Arquitectura

Mendelsohn. Esculpiendo a Einstein (II)

Una central nuclear diseñada por Gaudí­. Y además que funcione perfectamente durante más de cincuenta años. Semejante hazaña fue conseguida por Mendelsohn en 1921, que no solo construyó un observatorio que pudiera validar la teorí­a de la relatividad de Albert Einstein, sino que además creó la obra más caracterí­stica del expresionismo arquitectónico. El templo de la ciencia.

Tan científico como una escultura exresionista. Tan artístico como un espectro lumínico. Aparente paradoja que Erich Mendelsohn (1887, Prusia oriental) consiguió resolver en la torre observatorio Einstein en Postdam. La unión de la carga simbólica de la escultura y la precisa función de un observatorio celeste parecía imposible de fundir en un solo edificio. Pero Erich lo consiguió trasladando la frescura de sus dibujos a la precisión de sus planos.El prusiano estaba en oposición radical a las corrientes puristas que empezaban a desarrollarse en Europa: el funcionalismo y el formalismo. A la primera por entender la arquitectura como aplicación directa de normativa. Diseño que podía llegar a calcular un programa informático, descorazonando el proceso. A la segunda, por caer en la utopía y fantasía sin ningún rigor constructivo ni racional. Como canta el Cigala, “corazón loco”.Para demostrar que ciencia y arte podían ir de la mano, el arquitecto expresionista tuvo que unir su boceto intuitivo a su polo opuesto, el racional. Por un lado, la construcción es un volumen plasticista que parece reflejar todo el dinamismo del instante exacto de su emergencia del suelo. Como la foto de un velocista en plena carrera. Por otro, su creación “antes que ser un mensaje simbólico es un observatorio rigurosamente calculado” (Bruno Zevi).A pesar de la aparente simplificación del expresionismo a forma libres y creativas, los principios de Mendelsohn van más allá: “sin duda alguna el elemento primario de la arquitectura es la función”, sin embargo, “función sin sensibilidad será mera construcción”. En el filo de esa contradicción se sitúa la torre Einstein: pasión y razón.El “Gaudí prusiano” esculpe en Postdam el templo de la ciencia. Y encierra en él, su posición frente a la contradicción arte ciencia: “si la sangre del racionalista se deshiela y la imaginación da un paso hacia la razón, puede que entonces se unan. En caso contrario, los dos elementos serán destruidos; el funcionalista por la fría objetividad y el dinámico por el ardor de su propio impulso. Por consiguiente, lo adecuado será lograr una función más dinámica”.En una imagen: la Sagrada Familia de la teoría de la relatividad.

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