SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Mas responde a la querella poniendo en jaque al Estado

TRAS LA celebración del simulacro de referéndum independentista del 9-N, Artur Mas escenificó anoche en Barcelona la presentación solemne de su hoja de ruta, con la que eleva su reto al Estado y, de paso, compromete a sus socios minoritarios con su propio liderazgo dentro del bloque soberanista. Lejos de arredrarse ante la querella anunciada por la Fiscalía del Tribunal Superior de Cataluña contra él y dos consellers por haber vulnerado de manera reiterada la suspensión que recaía sobre la consulta, el presidente de la Generalitat incrementa al máximo la tensión institucional con una propuesta definida y definitiva de secesión.

Mas requirió ayer el respaldo de ERC y los demás partidos independentistas para confeccionar una lista de unidad y convocar elecciones a principios de 2015. De ganar estos comicios, el Govern resultante se daría un plazo de año y medio para negociar con el Estado y la UE la separación de Cataluña. Durante este tiempo, la Generalitat iniciaría un proceso constituyente y se procuraría unilateralmente de las instituciones precisas para acometer la independencia tras un referéndum definitivo de autodeterminación en 2016. Con este planteamiento, el presidente catalán pone a prueba la fidelidad a la causa independentista de sus socios, con la paradoja de que la aceptación de sus condiciones llevaría implícito su caudillaje. La temeridad de Mas, que de llevar a término este órdago sometería al Estado a una presión desconocida desde el golpe del 23-F, tiene importantes dosis de osadía política. Sobre todo, si tenemos en cuenta que la participación registrada el 9-N no fue ni mucho menos abrumadora, aunque sí muy importante, y si reparamos en que, según muestran todos los sondeos, ni si quiera ahora el independentismo goza de un predicamento mayoritario en Cataluña.

El presidente ha aprovechado el ejercicio de exaltación rupturista resultante de aquella encuesta con urnas, y el pequeño respiro que ahora le conceden los sondeos respecto de ERC -que obtuvo más votos que CiU en las elecciones europeas- para poner a Oriol Junqueras contra las cuerdas de su propio credo, ya que el líder republicano siempre ha abogado por una declaración unilateral de independencia. En la práctica es lo que Mas está poniendo sobre la mesa.

Ahora ya no cabe ninguna duda de que Mas está decidido a pasar a la Historia como el presidente autonómico que consiguió llevar a cabo el denominado derecho a decidir. El ropaje electoral y el planteamiento de una futura negociación procedimental son simples argucias para darle apariencia democrática a una gravísima política de hechos consumados. El Estado debe responder con urgencia y determinación, sin descartar ninguna vía legal, para impedir que Mas continúe llevando a Cataluña hacia el abismo.

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