El secretario de economí­a reconoce que no se van a subir los impuestos a las rentas más altas

Mentiras arriesgadas

El 19 de setiembre Zapatero elevaba soflamas “incendiarias” reconociendo las dificultades que el Gobierno había tenido para resistirse “a los poderosos” porque estos se habían “empleado a fondo”. Semanas después, durante su visita a Washington, volvía a insistir en que la subida de impuestos afectaría principalmente a las rentas más altas. Pero una vez asegurada la aprobación de los Presupuestos para el 2010, el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, ha confesado el pecado que oprimía su conciencia: “el Gobierno no está considerando subidas del IRPF para las rentas más altas”. Que se sepa Zapatero no tiene previsto anunciar que “ha sido derrotado por los poderosos”. En el baile de máscaras uno de los anfitriones ha decidido descubrirse y mostrar con descaro las mentiras que tan solo días antes Zapatero seguía, y seguirá, utilizando para presentarse como el defensor de los pobres y los “descamisados”. Zapatero se afloja la goma de la máscara y es Botín el que asoma luciendo corbata roja. La agencia de calificación Moody’s ha acusado recientemente a la banca española de ocultar y maquillar las cuentas. Y es que para robar tienen que mentir, la banca y el gobierno. La crisis llegó y cualquier tinte de envoltura progresista que pudiera conservar Zapatero se fue al traste. Prueba de ello es que pese a que se ha empeñado en mentir con la subida de impuestos a lo “Robin Hood” arriesgando la piel de cordero, las encuestas dicen que nadie le ha creído. Eso no les ha impedido seguir mintiendo y, una vez consumado una parte del robo, presentarse ante nosotros para decirnos con descaro “que sí, que sí, que era todo mentira”. Zapatero lo tiene claro, las rentas del capital no se tocan. Y Carlos Ocaña, como vocero de la estafa y el saqueo, acompaña su confesión de una rotunda negativa a mantener la deducción de 400 euros a las rentas más bajas. El secretario de Estado de Hacienda cerró la desvergüenza asegurando que no se han de esperar “más sorpresas” por parte del Gobierno. Además de arriesgados, son mentirosos compulsivos.

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