y que las relaciones de poder de clase en cada país son el factor determinante de su desarrollo económico y social, así como de la manera como responden a la crisis. Es más, las mal llamadas multinacionales son en realidad empresas transnacionales, es decir, basadas en un Estado, que operan en varias naciones. Y es imposible entender su comportamiento internacional sin comprender la relación de tales empresas con el Estado en el que se ubica su sede central. Editorial. El Mundo A Alemania le interesa que España cumpla SI EL PASADO lunes Angela Merkel alimentó la incertidumbre sobre España cuando afirmó que nuestro país disponía del «paraguas» del fondo de rescate, ayer lanzó un salvavidas a Zapatero tras la cumbre de Bruselas. La canciller germana declaró que «la UE apoya claramente las medidas de España», que calificó de «muy importantes». Entre ellas, incluyó expresamente la reforma laboral. No hay duda de que estas palabras son un valioso balón de oxígeno para Zapatero en otra jornada en la que el Gobierno se jugaba mucho. El reto más importante era superar la cumbre que culminaba la presidencia española, en la que los comentarios en los pasillos giraban sobre el riesgo de que tuviéramos que entrar en la UVI de ese superfondo. Merkel tomó la decisión de avalar las reformas de Zapatero en unos momentos en los que además el Bundesbank y los círculos financieros de su país cuestionan la solvencia de España para hacer frente a sus deudas. Era también un día clave para un Zapatero que tenía que afrontar la reacción de los mercados sobre su inconcreta reforma laboral. Aunque las valoraciones de las fuerzas políticas fueron negativas, la Bolsa subió ligeramente y el diferencial con el bono alemán se fue reduciendo conforme avanzaba la jornada. Otra buena noticia que le ayudó fue la filtración de que el Santander y el BBVA son los bancos europeos que mejor nota han sacado en el llamado test de stress que mide el nivel de solvencia de las entidades financieras.Lo cual no deja de ser una paradoja que contrasta con el hecho de que los bancos españoles tuvieron que pedir prestados al Banco Central Europeo (BCE) 86.000 millones de euros en el mes de mayo, en el que las restricciones de crédito en el mercado interno han sido notables. Lo que están haciendo los bancos españoles es acudir en auxilio del Gobierno a las subastas de deuda del Tesoro y comprar los títulos que no se pueden colocar entre los inversores extranjeros. Estas compras de deuda son financiadas por el BCE, que presta dinero a los bancos a un tipo muy inferior. Con esta práctica tan heterodoxa, lo que el BCE está haciendo es financiar la deuda española, además de proporcionar liquidez a nuestros bancos. Ello ha provocado malestar en Alemania, donde Axel Weber, el gobernador del Bundesbank, volvió a advertir ayer que «hay que evitar los mecanismos de ayuda permanente». Una forma sutil de decir que el BCE no puede seguir haciendo ese papel. Como revela hoy EL MUNDO, el propio subgobernador del Banco de España declaró a puerta cerrada en el Congreso hace unos días que «la forma como se están financiando los bancos españoles es un pecado en Alemania». Es evidente que Merkel piensa de forma muy similar al gobernador del Bundesbank, pero ayer se vio forzada a apoyar a Zapatero porque Alemania es el país de la UE menos interesado en que España no pueda afrontar la refinanciación de su deuda. La razón es muy sencilla: los bancos alemanes, por delante de los franceses, serían los más afectados si España no pudiera cumplir con sus obligaciones. Ése es el motivo por el que Merkel y Alemania van a seguir apoyando a España hasta que los mercados no se lo hagan imposible. Pero ese respaldo está condicionado a que Zapatero siga con las reformas y el ajuste presupuestario al que se ha comprometido. Cualquier vacilación puede provocar una catástrofe porque el presidente es una especie de equilibrista que nos arrastraría al vacío si da un paso en falso. EL MUNDO. 