Sumándose a la poderosa corriente soberanista que recorre toda África, y que ha llevado a numerosas naciones del continente a nacionalizar sus recursos minerales, el gobierno de Malawi ha decidido acabar con el expolio -a precio de saldo- de sus inmensas riquezas. El país del sur de África ha prohibido indefinidamente la exportación de minerales y ha ordenado una auditoría de los contratos mineros, mientras exige a las multinacionales extranjeras los impuestos y regalías no pagados durante las últimas décadas.
Como tantas naciones africanas, bajo el subsuelo de Malawi descansa un inmenso tesoro de riquezas minerales: el país posee yacimientos de uranio, bauxita, grafito, carbón, titanio, además de piedras preciosas como rubíes y zafiros. Y sin embargo, las tres cuartas partes de sus 24 millones de habitantes viven abrumados bajo la extrema pobreza.

Entre ambos hechos media un gigantesco latrocinio, el de un expolio imperialista -a través de las multinacionales mineras occidentales- que lleva décadas apropiándose de las riquezas del país sin aportar a cambio más que guerras y regímenes corruptos y clientelares.
Siguiendo la senda de otros líderes africanos -como el de Ibrahim Traoré en Burkina Faso, que recientemente nacionalizó sus minas de oro- el gobierno de Malawi ha decidido cortar de cuajo con esta situación. El ejecutivo de Lazarus Chakwera, del Partido del Congreso de Malawi, ha prohibido indefinidamente la exportación de minerales y piedras preciosas, y ha dejado de emitir nuevas licencias extractivas mientras ordena una auditoría exhaustiva del sector minero y elabora una profunda reforma.
Una decisión que significa una bofetada a la impune actividad de las multinacionales extractivas, que venían apoderándose de las riquezas minerales del país pagando nimios impuestos. Malawi lleva años reclamando a estas empresas extranjeras que cumplan con la legalidad del país y que paguen miles de millones de dólares en impuestos y regalías. Hasta ahora sus reclamos han sido ignorados.

A la cabeza de estos gigantes mineros están, cómo no, corporaciones norteamericanas. Desde mediados de 2022, Malawi lleva exigiendo a la estadounidense Columbia Gem House más de 309.000 millones de dólares por los rubíes exportados desde el país durante los últimos 10 años. Hasta ahora, la multinacional había pagado la insultante cifra de… 600 dólares a las arcas públicas, frente a unos ingresos de 24.000 millones por su operación. La cantidad reclamada a la empresa norteamericana es 30 veces superior al PIB de Malawi.
La industria minera de Malawi, en manos de las multinacionales, apenas aportó el 3,5% del ingreso nacional de 2023, a pesar de que la minería es el principal motos de la economía de Malawi. Según en Banco Mundial, el sector podría generar hasta 30.000 millones de dólares en exportaciones entre 2026 y 2040 si aprovecha la demanda de «minerales verdes» como el grafito y el titanio. Unos ingresos que -de revertir en la economía del país- podrían invertirse en sanidad, educación, infraestructuras y bienestar, cambiando para siempre la faz de la nación africana, y emproándola hacia la senda de la autonomía y el propio desarrollo.