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Manuel Vicent es autor de 18 novelas, 16 biografías, 12 libros de artículos, una obra de teatro y una cantidad incontable de columnas sin las que no se puede explicar la historia reciente del país.
Recientemente recibió el Premio 9 d’Octubre de la Generalitat Valenciana. Su última biografía es una obra de saberes y duende. Leerla es guardarse un recuerdo con el que disfrutar y relamerse con los detalles de un ‘monje de la actualidad’, como decía Umbral, que cuenta la historia de una mujer y de un grito tan hondo como es la copla.
El tiempo no es mucho antes de que coja el tren. Manuel Vicent espera mi llamada desde uno de esos box para atender a los medios. La verdad, durante la entrevista llegué a fantasear con haberle llamado desde casa de Antonio López. Con algo más de tiempo lo podríamos haber organizado. Apunté en la libreta de pendientes: ‘Hacer algo con Antonio López y Manuel Vicent’.
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Concha Piquer y mujer moderna… habrá gente que no lo entienda. Para mucha gente es un referente conservador, sin embargo no es lo que aparece en el libro
Porque tenemos un marbete mental de aquel mundo de la posguerra. Las folclóricas eran gente o artistas que estaban dentro del régimen, sin embargo Concha Piquer era una gran profesional. Una de las notas características de lo que es ser una persona moderna, es ser un buena profesional.
No se puede decir que fuera antifranquista, pero no transigía. Era una mujer desafiante que defendía su profesionalidad a ultranza, dispuesta a pagar todas las multas que fuera necesario. En aquella época las mujeres necesitaban un hombre al lado, sin embargo, la Piquer… ella era el hombre. En el sentido profesional de la palabra, no necesitaba que ningún hombre la protegiera.
‘Estaba dispuesta a pagar todas las multas que fuera necesario’
Define una forma de ser revolucionaria. De rebelarse ante el poder, no ante el franquismo, pero sí ante la moral, o a través del pensamiento transgresor, la copla.
Era una mujer fuerte, desafiante, que defendía su territorio. Era su carácter. La palabra, aparte de una grandísima artista, de una voz maravillosa, era ‘profesional’. Traía de América, del sistema de espectáculos de Broadway, las reglas que lo cambiaron todo, como que el público es el que manda.
Se retira con 52 años. Algo muy radical y lo hace porque puede. No hay mujeres con ese grado de independencia.
Un día hizo un gallo por un resfriado. Era tajante, como en todo en su vida, muy fuerte, y escribió en el espejo del camerino: ‘esta noche canta por ultima vez Concha Piquer’.
Ella era una mujer arriesgada en todo.
Había ganado mucho dinero y también decía que si no ganaba dinero no se divertía. Hoy en día todo lo que no tenga traducción en dinero casi no existe. La noticia está pegada a la información, la información al espectáculo, y este al dinero. Todo lo que tiene que ver con la información tiene que ver con el dinero, la audiencia esta pegada a la publicidad y esta al dinero.
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‘Esta noche canta por última vez Concha Piquer’
En ‘Retrato de una mujer moderna’ tienen protagonismo, de una u otra manera, Blasco Ibáñez y Sorolla, en torno a Concha Piquer. ¿Por qué son tres vértices de una época?
Lo son en la parte valenciana, aunque son personajes universales. Se cruzan en un tiempo y un espacio y se convierten en universales explicando su propia tierra. Yo los veo así. Pero también la copla de Concha Piquer está pegada al surrealismo de la Residencia de Estudiantes. Lorca la defiende frente a Dalí y Buñuel. Ellos eran del surrealismo casi académico francés, y Lorca decía aquello de ‘en el algibe oscuro de la copla’… era más autentico y lo defendía. Había hecho bandera de la Piquer.
Federico García Lorca estaba entregado, pero también el pintor Antonio López…
Sí, sí. Yo le hice una entrevista a Concha Piquer, y Antonio López me pidió que le llevara. Del encuentro de Antonio López frente a la Piquer se podría hacer un relato, porque estaba enamorado. Sabía de ella más que yo, aunque yo siempre, más que la información y estar documentado de la vida y milagros, me fascinaba la primera impresión, como la primera virginidad en la mirada. Antonio López se sabía su vida. Era como una virgen para él.
‘Concha Piquer está pegada al surrealismo de la Residencia de Estudiantes’
Y propuso que le dieran el Premio Príncipe de Asturias como un homenaje a la música popular
Sí, lo cuento en el libro, fue idea suya. En aquella sobremesa germinó una rebeldía frente al establisment cultural. Fue arriesgado y apasionante. Fue una aventura.
Rafa de León era el autor de sus letras. Un lorquiano…
Esas letras contaban la historia de la humanidad. Que es lo que hacía Lorca de otra manera. Rafa de León fue discípulo de Lorca y si no hubiera sucedido la tragedia que le llevó a la muerte, hubiera escrito, a lo mejor, para la Concha Piquer.
‘La copla es una forma de explicar la historia de los sueños’
Tengo que preguntarte por una escena que resume, es como germinal, la de Concha Piquer cantándole a su hermano muerto
Le canta a su hermano que fue un aborto, y lo confunde con un muñeco dentro de una caja que estaba ensangrentado. Lo coge en brazos, lo lleva a la calle, allí en el barrio de Sagunto, y empieza a cantarle una nana. La familia ve que dentro del ataúd no hay nada y cunde el pánico. Salen a la calle y la encuentran sentada en el umbral de una casa cantándole un estribillo que había aprendido de una ciega del barrio, y se lo cantaba al hijo muerto ensangrentado. Su madre había abortado en el último momento.
Es una escena que no la mejora Faulkner.
¿Qué tiene la copla?
La copla nace de las entrañas. Es como el flamenco. Son fuerzas oscuras, las tragedias, las penas que vienen del fondo de la historia, que llegan de las entrañas a la garganta. Una copla de verdad, auténtica, es que la pena se una a la voz y la exprese exactamente. Sale del fondo del ser humano y de la historia.
La copla es una forma de explicar la historia de los sueños de las personas a través de la voz rota en la garganta. No se puede cantar una alegría o una pena si no has gozado o sufrido, porque en el fondo hay una verdad, como en el flamenco.