Cine

Manhattan

Una ciudad en escala de grises, un cuarentón neurasténico que mantiene un romance con una menor y música de jazz, para recrear un cruel retrato de una sociedad americana plagada de taras emocionales, donde los «perdedores» viajan en metro y visitan al psiquiatra. Después del éxito comercial de «Annie Hall» -completamente ignorado por Allen-, su carrera vivió un nuevo punto álgido el 25 de Abril de 1979, fecha en la que se estrenó esta cinta, que con su irónico humor daba un golpe en el estómago del «sueño americano».

Desde la escena de aertura, cuando el protagonista relata en voz en off los primeros pasajes del que será su libro dedicado a la ciudad de los rascacielos, se atisba que lo que va a seguir van a ser cien minutos de esa especie de “poesía camuflada” que ha caracterizado los mejores films de Allen. No en vano, Manhattan es la primera película en la que el cineasta refleja los tópicos que marcaran su particular elenco de personajes y situaciones recurrentes. Nueva York, jazz, diálogos mordaces y Diane Keaton componen el Manhattan que todos asociamos a Woody Allen en una cinta en la que no puede faltar una referencia a la "sionista castradora" de su madre.Isaac Davies es un escritor cuarentón en pleno proceso de un amargo divorcio que mantiene una relación con una menor de edad mientras descubre que su mejor amigo, Yale, traiciona a su esposa con una mujer de excesivas pretensiones intelectuales. A través de sus personajes, el director hace un análisis poco halagüeño de una sociedad llena de agujeros negros, muy diferente a la de la propaganda oficial, que complementa con el arrebatado tributo visual a la ciudad que mejor le define, la que su personaje califica como "una metáfora de la decadencia de la cultura contemporánea" y que muestra al ritmo de Rhapsody in Blue, de George Gershwin.Woody Allen se colocó con este film a la altura de los mejores literatos del siglo XX, como Faulkner, sabiendo llevar a la pantalla las sensibilidades de ese nuevo hombre, lleno de inseguridades, que comete un error tras otro, y que se convierte en anti-héroe cotidiano. Allen también estrena su profundo sentimiento autocrítico, su admiración por el género femenino –aunque esto ya fue el centro argumental de Annie Hall-, y su amor por el psicoanálisis freudiano como recurso ineludible para sobrevivir en esta gran selva.Una efeméride que invita a visionar de nuevo este magnifico film, que no solo retrata Nueva York, sino que saca a flote la basura enterrada en el fondo del océano de esta sociedad de tendencia cada vez más superficial.

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