18-6-2010 Opinión. La República de las Ideas Los tres tenores y otras viejas glorias J. F. Martín Seco Las viejas glorias han salido a la palestra: Aznar, González, Boyer, Solchaga, Solbes; todos ellos dispuestos a repetir la cantinela que nos ha conducido a la situación actual. Si algo debiéramos tener en cuenta, es la no coincidencia entre los ciclos políticos y los económicos. Es frecuente que determinados gobiernos sufran las consecuencias, positivas o negativas, de medidas adoptadas por otros gobiernos. Zapatero es, sin duda, culpable de la actual crisis, de no darse cuenta en el año 2004 de los desequilibrios producidos y de los peligros que acechaban a la economía española, de asumir bobaliconamente una política económica continuista, pero sobre todo de su ceguera para percatarse de la crisis cuando ya estaba encima y de su reacción tardía y a bandazos, dejándose llevar, y sin ninguna resistencia, por la presión internacional. Ahora bien, Zapatero no es el único culpable. La historia viene de muy lejos, al menos de la aprobación del Tratado de Maastricht y de la empalagosa postura de nuestros gobernantes al aceptar sin réplica todo lo que viniese de Europa. España ingresó en la Unión Monetaria bajo unos supuestos falsos, inadmisibles, porque antes o después iban a perjudicar gravemente nuestra economía, beneficiando exclusivamente a Alemania. El euro ha permitido la burbuja económica y financiera que ha enriquecido de manera evidente a una minoría, mientras va a perjudicar a la mayoría de los trabajadores. De aquellos polvos han venido estos lodos. Las culpas deben repartirse entre González, Aznar y Zapatero y sus correspondientes ministros de Economía. Esta crisis ha provocado un enorme déficit público, cuyo origen se encuentra principalmente en la abultada caída de la recaudación, fruto del desmantelamiento de la Hacienda Pública provocado tanto por las diversas reformas fiscales acometidas en el pasado como por el debilitamiento de la Administración tributaria y de la normativa represiva del fraude. Al terminar la época de bonanza, el sistema fiscal ha sido incapaz de mantener los ingresos en unos niveles mínimamente aceptables. No obstante, se decía que bajar los impuestos es de izquierdas y, además, que las rebajas impositivas iban a incrementar la recaudación. La recesión económica en España se ha trasladado al mercado laboral de forma más intensa y más rápida que en los demás países. La causa de este fenómeno hay que buscarla en la ingente precariedad en el empleo ocasionada por las distintas reformas laborales del pasado. Desde que se aprobó el Estatuto de los Trabajadores, no ha dejado de escucharse la misma monserga: la necesidad de reformar el mercado laboral, propiciar la contratación temporal y abaratar el despido. La excusa, siempre la misma, incentivar la creación de puestos de trabajo, pero lo cierto es que el empleo sólo se crea cuando existe demanda y para lo único que han servido las reformas laborales ha sido para que en las épocas de prosperidad el empleo generado fuese de baja calidad y para que en las épocas de crisis la destrucción de puestos de trabajo se esté produciendo a un ritmo mucho mayor que en cualquier otro país. Lo paradójico, por no decir lo cínico, es que ahora, con el objetivo de abaratar aun más el despido, se argumente a base de destacar los efectos nocivos de mantener esa dualidad en el mercado de trabajo y que quienes así razonan sean precisamente los que en otras épocas crearon la precariedad. Si no fuera porque estamos ya curados de espanto, no saldríamos de nuestro asombro al escuchar a Felipe González hablar de lo perniciosa que resulta la temporalidad en el empleo; él, que ha sido el principal artífice de la desregulación del mercado laboral y que estableció toda clase de contratos precarios. Y qué decir de los tres tenores que desde la Universidad Menéndez Pelayo han comparecido al unísono para entonar la milonga de que no encuentran razones para la huelga general. Y, hablando de cinismo cuesta escuchar al presidente del Banco Santander defender el abaratamiento del despido cuando hace algunos años no tuvo reparo en utilizar varios miles de millones de pesetas de los recursos del banco para despedir a dos altos ejecutivos que le podían disputar la presidencia de la entidad financiera. Sería interesante que todos los que reclaman la reforma laboral y el abaratamiento del despido declarasen previamente los blindajes que aparecen en sus contratos: banqueros, empresarios, altos ejecutivos y políticos retirados y en activo. Recordemos tan sólo que los ministros y los secretarios de Estado, cuando cesan en sus cargos, reciben dos anualidades de su sueldo compatibles con cualquier otra retribución, y que, sin embargo, estas cantidades parecerán con toda seguridad baratijas comparadas con otras indemnizaciones que se cobran en el sector privado. LA REPÚBLICA DE LAS IDEAS. 