La aceptación por la comunidad científica de que el cambio climático va a tener consecuencias para el problema del agua es un factor que refuerza, no sólo la necesidad de buscar soluciones a nuevos problemas, utilizando al límite todos los recursos de los avances científicos y técnicos, sino la necesidad de que esas alternativas se aborden desde una perspectiva nacional, que permita la solidaridad interterritorial y la suma de todos los recursos disponibles trabajando en la misma dirección.
Un informe de la Agencia Euroea del Medio Ambiente anuncia que “el caudal de los ríos mediterráneos de la Península Ibérica descenderá en un 50% en los próximos setenta años, debido al cambio climático”. Otros estudios anuncian condiciones extremas del tiempo cada vez más fuertes y frecuentes: lluvias torrenciales pero muy espaciadas en el tiempo, que extremarán el caudal de los ríos y la combinación de inundaciones con la prolongación de los periodos secos.En estas condiciones, la necesidad de considerar la construcción de nuevos embalses, para hacer acopio de agua para los periodos secos y garantizar el suministro en las cuencas hidrográficas deficitarias, vuelve a cobrar un renovado interés; frente a quienes desde una visión limitada, consideran los pantanos como soluciones del “pasado”.La búsqueda de soluciones al problema del agua exige no descartar ningún recurso ni alternativa posible. No hay “soluciones del pasado” y “soluciones de hoy”. En cada caso hay que buscar la mejor solución y la integración de las diferentes alternativas: desde la modernización de regadíos, depuración de las aguas residuales y desaladoras, a los trasvases, embalses y pantanos o el aprovechamiento directo del agua de lluvia. Son soluciones complementarias, no excluyentes.Hoy en España, sin pantanos no se aprovecharía ni el 10% del agua de los ríos.Entre los beneficios que aportan los pantanos están el almacenamiento del agua en las épocas de lluvia –que adquiere mucha más importancia desde la perspectiva de un agravamiento de los periodos de sequía como consecuencia del cambio climático- y segura el suministro de agua durante todo el año en las zonas con lluvias o deshielos estacionales; regulan el flujo del agua impidiendo inundaciones y son una fuente de energía limpia, la energía hidroeléctrica. Desde el punto de vista ecológico, “se forman ecosistemas nuevos que pueden ser muy apropiados para la vida de aves acuáticas o peces u otros organismos que necesitan de aguas remansadas para vivir”.Señalan los detractores de la construcción de nuevos embalses inconvenientes no menores. La inundación de grandes áreas obliga a desplazar de sitio pueblos enteros, desaparecen ricas tierras agrícolas y otros ecosistemas valiosos. Además la presa retiene los sedimentos que en condiciones normales el río arrastraría y las tierras situadas mas abajo de la presa pierden el aporte de nutrientes que esos sedimentos llevaban y se empobrecen. La evaporización, sobre todo en las zonas cálidas, aumenta la concentración de las sales de las aguas embalsadas, lo que baja su utilidad para el riego.Sin duda habrá que tener en cuenta todos los inconvenientes, pero hoy los medios técnicos, los avances científicos y los recursos disponibles permiten abordar los retos de la construcción de los embalses modernos resolviendo muchos de estos problemas ¿No se ha resuelto por ejemplo el problema del remonte de los salmones con escaleras laterales en los embalses? ¿Por qué no se han de encontrar soluciones a los demás problemas? Y, en todo caso, ese es uno de los retos a los que el Estado, desde los intereses de conjunto del país ha de dedicar importantes recursos de I+D+i y poner a nuestros investigadores a trabajar.Los pantanos no son el problema, sino parte de la solución, como los trasvases o las desaladoras que abordaremos en la próxima entrega.Y desde esta perspectiva, las soluciones al problema del agua, asociada además al desarrollo de alternativas a la dependencia energética de nuestro país, una fuente de creación de riqueza y empleo.