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Mensaje letal para los ahorradores de la Eurozona

Luis de Guindos se había cuidado muy mucho de matizar el domingo por la tarde que el rescate de Chipre no era extrapolable y que los depósitos no corren ningún peligro en la zona euro, como refrendaba el comunicado oficial tras la reunión de Bruselas. Pero el propio presidente del Eurogrupo sembró la consternación en los mercados al afirmar expresamente que, en caso de problemas de insolvencia de un banco, se exigirá que paguen los accionistas, los tenedores de deuda y, por último, «los depositantes si es necesario». Horas antes, Angela Merkel había expresado la misma idea, aunque de manera mucho más sutil, al manifestar que «los bancos deben contribuir a salvarse a sí mismos» sin dinero de los contribuyentes. El mensaje no puede ser más letal para los inversores y ahorradores europeos, que creían, hasta que estalló la crisis de Chipre, que los depósitos bancarios estaban garantizados, especialmente los inferiores a 100.000 euros, cubiertos por ley en España y en otros países de la UE. Las declaraciones del presidente del Eurogrupo dejan muy claro que no es así, que ningún ciudadano europeo está a salvo de que le confisquen sus ahorros si se equivoca al confiar su dinero a una entidad financiera insolvente.Tanto lo dicho por Dijsselbloem como por Merkel supone un torpedo en la línea de flotación de la Unión Bancaria, uno de cuyos pilares era crear un fondo europeo para capitalizar a los bancos con problemas. Es evidente que Alemania y Holanda no tienen ninguna intención de avanzar en ese camino. No solamente eso, el acuerdo impuesto a Chipre supone cruzar una línea roja que se había respetado hasta ahora en todos los rescates, especialmente en el de Irlanda, a la que la UE prestó 35.000 millones de euros para sanear su sistema financiero sin tocar los depósitos. Con Grecia, se hizo una quita de la deuda en perjuicio de los bancos acreedores y sus accionistas, pero se respetó a los clientes. Y en el rescate bancario de España, la frontera se trazó en los accionistas y en los suscriptores de preferentes. Ahora los accionistas, los obligacionistas y los ahorradores que tengan más de 100.000 euros en los dos grandes bancos chipriotas van a sufrir muy elevadas penalizaciones. Nadie queda a salvo excepto los pequeños depositantes e incluso éstos han estado a punto de ser sacrificados. Por sus dimensiones, la crisis de Chipre se podía haber resuelto con relativa facilidad. Pero la impericia de algunos dirigentes del Eurogrupo y la intransigencia de Merkel han provocado un problema mucho mayor que el que querían resolver al agudizar la desconfianza en el sistema financiero. Si la canciller de Alemania sugiere que el dinero no está seguro en los bancos europeos, sometidos teóricamente a una estricta supervisión, muchos inversores estarán tentados a colocar sus ahorros en EEUU, en Japón o en Suiza. La UE ha lanzado en Chipre el inquietante mensaje de que es incapaz de cumplir sus propias garantías y los compromisos de sus gobernantes, un hecho que acarreará graves consecuencias.

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