Merkel impone sus recetas a una débil Francia

«A pesar de que en determinados cí­rculos se especulaba con la posibilidad de que una de las cuestiones a discutir serí­a la creación de los eurobonos, Alemania ya ha hecho saber que no es el asunto prioritario. Steffen Seibert, el portavoz de la canciller alemana, advirtió ayer que las discusiones se centrarán en «las medidas para una mejor coordinación de las polí­ticas económicas» de los distintos paí­ses europeos, dentro del paquete de gobernanza que Alemania impulsa como salida de la crisis.»

En realidad, la Francia de hoy es robablemente el socio más debilitado de la historia del eje franco-alemán. El ministro francés de Economía, Francois Baroin, entiende que «la situación no puede seguir así» por lo que se impone avanzar en el desarrollo de la gobernanza económica de los países del euro, en sintonía con las propuestas de Merkel. Con los bancos franceses en el microscopio después de un ataque especulativo la semana pasada y el calendario electoral a la vuelta de la esquina, Sarkozy no tiene mucho más margen de maniobra que ponerse en sintonía con la canciller. (ABC) EL MUNDO.- Cuando Merkel y Sarkozy se encuentren hoy, junto al Sena, tendrán sobre la mesa el primer proyecto estructurado de gobernanza económica para la UE, un diseño en el que han trabajado a fondo durante las últimas semanas los funcionarios franceses y alemanes y del que puede nacer un primer núcleo de auténtico poder ejecutivo europeo. El plan inicial incluye reforzar el papel de Van Rompuy, crear un Fondo Monetario Europeo e impulsar la unificación de impuestos de sociedades y cotizaciones de jubilación de todos los países del euro. En definitiva, un endurecimiento de la gestión de la Eurozona. EL PAÍS.- La intervención del BCE ha sido exitosa, al menos por el momento, lo que puede provocar efectos colaterales no tan deseables. En primer lugar, cuestiona la independencia del BCE. Una serie de Gobiernos nacionales e instituciones de la UE, siendo incapaces de tomar decisiones cargan sobre el BCE sus propias responsabilidades. De esta forma, el banco actúa como autoridad monetaria y, suplementariamente, fiscal. Esto socava el principio de independencia del banco central y su credibilidad. Europa. ABC Merkel impone sus recetas de austeridad a una débil Francia E. Serbeto Aunque los portavoces del Palacio del Eliseo se empeñan en recordar que la cita de hoy entre el presidente francés Nicolas Sarkozy y la canciller alemana Angela Mérkel ya estaba programada desde hace tiempo, lo cierto es que es imposible no verla como una reunión de emergencia destinada a marcar el destino de toda la zona euro. Con los mercados de medio mundo pendientes del menor gesto de esta sesión del eje franco-alemán, los dos dirigentes se proponen lanzar una señal que pueda inyectar tranquilidad. A pesar de que en determinados círculos se especulaba con la posibilidad de que una de las cuestiones a discutir sería la creación de los eurobonos, Alemania ya ha hecho saber que no es el asunto prioritario. Steffen Seibert, el portavoz de la canciller alemana, advirtió ayer que las discusiones se centrarán en «las medidas para una mejor coordinación de las políticas económicas» de los distintos países europeos, dentro del paquete de gobernanza que Alemania impulsa como salida de la crisis. El ministro de finanzas, Wolfgang Schauble ha dicho en una entrevista que le parece bien que existan distintos tipos de interés para que sirvan de «aliciente y de castigo para obligar a seguir políticas presupuestarias sólidas». Francia no es de los países que están en primera línea pidiendo la emisión de deuda colectiva para todos los países de la zona euro (como Bélgica, Luxemburgo, Italia o Grecia) pero no lo vería con malos ojos. De hecho se sabe que apoyó la compra de deuda italiana y española por parte del Banco Central Europeo la semana pasada, mientras que Alemania ha considerado que se trató de un grave error. En realidad, la Francia de hoy es probablemente el socio más debilitado de la historia del eje franco-alemán. El ministro francés de Economía, Francois Baroin, entiende que «la situación no puede seguir así» por lo que se impone avanzar en el desarrollo de la gobernanza económica de los países del euro, en sintonía con las propuestas de Merkel. Con los bancos franceses en el microscopio después de un ataque especulativo la semana pasada