Selección de prensa nacional

¡Más dinero, es la crisis!

¿Qué hay oculto en las tripas de la gran banca mundial? No lo sabemos, pero sólo por la ingente cantidad de dinero que se han tragado ya, sin que la liquidez aparezca en forma de créditos para el público, indica que es una autentico «agujero negro financiero» lo que tienen en las entrañas. Si los hermanos Marx vivieran esta situación habrí­an cambiado ya su famoso grito de ¡Más madera, es la guerra! por el de ¡Más dinero, es la crisis!

El Banco Central Euroeo rebajaba ayer el tipo de interés al que presta el dinero al 1%. Pero esto, aunque merece hoy editoriales de la mayoría de medios, ha dejado de ser en realidad noticia, por dos buenas razones. En primer lugar porque pese a la bajada del precio del dinero, la banca, al menos aquí en España, sigue prestándolo, el poco que presta, a intereses astronómicos. De cerca del 5% en los créditos hipotecarios, en más del 7% a las empresas y en un 12 o 13% en los créditos al consumo. Y, por otro lado, la mayoría –o una buena parte– de las familias ya hipotecadas todavía estamos esperando que la bajada iniciada por el BCE hace más de un año se traslade a nuestras hipotecas. Las cuales, al parecer, contienen una cláusula invisible entre el fárrago de la letra pequeña del contrato, gracias a la cual a los bancos les está permitido aplicar inmediatamente cualquier subida en el tipo de interés del BCE, pero pueden hacerse los longuis durante un tiempo indeterminado cuando ocurre lo contrario. Pero en segundo lugar, porque ya es a todas luces evidente por la experiencia de EEUU y Reino Unido –con tipos de interés cercanos al cero– que este aspecto de la política monetaria no es capaz de resolver ninguno de los graves problemas de la gran banca mundial. Por ello, la noticia realmente relevante de las resoluciones del BCE no está en la nueva reducción, sino en la decisión de duplicar el tiempo al que presta el dinero a los bancos europeos, que pasa de ser de 6 a 12 meses y, sobre todo, en el anuncio de que va a iniciar, siguiendo el ejemplo de la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra, la compra de títulos y cédulas hipotecarias, es decir, activos tóxicos, a los bancos europeos por un valor de 60.000 millones de euros. Pero como indica el editorial de Expansión, esta cantidad apenas representa un 5% de los activos tóxicos que se calcula que poseen los bancos de la eurozona, dato que de ser cierto significa que es de 1 billón 200 mil millones de euros de activos con su valor depreciado, o sin ningún valor de lo que estamos hablando. Un 20% más que todo el PIB español de 1 año entero. El paso dado por el BCE indica que probablemente estamos a las puertas de un “rescate financiero masivo” en la UE. Rescate que, como en el caso inglés o norteamericano correrá también a cuenta de nosotros, los contribuyentes europeos. no podemos estar más de acuerdo con la lapidaria sentencia con la que termina el editorial de El País, refiriéndose a la banca norteamericana: “ya es hora de que los gestores que arruinaron el sistema financiero rindan cuentas exactas”. Pues eso. Pero que no se quede en EEUU. En Europa y en España también queremos que rindan cuentas exactas quienes nos han conducido a esta ruina. Editorial. El País NECESARIA E INSUFICIENTE El Banco Central Europeo (BCE) ha reducido sus principales tipos de interés de referencia en un cuarto de punto, como una medida absolutamente necesaria para combatir los estragos de la recesión económica. El que más interesa a las familias y empresas con deudas a tipos de interés variable, el tipo repo, ha caído al 1%; la facilidad marginal de crédito, al 1,75%. Al mismo tiempo, ha señalado que extiende el vencimiento de las inyecciones ilimitadas de liquidez hasta 12 meses. Pero el paso más importante del BCE es el anuncio de compra de titulizaciones y cédulas hipotecarias por un valor aproximado de 60.000 millones de euros. Con esta decisión, el BCE se suma acertadamente a las políticas monetarias poco convencionales que pretenden salvar directamente a las empresas afectadas por la parálisis de las instituciones financieras. Con retraso respecto a los bancos centrales de Estados Unidos o Reino Unido, como si la escasez del crédito golpeara menos contundentemente a Europa o las amenazas inflacionistas aumentaran sus dudas, el BCE afronta la obligación de sortear las disfunciones de los mercados ante las resistencias que en el propio Consejo de Gobierno existen para reducir el tipo repo por debajo del nivel donde ahora ha quedado. La eurozona no va a sufrir una recesión menos grave que la estadounidense, ni sus consecuencias en relación con el paro van a ser menores. En el conjunto de las 16 economías que comparten moneda la amenaza inflacionista se ha esfumado; así parece demostrarlo la variación media del IPC en abril en el 0,6%, muy por debajo del 2%, camino de registros negativos en los próximos meses. Sin embargo, el BCE sigue titubeando a la hora de adoptar las medidas poco convencionales que la situación requiere. La única forma de recuperar el tiempo perdido y no agravar los factores recesivos en Europa es imitar las decisiones de la Reserva