18-6-2010 Opinión. Público Lucha de clases en la UE Vicenç Navarro Una lectura de nuestra realidad que se ha generalizado en las culturas políticas y mediáticas de nuestros países es que vivimos en un mundo globalizado en el que los estados están perdiendo poder, reemplazados por mercados centrados en grandes empresas financieras e industriales (llamadas multinacionales) que se han constituido como las unidades de actividad económica en el mundo. Las derechas neoliberales aplauden esta evolución, a la cual consideran responsable de una enorme prosperidad. Sectores de las izquierdas gobernantes, por el contrario, se lamentan de esta evolución y resaltan los costes que tales cambios significan para las instituciones democráticas, pues asumen que, en este escenario, lo económico es lo que determina lo político. Y concluyen que, en un país pequeño –como España–, atrapado en este sistema globalizado, poco puede hacer el Estado, excepto seguir lo que la globalización (los mercados financieros y comerciales) le exige. Parecería, pues, que no hay otra alternativa que reducir el gasto público y reducir los salarios. Tal teoría, sin embargo, es errónea. Los países escandinavos están entre los países más globalizados del mundo. Debido a su pequeño tamaño, su economía está muy integrada en la economía europea y mundial. La suma de sus exportaciones e importaciones sobre su PIB es la más elevada del mundo. Y, sin embargo, tienen los estados del bienestar más desarrollados y los salarios más elevados de Europa. La causa de ello es que las relaciones de poder (entre ellas las de clase, pero también las de género) tienen una configuración favorable a las clases populares. Las clases trabajadoras, en alianza con las clases medias, han desarrollado unos elevados estados del bienestar (caracterizados por la universalización de los derechos laborales y sociales) y un alto nivel de vida, en contraste con los países del sur de Europa (Grecia, Portugal y España), donde el dominio histórico de sus estados por las derechas ha determinado estados del bienestar escuálidos, unos salarios bajos y un bajo nivel de vida. Acusar de despilfarro y exuberancia de gasto público en estos países como la causa de la crisis del euro, como están escribiendo autores neoliberales, es risible. Las izquierdas deben recuperar el análisis de clases, olvidado desde hace tiempo, para entender nuestras realidades y entender que, en contra de lo que se está promoviendo, los estados continúan teniendo un papel central y que las relaciones de poder de clase en cada país son el factor determinante de su desarrollo económico y social, así como de la manera como responden a la crisis. Es más, las mal llamadas multinacionales son en realidad empresas transnacionales, es decir, basadas en un Estado, que operan en varias naciones. Y es imposible entender su comportamiento internacional sin comprender la relación de tales empresas con el Estado en el que se ubica su sede central. La construcción de la Unión Europea (un paso que valoro positivamente) se hizo en base a una arquitectura institucional neoliberal (….), resultado de la enorme influencia de la banca alemana sobre el Estado alemán, consecuencia, a su vez, de la debilidad de la clase trabajadora, resultado de la gran disponibilidad de mano de obra barata procedente de Alemania oriental y de los países del este de Europa. Tal debilidad explica el estancamiento económico de aquel país, causado por la escasa demanda doméstica (consecuencia de la reducción salarial y del espectacular descenso de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional) y el limitado estímulo económico. Como indiqué en un artículo anterior (…), tales relaciones de poder en Alemania fueron determinantes para configurar el llamado “modelo alemán”, basado en una elevada competitividad debida a un crecimiento de la productividad muy superior al incremento de los salarios, lo que crea una gran riqueza que se concentra en las empresas exportadoras, incluyendo la banca. Gerard Schröeder venció en el conflicto con su ministro de Hacienda, Oskar Lafontaine, y con los sindicatos, que se oponían a este modelo, los cuales favorecían un modelo basado en la demanda doméstica en lugar de en las exportaciones. Algo semejante ocurrió en Reino Unido, donde el Gobierno de Tony Blair dio plena independencia al Banco de Inglaterra y liberalizó la banca, convirtiendo la City (el centro financiero británico) en el centro mundial de los hedge funds (lo cual justifica el nombre que se le dio, “el Wall Street Guantánamo”, por estar más desregulado que el propio Wall Street). Las izquierdas dentro del Partido Laborista fueron derrotadas y los sindicatos marginados. En ambos casos (Schröeder y Blair), el socioliberalismo (la incorporación del