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Mas, lejos de la mayorí­a absoluta que reclama

En política, el éxito y el fracaso se miden en función de las expectativas previas creadas. Si las de Artur Mas, con su órdago soberanista, eran las de lograr mayoría absoluta para CiU para poder gestionar el tránsito hacia una consulta independentista el actual presidente de la Generalitat habrá fracasado.

Según la encuesta de Metroscopia para EL PAÍS, CiU quedará lejos de los 68 escaños que le darían la mayoría absoluta el próximo 25 de noviembre y tendrá que seguir gobernando en minoría. La formación que lidera Mas tendría incluso menor porcentaje de voto que el que logró en 2010, es decir, su apuesta de ruptura se traduciría en 1,2 puntos menos y 62 escaños, los mismos que ya tenía. Mas ha hablado en campaña de “mayoría excepcional” pero, según el sondeo, no tendrá la posición de fuerza que desea para avanzar hacia la consulta y necesitará apoyo de otros partidos independentistas.

Su única ventaja es que se enfrentará a una oposición más fragmentada y debilitada que la tenía en el Parlamento actual. Especialmente porque el PSC sigue la línea de los socialistas vascos y gallegos y sufriría un derrumbe sin paliativos.

La candidatura de Pere Navarro pasaría de ser la segunda fuerza a ser la tercera, por debajo del PP, con riesgo cierto de ser superada también por ERC. El debate soberanista, por encima de cualquier otro argumento político, ha provocado una polarización de los mensajes electorales que han dejado aprisionado al PSC entre el extremo de los independentistas y el de los constitucionalistas sin matices. Los socialistas, con su mensaje de la reivindicación del federalismo, bajarían seis puntos, hasta el 12,3% de los votos, y una pérdida de 10 escaños (de 28 a 18). Su mensaje resulta finalmente el menos comprensible por los ciudadanos en unas elecciones casi plebiscitarias, en las que terminará por funcionar el voto útil para impedir que ganen los extremos, en este caso los independentistas o los constitucionalistas sin matices.

La segunda fuerza política, muy lejos de CiU, sería el PP, aunque con un mínimo ascenso de menos de un punto y solo un escaño. Alicia Sánchez-Camacho será la portavoz del principal partido de la oposición, pero más por el derrumbe del PSC que por su ascenso. En todo caso, la lógica del debate catalán sobre el soberanismo, por encima del de la crisis económica o la gestión del Gobierno de Mariano Rajoy, le permite mantener su posición, como alternativa débil a Mas.

De ese debate el gran beneficiado será ERC, que renace de las cenizas después de haber sufrido en las anteriores elecciones el bajón por el desgaste del Gobierno tripartito en la Generalitat. Como si los electores optaran por la fuerza genuinamente independentista, ERC se beneficia del clima soberanista y pasara del 7% de los votos al 12,2%, lo que le equipara casi al resultado del PSC. En número de escaños recupera ocho y pasaría de 10 a 18, los mismos que los socialistas y solo uno menos que el PP.

Con ese resultado, ERC se convertiría en la llave necesaria para que Artur Mas pueda mantener su apuesta por la consulta popular y la eventual petición de independencia de Cataluña.

Según la encuesta, los partidos encuadrados en el ámbito soberanista subirían y pasarían de 76 (CiU, ERC y SI) a 82. El bloque de socialistas, populares y Ciutadans pasaría de 50 a 43.

ICV-EUiA, que encabeza Joan Herrera, mantiene sus 10 escaños, con una ligera subida en porcentaje de voto. Su discurso sobre la crisis y la denuncia de los recortes sociales del Gobierno de Mas intenta abrirse paso entre la polémica soberanista.

En el extremo anti independentista, el beneficiado es Ciutadans, que duplicaría sus escaños (de tres pasaría a seis) y subiría del 3,4% de los votos al 5,7%.

La sorpresa, si mantiene en las urnas la expectativa de voto de la encuesta, sería CUP (Candidatura d’Unitat Popular) que atraería votos de la izquierda y de los independentistas, con posibilidad de lograr dos escaños en Barcelona. Por el contrario, Solidaritat Catalana per la Independencia (SI), ahora sin Joan Laporta, perdería sus cuatro diputados y quedaría fuera del Parlament.

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