Federal y del Banco de Inglaterra y adquirir títulos de deuda, más allá de los ya decididos, ya sean emitidos por entidades privadas o públicas. El abaratamiento del precio del dinero y la inundación de liquidez que están procurando los bancos centrales no son la condición suficiente para disolver la crisis financiera. Las economías occidentales están recibiendo un chorro de liquidez que no se canaliza eficazmente hacia los proyectos de inversión o hacia los créditos a particulares que deben constituir el principio de la recuperación económica. El problema de fondo sigue siendo la drástica contracción del crédito decidida por los bancos para hacer frente a la descomunal depreciación de sus activos detonada por la crisis de las hipotecas basura. Por más liquidez que haya, siempre será insuficiente si los intermediarios financieros tienen cerrada la ventanilla. La iniciativa de la Fed de someter a 19 grandes bancos estadounidenses a pruebas de solvencia debe contribuir a que remita la incertidumbre sobre los balances bancarios y los propios bancos se decidan a restablecer el flujo de los préstamos. La prueba de solvencia revela que grandes instituciones, como el Bank of America, el Citigroup o Wells Fargo necesitan urgentes y cuantiosas aportaciones de capital; aportaciones a las que algunos podrán acceder en el mercado, pero que otros tendrán que requerir del Tesoro Público. Timothy Geithner, el secretario del Tesoro, tiene por delante varias tareas delicadas. La más importante, sin duda, es decidir si las aportaciones de capital público deben transformarse en acciones con derechos políticos, para que los contribuyentes que salvan los bancos con su dinero tengan derecho a saber en qué se gasta el capital que aportan. Ya es hora de que los gestores que arruinaron el sistema financiero rindan cuentas exactas. EL PAÍS. 8-5-2009 Editorial. El Correo EL BCE APRIETA El Banco Central Europeo combinó ayer una iniciativa prevista -el recorte en otro cuarto de punto de los tipos de interés, hasta situarlos en un inédito 1%- con varias medidas extraordinarias para reforzar la liquidez del sistema financiero ante la virulencia que ha alcanzado la recesión. Entre los movimientos no convencionales destaca que el vencimiento de las operaciones de refinanciación vaya a alargarse hasta los doces meses -ahora son seis- y también la compra de bonos asegurados por una cantidad que podría alcanzar los 60.000 millones de euros. El BCE trata de responder así a las exigencias de una crisis que sigue requiriendo una cuantiosa movilización de recursos para intentar reanimar la actividad crediticia hacia empresas y familias y, con ello, la demanda y el consumo; así como una seguridad en los mercados a la que han de contribuir de manera imprescindible las instituciones monetarias, en tanto que cuentan con capacidades para apuntalar la fiabilidad del sistema. Sin embargo, la conveniencia de la medidas adoptadas no hace sino subrayar la dilación con que ha optado por aplicarlas la institución presidida por Jean-Claude Trichet. Una demora que no puede justificarse por la necesidad de conservar algún margen de maniobra en el supuesto, no descartable, de que no se remonte la crisis en el tiempo previsto, y que ya han consumido otras instituciones como la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra. Si el BCE considera que sus nuevas medidas son ineludibles para afrontar la recesión, debería haberlas impulsado con mayor premura para combatir antes su impacto. Especialmente cuando las tensiones inflacionistas se habían ido relajando desde el verano por efecto del desplome del precio del petróleo. Las apreturas de la crisis no sólo obligan a Trichet, sino que urgen también al sistema financiero y a quienes operan en él a proyectar las iniciativas aprobadas sobre la economía real, revitalizando el crédito, la inversión y, sobre todo, las expectativas hoy diluidas por las dificultades. Inconvenientes que en el caso español se ven acrecentados por el dato de que el 40% de los parados apenas cuenta con opciones de volver a trabajar. EL CORREO. 8-5-2009 Editorial. Expansión TRICHET APRIETA EL ACELERADOR Con la previsibilidad que le caracteriza, el BCE ha recortado un cuarto de punto los tipos de interés de la eurozona, que se sitúan en un insólito 1%. Éste será el probable suelo del precio del dinero durante un periodo de estabilidad dilatado, aunque Trichet fue ayer lo suficientemente ambiguo como para pensar que no sería descartable algún recorte adicional. Pero en realidad la importancia de esa posibilidad pasa a un segundo plano. Con los tipos en el 1%, la perseguida reactivación del flujo crediticio hacia las empresas y las familias no depende de una rebaja en un cuarto de punto arriba o abajo. Desde esa óptica, se puede decir que los márgenes de la política monetaria están agotados. Eso es lo que definitivamente ha llevado a Trichet a optar por las llamadas medidas no convencionales sobre las que se viene hablando desde hace meses. En cierto modo, era esperado que ampliara el plazo en las subastas de inyección de liquidez a un año, al tipo fijo del 1%. Pero lo que realmente ha sido más llamativo es la determinación