neoliberalismo en la socialdemocracia) fue el que contribuyó en gran manera al dominio del capital financiero en la Unión Europea y, con ello, a la enorme crisis de la socialdemocracia en la UE. En Reino Unido, el Partido Laborista pasó de tener el 33% del total del electorado en 1997, al 25% en 2001 y al 22% en 2005. Si este país hubiera tenido un sistema proporcional, el Partido Laborista habría perdido la mayoría del Parlamento ya en 2001. El hecho de que no la perdiera se debe al sistema electoral sesgado, que le permitió mantener la mayoría durante 13 años, lo cual se presentó erróneamente como prueba de su popularidad. La abstención y el desánimo se reflejaron también en la pérdida de la mitad de sus afiliados. Algo parecido ocurrió en Alemania. El programa 2010 de Schröeder fue el inicio de su fin como partido de Gobierno. Perdió las elecciones y el partido pasó de tener 800.000 miembros a 380.000. No fue la socialdemocracia, sino el creciente distanciamiento de los partidos socialdemócratas gobernantes de las prácticas identificadas con tal tradición, lo que condujo a su declive. ¿Pasará lo mismo en España? PÚBLICO. 18-6-2010 Opinión. La Razón Operación Solana José Antonio Vera Llegados a la conclusión de que el mayúsculo descrédito internacional de España puede hacer imposible la recuperación, en los interiores del PSOE se empiezan a producir movimientos cara a la posibilidad de que Zapatero no se presente a las próximas elecciones generales o bien decida incluso poner fin a su mandato con anterioridad para favorecer la recuperación con un cambio en la cúspide del Gobierno que modifique el escenario actual y permita generar confianza. En esas hipótesis surgen varios nombres, algunos de ellos descartados desde el primer momento. Por ejemplo el de Bono, por encontrarse en una situación de imagen que no es ciertamente la mejor, a consecuencia de las informaciones sobre su patrimonio. Patxi López es una opción que suena bien a muchos, aunque tiene el inconveniente de la juventud y el hecho de que dejaría huérfano al Gobierno vasco en un momento en que es mejor no hacer experimentos. Descartada Chacón por sus continuos errores, de los ministros en ejercicio sólo quedan dos bien situados, Ambos, José Blanco y Rubalcaba, se han ido ganando aprecio como gestores razonables y perfectamente podrían encabezar una operación de sucesión, aunque cuentan con el importante hándicap de la imagen popular, que a ninguno acompaña de momento. La vieja guardia felipista cuenta con una carta más segura, ya usada otras veces como solución posible para casos de emergencia. Esa carta lleva impresa la imagen y el nombre de Solana. Por varias razones, en determinados cenáculos socialistas se habla cada vez más del ex alto representante de política exterior de la Unión. Sin duda es hombre de prestigio internacional, bien considerado en Europa y en la OTAN, excelente amigo del vicepresidente norteamericano Joe Biden, y muy respetado en su autoridad en el partido prácticamente por todos los sectores. Solana tiene edad de jubilado, pero sus años son ideales para el momento que vivimos, donde la experiencia y las relaciones se valoran por encima de la mera juventud. Su nombre lo plantean unos y otros para cargos de relieve como una vicepresidencia, incluida la económica, o bien la cartera de Exteriores, a la que su perfil se ajusta perfectamente. Se trataría de fortalecer la imagen del ejecutivo con un peso pesado de prestigio, lo que serviría para dar mayor solidez al gabinete y tranquilizar a los mercados. Por supuesto que algunos van mucho mas allá, y de lo que hablan directamente es de la sustitución de Zapatero por Solana. Llegados a la situación actual, con acumulación de errores y una crisis agravada por la gestión claramente equivocada del jefe del Gobierno, se considera que lo mejor sería que ZP renunciara a acabar la legislatura y diera paso a una persona de proyección mundial como Solana para que formara un gobierno de notables hasta el final de la Legislatura y convocara elecciones, sin que eso significara que fuera el propio Solana el cabeza de la lista socialista. Ciertamente se trata de conspiraciones de salón, pero quienes las defienden y exponen no son gente cualquiera. La preocupación interna en el PSOE es grande por la falta de acierto de Zapatero y más aún por el hecho de que siga sin dar muestras de capacidad de organización, lo que resulta exasperante tanto a nivel interno como en el resto del país. LA RAZÓN. 18-6-2010

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