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Mas se empieza a quedar solo en su viaje soberanista

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EL PARLAMENTO catalán se reúne hoy para debatir y aprobar la declaración soberanista pactada por Artur Mas y Oriol Junqueras. Esa declaración ha colocado al borde de la ruptura a Convergència Democrática de Catalalunya (CDC) y a Unió, que ayer se tiraron públicamente los trastos a la cabeza. El partido de Artur Mas acusó en un comunicado a Duran Lleida, el líder de Unió, de «perjudicar» el proyecto soberanista con sus «posiciones discrepantes». Según este documento, Duran Lleida «daña la imagen de CiU», crea «confusión y frustración al electorado» y «desdibuja» el compromiso político nacionalista. Ante este durísimo ataque, Unió tachó a CDC de tener «un comportamiento sectario e irresponsable» y de intentar «desviar la responsabilidad propia en lo que no ha sido un buen resultado electoral». Unió aseguró que si CDC no está a gusto con el acuerdo entre los dos partidos, debe romperlo en los órganos de coordinación.

Este duro cruce de acusaciones no hace más que sacar a la luz las tensiones que empezaron a surgir en la campaña electoral cuando Artur Mas se empeñó en ir a las urnas con un proyecto independentista. Posteriormente, Duran Lleida se sintió ninguneado cuando Mas firmó el acuerdo de investidura con ERC y luego se vio obligado a guardar silencio para evitar una imagen de división.

No es un secreto para nadie que Duran Lleida y su formación no compartían la declaración de soberanía pactada por Mas y Junqueras, que consideraban un suicidio político. Ayer, horas antes del debate, esas diferencias estallaron, colocando a CiU al borde del cisma. Si alguien tiene la culpa de lo sucedido es Artur Mas, que, rompiendo la tradición pactista de la coalición de CDC y Unió, forzó un giro independentista que marginaba a Duran y asustaba a un sector de sus seguidores y votantes, que no desea una confrontación con el resto de España ni una ruptura unilateral. A pesar de su adverso resultado electoral, Mas no sólo no quiso rectificar, sino que además pactó con ERC una declaración de soberanía como paso previo a la consulta independentista. Desde ese momento, Mas intensificó su discurso victimista, culpando a España de todos los males de Cataluña. Sin ir más lejos y en el colmo del cinismo, ayer atribuyó a «la deslealtad del Estado» su propia incapacidad para cumplir el objetivo de déficit, que será del 2,3%, ocho décimas por encima de lo previsto, y que daña a todos los españoles. Pero el presidente de la Generalitat se está quedando cada vez más solo en su viaje hacia la independencia. Al distanciamiento de Unió, se suma la probable negativa del PSC de no apoyar esa declaración de soberanía que va a votar hoy un Parlamento de Cataluña fuertemente dividido. Veremos cuál es la posición de los diputados de Unió, pero, aunque el texto saliera adelante, es probable que las dificultades que va a encontrarse Mas en su estéril marcha hacia la secesión acaben provocando el punto final a su carrera política.

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