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Mas renuncia a la consulta para evitar que se rompa CiU

Artur Mas levanta el pie. El presidente de la Generalitat, que hasta el momento había mantenido su desafío soberanista, eligió el día de ayer, apenas una semana antes de la Diada, para anunciar que no se saltará la ley cuando el Gobierno se niegue a autorizar la consulta independentista el año que viene. En vez de eso, convocará las elecciones autonómicas cuando tocan, en 2016, pero buscará que tengan un cariz «plebiscitario».Con ese movimiento dilatorio, que provocó un gran revuelo en el mundo independentista catalán, Mas pretende dar margen a CiU para recuperarse en las encuestas –según las últimas, ERC se convertía en la fuerza más votada– y evitar que se rompa la federación nacionalista por la creciente oposición de Unió a la estrategia de Convergència de acrecentar la tensión. El president no cuenta con mayoría absoluta para gobernar y ERC replicó ayer que el referendo debe hacerse «sí o sí».La idea principal de Mas sigue siendo convocar una consulta de autodeterminación el año que viene. El pacto de legislatura que firmó con ERC establece que, a menos que «el contexto socioeconómico y político requiera de una prórroga», se hará en 2014. Sin embargo, el presidente de la Generalitat admitió ayer por fin lo obvio: que es seguro que el Gobierno central no pondrá facilidades a la celebración de ese referéndum. «Más bien tenderá a obstaculizar el proceso», dijo en Catalunya Ràdio. En ese caso, el plan B del presidente catalán consistirá en convocar las elecciones plebiscitarias, pero no en 2014, inmediatamente después del no de Mariano Rajoy, como se daba por hecho tanto en CiU como en ERC, sino en 2016, cuando termina la legislatura. «El objetivo es que esto se haga bien, lo que no quiere decir eternizarlo. Tenemos un mandato que se acaba en 2016, así que esto tiene un límite. Pero si no hay otra manera de hacerlo, y quede claro que no es mi deseo que se haga así, será con unas elecciones que yo procuraré que se hagan en 2016». Aunque Mas aportó argumentos como que es importante la recuperación económica y que se garantice el Estado del Bienestar, es evidente que los problemas de CiU han tenido una gran influencia en su paso atrás. Tras muchas dudas, Unió se desmarcó el lunes de la cadena humana independentista de la Diada, que Convergència apoya con entusiasmo. Ningún diputado de la formación que dirige Josep Antoni Duran Lleida estuvo tampoco ayer en el acto de apoyo organizado en Madrid para reivindicar esa cadena humana. Y el propio Duran –que el año pasado, tras mucha incertidumbre, se sumó finalmente a la multitudinaria manifestación independentista del 11 de septiembre– ya ha anunciado que no acudirá al acto de este año porque ese día estará en Panamá. Ayer, nada más conocer las declaraciones de Mas, el secretario general de Unió, Josep Maria Pelegrí, corrió a mostrar su «respeto» por las palabras de Mas. En realidad, tanto el president como el portavoz de la Generalitat, Francesc Homs, ya habían suavizado mucho la beligerancia contra el Gobierno en los últimos días. Si Mas subrayó ante la ministra Ana Pastor la «buena sintonía», Homs destacó que el Govern veía «cambios» en la actitud de Rajoy, que sin embargo aún no ha contestado la carta en la que el presidente catalán le pedía estudiar la consulta. ERC salió enseguida a dejar claro que no aprueba el cambio de planes de Mas. Primero fue su presidente, Oriol Junqueras, quien recordó a CiU el compromiso de ambas formaciones. «En 2014 tenemos que decidir nuestro futuro y haremos todo lo que esté en nuestras manos para que sea así. La independencia cuanto antes mejor», dijo. El secretario general adjunto del partido, Lluís Salvadó, fue aún más claro, al decir que la consulta debe hacerse «sí o sí» en 2014: «ERC no tiene plan B en 2015 ni en 2016. El plan A, B y C se centra exclusivamente en la consulta en 2014», fecha del tercer aniversario de la pérdida de los fueros catalanes. El resto de partidos también criticaron las palabras de Mas, pero por motivos diferentes. ICV, que en los últimos días ha cobrado protagonismo porque con su no a apoyar la cadena independentista dejó solas por primera vez a CDC y ERC, consideró «un fraude» el anuncio del president porque «dijo que haría la consulta sí o sí y ahora dice otra cosa». El líder del PSC, principal partido de la oposición a CiU, acusó a Mas de «aumentar la tensión para estar entretenidos» hasta 2016; el PP le pidió que «no juegue a la ambigüedad y aclare qué piensa hacer en 2014», y Ciutadans dijo que las plebiscitarias «equivaldrían a saltarse la ley». Rosa Díez apuntó: «En lugar de hablar del derecho a decidir y de milongadas, que le diga a los ciudadanos que quiere la independencia y cómo la va a promover al día siguiente, porque demostraría un poco más de valor del que ha tenido hasta ahora», informa Naida Gil. Pero quizá la crítica más significativa le llegó a Mas desde la sociedad civil. La Asamblea Nacional Catalana (ANC), la entidad que organiza la cadena humana de la Diada, mostró ayer su consternación. Su presidenta, Carme Forcadell, se cerró en banda a retrasar la consulta: «Entendemos que esto no se puede dilatar tanto, de ninguna manera. Nosotros pensamos que esta indefinición debe acabarse y que esto no se puede aguantar hasta 2016».

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