y el calendario electoral a la vuelta de la esquina, Sarkozy no tiene mucho más margen de maniobra que ponerse en sintonía con la canciller. Los encargados del protocolo han previsto una rueda de prensa en la que ambos piensan transmitir el mensaje de tranquilidad con el que se proponen calmar la atmósfera en los mercados de deuda, aunque los asuntos esenciales los tratarán después, en una cena de trabajo, de la que no se informará inmediatamente. Es en esta parte de la reunión en la que se espera que la canciller pondrá sobre la mesa —nunca mejor dicho— sus ideas para obligar a todos los países de la zona euro a una disciplina presupuestaria estricta, controlada de reojo desde Berlín. Hace más de un año que el llamado «paquete de gobernanza» se pasea entre el despacho del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y las capitales, pasando por el Parlamento Europeo, con la impresión de que la velocidad de los acontecimientos está pillando por sorpresa a todos. El Elíseo busca dinero Francia, cuya deuda pública acumulada ha alcanzado en los últimos años proporciones mastodónticas, tiene pocos argumentos para oponerse a la política que promueve Alemania, sobre todo desde que los últimos datos revelasen que su economía está nuevamente rozando la recesión. Sin perspectivas de dinero fresco para las arcas del Estado, los acreedores pueden ponerse nerviosos como ya se demostró la semana pasada. Antes de recibir a Merkel, Sarkozy se reunirá con su primer ministro Francois Fillon para revisar las cifras del presupuesto, teniendo en cuenta los planes de reducir el déficit del 5,7% previsto para este año al 4,6% en 2012, año electoral, sin duda para dejar bien claros sus planes ante la canciller. Lo único que a Merkel parece interesarle escuchar son cifras de recortes de gastos y de reducción de deuda, como vacuna contra las tensiones inflacionistas que amenazarían su modelo económico. Ante las peticiones de que se emitan bonos colectivos de deuda como un símbolo fuerte de solidaridad entre los países europeos, algunos observadores franceses se han atrevido a recordar ahora que sería injusto acusar a Alemania de actitud egoísta, cuando «desde el principio de la construcción europea los alemanes han sido los principales contribuyentes al presupuesto comunitario y han aceptado contribuciones netas cuanto menos extravagantes» como subrayaba el viernes pasado el editorial de ««La Tribune». A la espera de esta reunión, los principales mercados europeos han mantenido un discreto tono alcista, lo que tal vez indica que las esperanzas del anuncio de una decisión espectacular son también moderadas. ABC. 16-8-2011 Eurocrisis. El Mundo Merkel y Sarkozy diseñan una autoridad económica europea R. Sánchez Cuando Merkel y Sarkozy se encuentren hoy, junto al Sena, tendrán sobre la mesa el primer proyecto estructurado de gobernanza económica para la UE, un diseño en el que han trabajado a fondo durante las últimas semanas los funcionarios franceses y alemanes y del que puede nacer un primer núcleo de auténtico poder ejecutivo europeo. El plan inicial incluye reforzar el papel de Van Rompuy, crear un Fondo Monetario Europeo e impulsar la unificación de impuestos de sociedades y cotizaciones de jubilación de todos los países del euro. En definitiva, un endurecimiento de la gestión de la Eurozona que deberá ser presentado a los 17 en septiembre y que, a pesar de su carácter histórico, a duras penas podrá calmar a corto plazo la ansiedad de los mercados, que tendrán que consolarse con los piropos que la alemana y el francés dediquen a las reformas italianas La canciller Angela Merkel se reincorporó ayer al trabajo tras las vacaciones. En su agenda se encontró como primera tarea anotada la salvación del euro y no tardó en descartar que en el orden del día de la reunión que hoy mantendrá con Sarkozy en París se trate la emisión de los eurobonos. Alemania estima que emitir deuda conjuntamente con el resto de los países del euro supondría un incremento de sus tasas de interés de alrededor de 2,3 puntos porcentuales, una carga adicional para su presupuesto de alrededor de 43.000 millones de euros. La cantidad por ahora sirve de contrapeso a las numerosas presiones que Berlín está recibiendo por parte de la oposición socialdemócrata y de voces tan significativas como la del presidente de la Asociación de Exportadores, Anton Boerner. El Elíseo, que