Once millones y medio es tan solo la suma de 38 ciudades. Pero, ¿Y el resto? ¿y en los pueblos de Castilla? ¿y en las aldeas gallegas? ¿y en las infinitas poblaciones andaluzas de menos de 50.000 habitantes? ¿Y en el resto de los archipiélagos canario y balear? ¿Cómo calcular los concejos asturianos o cántabros, las pedanías aragonesas, las poblaciones agrarias de Valencia?
Como un solo pueblo, como una sangre, la misma que una hora antes había sido enviada desde todos los rincones de España hasta los hospitales madrileño, todo el país salió a una a la calle porque en cada ciudad, aldea o pueblo habían matado a uno de los nuestros. Los andenes de la línea de tren de cercanías más concurrida de Madrid eran también los campos de cultivo de Murcia. Estamos a 2000 kilómetros, pero es como si hubiera pasado debajo de mi casa, decían en las concentraciones canarias.
El cielo de España lloraba aquella tarde, abundante en Castilla, sirimiri en Bilbao, orbayu en Asturias. Miles de nuevos españoles procedentes de todas las nacionalidades de Hispanoamérica, de los países árabes o del Este se fundieron también con sus conciudadanos en las concentraciones. Los nuestros han muerto juntos, tomamos juntos la calle, parecían decir.
En todas partes, pancartas contra el terrorismo, (de Al Qaeda o de ETA) y en solidaridad con las víctimas. En todas partes, también “todos somos madrileños”, “el pueblo unido jamás será vencido”, “no al terrorismo y no a la guerra”.
“Abajo los paraguas, arriba las manos”
Como una sola voz, la consigna recorría la manifestación de Madrid mientras miles de paraguas se cerraban y miles de manos se extendían en un gesto unánime para parar de una vez al terrorismo , como banderas blancas en el silencio de bares y tiendas cerradas, sólo roto por las consignas de los manifestantes.
Muchas de esas manos habían corrido a Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, los tres escenarios de la tragedia, con mantas para los heridos, y correrían también después con termos de café, comida y apoyo para los familiares de las víctimas que se agolpaban en los tanatorios.
Manos también de taxistas que habían cedido sus coches para transportar a los heridos de los hospitales, manos también de médicas y enfermeras, de bomberos trabajando sin descanso para socorrer a todos.
Manos de madrileños nacidos en Cataluña, hijos de emigrados de Andalucía o Extremadura, nietos de trabajadores de todos los rincones de Castilla, de madrileños vascos exiliados o descendientes de aquellos que una mañana salieron con navajas, tijeras, hoces y sartenes a hacer frente a las bayonetas francesas
Juan Tala dice:
Que tremendo, que entretenimiento sentimos cuando nos enteramos que había habido un tremendo atentado en la trenes de cercanoas!!
Recuerdo que como en 2 horas, me llamó un amigo italiano que estaba trabajando en Londres diciéndome que Alcaeda nos s había atacado……Yo le dije que aquí, el gobierno nos había dicho a los españoles que había sido ETA…….DE NUEVO, LA DERECHA JUGANDO CON LOS MUERTOS!!…pensé y seguimos compungidos….horror!!