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Márgenes estrechos

Si el cuadro macroeconómico para 2014 y los grandes parámetros del presupuesto avanzados el viernes sugerían que es arriesgado el pronóstico de que las cuentas públicas impulsen la recuperación de la economía el año próximo, el examen más detallado de las partidas mantiene esa primera impresión. Hay pocas sorpresas en una previsión de crecimiento del 0,7% y en la línea de mantenimiento de la austeridad. El recorte en infraestructuras se cifra en un -7,2%, concentrado sobre todo en Cataluña, Asturias y Murcia; el gasto social deja poco margen para otras políticas, y el mejor ejemplo está en la partida para cubrir el desempleo, que sube más del 10% y certifica que la solución al problema del paro durará más de un lustro, en el mejor de los casos. Las pensiones crecerán el mínimo ya previsto en la reforma, y hay pequeños incrementos en educación y sectores de la cultura (y fuertes recortes en otros, como el cine).

Lo que se aprecia en las cuentas públicas es precisamente el peso de la crisis y sus consecuencias, incluido el crecimiento de la deuda pública (llegará el año que viene al 99,8% del PIB), que complica la política de estabilidad empeñada por el Gobierno. Ello implica el sacrificio de inversión pública ya subrayado, hasta niveles equivalentes a hace un cuarto de siglo. Hay además un aumento de los ingresos tributarios, que teóricamente suben el 1%. Las subidas de impuestos decididas en 2013 —renta e IVA, sobre todo, además de una larga relación de tasas— se mantendrán el año próximo. Por una parte, una carga fiscal tan elevada no ha tenido hasta ahora los efectos esperados en la corrección del déficit; por otra, revela una cierta desconfianza del Gobierno hacia la eficacia de la reducción del gasto; y, en fin, restringe el gasto en consumo y limita el ahorro.

En cuanto a las pensiones, el Gobierno planea la revalorización mínima legal del 0,25%. No es una congelación, pero se le parece mucho, ya que implica una pérdida de poder adquisitivo de 1,25 puntos como mínimo. Hacienda tampoco parece muy convencida de las bondades del proyecto de reforma de las pensiones, puesto que ha subido las bases máximas de cotización un 5%. Es decir, aumenta la brecha existente, ya amplia hoy, entre los que pagan las rentas cotizantes en ese nivel y la pensión que perciben.

Siendo unas cuentas más veraces que las últimas presentadas, resulta aventurado presentarlas como el Presupuesto de la recuperación. Asumir el peso de la recesión resulta obligatorio, naturalmente, pero se echan de menos partidas activas en favor del empleo y la inversión. En este contexto hay que estar atentos, además, a las vulnerabilidades externas, desde las crisis en Italia y Grecia, que pueden elevar el coste de la deuda y disparar los costes financieros, hasta la desaceleración de los países emergentes y las incertidumbres de paralización política en Estados Unidos, factores que juegan en contra de la buena marcha de las exportaciones.

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