simpatiza con el proyecto bastante más que la Cancillería de Berlín, tardó apenas unas horas en confirmar que no presionará más en esa dirección y, a la espera de las cartas en la manga que se guarden los equipos negociadores, la cumbre se centrará en una nueva estructura de gestión económica basada en tres pilares básicos. El primero y sobre el que ya hay cierto consenso contempla reforzar las competencias del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. La propuesta francesa sugiere encargarle la coordinación entre el Banco Central Europeo, la Comisión y el Consejo, de forma que las políticas monetarias y económicas estrechen la distancia entre sus vías paralelas, aunque independientes. A falta de contenido legal para el puesto y de tiempo para enzarzarse en reformas de tratados, podría resultar muy valioso un acuerdo para otorgarle el papel de portavoz único en materia económica, de forma que podría mitigarse la cacofonía que a menudo producen las diversas fuentes europeas, causando estragos en los mercados. El próximo presidente del BCE a partir de noviembre, Mario Draghi, podría ver mermada, como consecuencia, su notoriedad pública, al igual que los comisarios europeos e incluso los jefes de gobierno, obligados a someterse a una mayor disciplina de declaraciones y a limitar la proliferación de reuniones bilaterales. El segundo pilar es la creación de un Fondo Monetario Europeo a partir de la estructura ya en marcha del Fondo de Rescates, dotado con 750.000 millones de euros y que ya ha prestado dinero a Irlanda y Portugal. A partir de 2013 se llamará Mecanismo Europeo de Estabilidad y pretenden otorgarle las competencias de comprar deuda pública en el mercado, conceder créditos preventivos como hace el Fondo Monetario Internacional o prestar dinero a países que podrían así refinanciar sus bancos sin la necesidad por ello de solicitar un rescate. El factor tiempo es crucial y la celeridad con que se lleve a cabo este proceso será la clave que convenza o no a unos mercados que, en las últimas semanas, han estado sometidos a fuertes envites especulativos contra las economías más débiles del sur de Europa. Pero donde realmente se conseguirán hitos concretos de cohesión en política fiscal será en los esfuerzos por ajustar las políticas nacionales en los siguientes puntos: unificación de la duración de las cotizaciones para la jubilación, la unificación de una tasa mínima al impuesto de sociedades, la eliminación de la indexación salarial en función de la inflación y la normativa constitucional para limitar los déficits públicos. Alemania insiste en que deben incluirse sanciones automáticas para los países que incumplan los requisitos o plazos acordados por los 17 del euro. Alemania duda de Francia >La ‘triple A’. Lars Feld, uno de los ‘Cinco Sabios’ que asesoran a la canciller Angela Merkel, reconoció que hay dudas basadas en motivos sólidos sobre la solvencia francesa que dan las agencias de calificación. >La deuda pública. En Francia, representaba un 81,1% de su PIB. En Alemania, un 83,2%. El déficit germano fue del 3,3%, frente al 7% de Francia. La economía gala creció un 1,6% frente al 3,6% alemán. >«Una mayor carga». La pérdida del ‘sobresaliente’ en solvencia de Francia «sería todo un problema para Europa». Sin Francia, Alemania tendría que soportar más los programas de rescate. >«Fuerte y solvente». Francia es el principal socio de Alemania, porque compra un 10% de sus exportacionesEl presidente francés recula Raquel V. Ruíz La cumbre de hoy es crucial para Francia. París se juega su credibilidad en un contexto en el que el viento no juega a su favor. Las dudas sobre la economía gala aumentan (el crecimiento en el segundo semestre fue nulo) y la posibilidad de un recorte de su ‘triple A’ empieza a sonar con fuerza. En este contexto, el presidente Nicolas Sarkozy, jefe de turno del G-20, no puede permitirse un fracaso. Anunciada como la cumbre que pondría solución a la crisis de la deuda, el Gobierno francés ha ido cediendo en sus pretensiones a cambio de arrancarle un acuerdo a una Alemania cansada de pagar la factura de los estados menos responsables con sus cuentas. El cruce de mensajes entre París y Berlín se sucedió durante todo el fin de semana. El paso adelante de Alemania ha ido seguido de otro hacía atrás de Francia. Ayer mismo, el Elíseo señaló que la propuesta de los eurobonos para unificar las