de seguir finalmente la estela de bancos centrales como la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra o el de Japón para comprar bonos en el mercado, en principio por valor de 60.000 millones de euros en cédulas hipotecarias, los activos más castigados por las turbulencias financieras. Dicha cuantía representa en torno al 5% del total de este mercado, por lo que, en comparación con las compras realizadas por la Fed, puede decirse que el alcance de la medida es más cualitativo que cuantitativo. Trichet ha dejado, no obstante, para la próxima reunión de junio el detalle de cómo implementará la medida. El BCE, decidido a introducir más dinero en la economía para dotar de liquidez al sistema financiero, revitaliza las cédulas hipotecarias, un activo que se había convertido en una herramienta fundamental para financiar el crédito que otorgan los bancos y que como consecuencia de la crisis financiera estaba prácticamente muerto. Esto podría promover de forma apreciable la actividad crediticia. En última instancia, ésa es la finalidad perseguida, y desde ese planteamiento hay que valorar favorablemente la determinación del BCE, que favorece especialmente a la banca alemana, francesa y española. Con la decisión de adoptar medidas excepcionales, Trichet admite que las serias dificultades que aquejan a la banca europea son a día de hoy el principal obstáculo para espolear la reactivación económica. Si se había resistido hasta ahora a transitar ese camino es por las distorsiones que puede provocar en los mercados y por el riesgo de generar tensiones inflacionistas a medio y largo plazo. Por eso, tan trascendente como la decisión de implementar esta medidas no convencionales lo es la necesidad de cancelarlas en cuanto se aprecien signos de estabilización en el mercado bancario EXPANSIÓN. 8-5-2009 Editorial. ABC ZAPATERO SE CONSUELA CON EL CIS LOS resultados de la encuesta publicada ayer por el Centro de Investigaciones Sociológicas son, como mínimo, extraños, visto el contexto económico y social en el que fue elaborada, durante el mes de abril, en plena ebullición del dato del paro de marzo, que superaba ya los 4.000.000 de desempleados. Son extraños porque, así como hay sondeos que coinciden con el ambiente que se percibe en la calle, este sondeo refleja unas expectativas electorales poco coherentes con la realidad de la crisis y del desgaste del Gobierno. Además, el sesgo de los encuestados muestra un desequilibrio absoluto a favor del PSOE respecto de los votantes que participaron en las elecciones generales de 2008, porque sólo el 26 por ciento declara haber votado al PP, cuando en realidad lo hizo más del 40 por ciento. Esta selección de los encuestados vicia de origen el resultado final del estudio. Según el CIS, el PSOE recibe un voto estimado del 40,8 por ciento, es decir, un punto porcentual más que en enero de este año; y el PP, el 40 por ciento, medio punto porcentual más que hace cuatro meses. Técnicamente es un empate, pero políticamente es un respiro para los socialistas, oportunamente situado a una semana del debate sobre el Estado de la Nación y a un mes de las elecciones europeas. El PP sigue mejorando sus expectativas y, por primera vez desde la encuesta de enero de 2004, el CIS le concede el 40 por ciento de voto estimado. Pero el dato principal y más dudoso del sondeo es que aún sigue estando por detrás del PSOE, pese a que la opinión de los ciudadanos sobre la situación económica es absolutamente negativa y pesimista. El 71,3 por ciento considera que es mala o muy mala; el 67,8 cree que ha empeorado en el último año, y sólo un 20,8 cree que mejorará en los próximos doce meses. Además, la gestión del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero sólo es apoyada por el 15,9 por ciento. Parece inverosímil que con estos datos -y sin una ponderación fiable de la abstención- los socialistas aún estén por delante, como también lo parece que apenas se refleje en la encuesta el éxito electoral del Partido Popular en Galicia, o el acierto general de los populares en sus críticas al Gobierno y el esfuerzo de Mariano Rajoy en ofrecer una oposición constructiva, generalmente desdeñada por Rodríguez Zapatero. En todo caso, parece evidente que en España se ha consolidado un fuerte bipartidismo, pero que no permite a ninguno de los grandes partidos albergar esperanzas de mayorías absolutas, porque sus suelos electorales son muy altos y parejos, lo que los abocará a políticas de pactos con partidos minoritarios. La otra lección de esta encuesta es que el PP sigue teniendo que hacer un esfuerzo de pedagogía y comunicación con los ciudadanos. Quizás haga bien el PP en recordar que una mayor dosis de continuidad y firmeza en sus mensajes a la sociedad gallega fue decisiva para que Alberto Núñez Feijóo ganara por mayoría absoluta. La crisis económica protagoniza el desánimo de la opinión pública, pero no es el único problema, algo que el PP debería considerar a la hora de dirigirse a unos ciudadanos que también se preocupan por la educación, la seguridad ciudadana, la inmigración o la falta de austeridad. ABC. 8-5-2009

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