deudas soberanas en la zona euro no estaba en la agenda del día después de que el Gobierno alemán descartara esta opción. En situación de desventaja, el presidente galo tendrá que ser «persuasivo e inventivo» para arrancarle a su homóloga un ‘sí’ en sus pretensiones y, sobre todo, para convencerle de que Francia sigue siendo un buen alumno. Para ir con la lección bien aprendida, ha adelantado a hoy la reunión con el primer ministro, François Fillon. En la cita los dos dirigentes valorarán las propuestas que les presenten los ministros económicos -Presupuesto y Finanzas- para garantizar los objetivos de recorte de la deuda. Según explica una fuente del Elíseo a Le Monde, «antes de pensar en la puesta en común de las deudas europeas tenemos que pensar en las propias». EL MUNDO. 16-8-2011 Opinión. El País Banco central ¿independiente? José García Montalvo Ya hace muchos años que triunfó la teoría que postula que los bancos centrales debían ser independientes de los Gobiernos. Esta era la forma de evitar la tentación gubernamental de gastar mucho, financiar el gasto con deuda y luego monetizarla para crear inflación y rebajar la carga de la deuda. Un banco central independiente rompía el tradicional vínculo entre política fiscal y política monetaria. Sin embargo, la semana pasada leía con estupor unas declaraciones de la ministra Salgado: "El BCE debe hacer su trabajo y ayudar a la estabilidad de los mercados de deuda". Vaya, ahora el BCE también tiene la misión de contener la caída del precio de determinados activos financieros. Algunas voces incluso pedían la intervención del BCE en el mercado de CDS soberanos. La situación seguramente requería de una acción extraordinaria inmediata y no parece que quedara más opción que la intervención. Pero de aquí a que una actuación extraordinaria se convierta en misión del BCE hay un enorme trecho. Utilizar al BCE para lograr lo que la falta de acuerdo y la esclerosis de los Gobiernos del euro no pueden conseguir no es buena idea. La intervención del BCE ha sido exitosa, al menos por el momento, lo que puede provocar efectos colaterales no tan deseables. En primer lugar, cuestiona la independencia del BCE. Una serie de Gobiernos nacionales e instituciones de la UE, siendo incapaces de tomar decisiones cargan sobre el BCE sus propias responsabilidades. De esta forma, el banco actúa como autoridad monetaria y, suplementariamente, fiscal. Esto socava el principio de independencia del banco central y su credibilidad. Como corolario de lo anterior la acción del BCE podría reducir la presión para la aprobación rápida de las nuevas facilidades del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. En el medio plazo incluso podría convertirse en la excusa perfecta para seguir retrasando la necesaria integración fiscal europea. En segundo lugar, estas compras de deuda soberana por parte del BCE mediatizan y condicionan sus decisiones futuras dificultando tomar las decisiones correctas. Supongamos que llegara un momento en que hacer una quita en la deuda de alguno de los países rescatados fuera la decisión óptima para la zona euro. Si el BCE tuviera mucha deuda de este país podría oponerse por su propio interés. Además, hay que preguntarse por los motivos que tienen los inversores privados para solicitar altas primas de riesgo en la deuda soberana de determinados países. Si la causa es un comportamiento gregario, o simplemente pánico irracional de los mercados, entonces la actuación del BCE tendría sentido. Si el motivo es realmente el descuento de una insolvencia futura entonces su actuación sería muy cuestionable. Puestos a presionar al BCE se le podría pedir que "haga su trabajo y genere inflación". Así también se reduciría la carga de la deuda soberana europea, al viejo estilo, utilizando un impuesto aparentemente indoloro. No faltan partidarios de generar inflación. Rogoff ha propuesto una inflación moderada, entre el 4% y el 6%, durante varios años para acortar el "periodo de doloroso desapalancamiento". Blanchard, economista jefe del FMI, también propuso que los bancos centrales fijaran su objetivo de inflación en el 4%. De esta forma, se cerraría el círculo de errores de política económica de la eurozona: después de torpedear repetidamente el Pacto de Estabilidad se daría la puntilla a la independencia del BCE. EL PAÍS. 16-8-2011

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