Entrevista a Javier Aguirresarobe

Luz y sombra en The Road

Javier Aguirresarobe es un «maestro de la luz»; artí­fice de las luces y sombras de la última pelí­cula de John Hillcoat, «The Road», protagonizada por Viggo Mortensen. Apartarla es, seguramente, el mayor error de los Oscars.

Director de fotografía de elículas como “Días contados”, “Los fantasmas de Goya”, “Hable con ella”, “Mar adentro”, “La niña de tus ojos”, “Los otros”, “La Saga Crepúsculo” o “Vicky Cristina Barcelona”, Javier Aguirresarobe representa, sin duda, lo mejor de nuestro cine. Se ha dicho sobre su trabajo que es “una mirada no conformista sobre la realidad […] le cuesta mucho aceptar las apariencias de las cosas”… la búsqueda de la esencia o de la verdad de las cosas. ¿Cómo entiende usted el papel de la luz, de la fotografía en este sentido? Creo que en ocasiones nos ponemos trascendentes cuando hablamos de nuestro trabajo. A mi me gusta partir de la realidad. Reflejar su lado poético, o su lado trágico, de acuerdo con la historia que tenemos que contar. E incluso su lado más anodino. Me gusta que esté presente la verdad de lo que nos rodea y a partir de esa verdad intentar dar una vuelta de tuerca si con eso ayudamos a que la historia sea mas expresiva, más intensa, más emotiva. En una entrevista con Vittorio Storaro, nos hablaba de Caravaggio como un “maestro de la luz” fundamental para enfrentarse a la verdad de lo que se quiere pintar, o retratar… ¿cuáles han sido sus influencias? La pintura clásica ayuda muchísimo a clarificar conceptos de luz y composición. Caravaggio, en concreto, es uno de los maestros a tener en cuenta. Aunque creo que nuestro fondo de influencias se nutre de los elementos más insospechados. En el capítulo de un libro que te abre la imaginación, en la propia calle, en los espacios de luz que ofrece la naturaleza, en lugares en los que descubres algo diferente e intenso…También nos sentimos influenciados por lo que hacen los demás. Por los nuevos hábitos, por las nuevas técnicas. La complejidad de “The Road” es obvia: un escenario “post-nuclear” descrito por la obra de McCarthy como un continuo baño de ceniza, ¿cómo encontró el código adecuado?, ¿ha tenido algún referente gráfico o ha tenido que construirlo desde la novela? Antes de iniciar esta aventura visual, tuve la oportunidad de ver imágenes que reflejaban el deterioro de la tierra, cataclismos, destrucción, etc. Pero, estas fotografías, cientos que pasaron por mis manos, no alcanzaban la intensidad de lo que el libro nos contaba con sus minuciosas descripciones. Así que fue como el texto de Cormac MacCarthy comprometió todos nuestros pasos. Tanto los de John Hillcoat, como los míos. La novela nos obligaba a recrear ese mundo apocalíptico, siguiendo sus pautas descriptivas. Verdaderamente uno sale del cine envuelto por esa atmósfera, angustiado aunque esperanzado. Es de suponer que al no ser una película de grandes diálogos, el peso sobre la fotografía es mucho mayor, ¿no?, la responsabilidad de expresar lo que pasa y cómo se siente cada personaje. Es cierto. Los ojos del espectador se pasean por los silencios de la película. Eso hace que la fotografía sea un protagonista más. Yo siempre digo que nuestro trabajo debe pasar desapercibido. Y ya ves, en este caso la presencia visual tiene mucha importancia. Mucha más de la que yo suponía. Siempre he intentado, a cambio de ese protagonismo, seguir la historia con una enorme coherencia. Seguir el código de una posible realidad soñada para esos momentos trágicos. Nunca hay sol, no existe el verde, todo va muriéndose a nuestro alrededor y el gris expresa el camino hacia ningún futuro. John Hillcoat habla del valor de una historia de amor que es más fuerte que el mismo Apocalipsis, ¿se ha buscado conscientemente reflejar el contraste entre esta desbordante energía, ese código de principios, reflejado en cómo los protagonistas se consideran “los buenos”, los “portadores de la llama” o el hecho de que se nieguen a causar daño a otro ser humano para sobrevivir, frente al caos en el que se ha sumido al mundo, el orden que ha convertido a los hombres en bandas fascistas de caníbales? La potencia de la historia de “The road” estriba en esa complicidad entre el padre y el hijo. Y en su diferente punto de vista ante la tremenda realidad que les envuelve. Y en ese amor, en medio de una locura colectiva que intenta sobrevivir sin entender de códigos, ni leyes. Es una historia preciosa que queda ahí, como en el libro de Cormac MacCarthy. Sin concesiones, sin variantes que la puedan hacer más digerible o más comercial. No lo tengo que decir yo; pero, creo que es una película valiente para los tiempos que corren. Y entendí la historia de este autor con todas las consecuencias cuando apareció por el rodaje con su hijo de once años. Ahí entendí parte de las claves de su inspiración. ¿Cómo se llega a armonizar su criterio, con el del director, con el del autor de la obra? Cuando me entrevisté con Hillcoat, antes de mi contratación, ya deduje que quería hacer la película siguiendo a pie juntillas el realismo trágico que desprende la novela. Entendí su enorme preocupación por visualizar aquello tan bien descrito. Y así fue ya siempre. En la preparación y en cada plano que rodábamos. Pocas películas han pasado por mis manos en las que he tenido tan claro lo que debía hacer. Muchas veces el problema era el “cómo” hacerlo. Tuve suerte con mi equipo empezando por John. El director de arte, la responsable de vestuario y más gente, siempre entregada a “la causa”, sin vacilaciones. Por otra parte, sé que J. H. se comunicaba habitualmente con el autor de “The road” al que tenía al corriente de los pequeños cambios que se hicieron durante el rodaje. Siendo uno de sus trabajos más elogiados… ¿cree que tiene que ver que la película haya sido apartada de las nominaciones a los Oscar, con que sea el reflejo de una realidad que está ahí pero cuesta o no interesa enfrentar (si seguimos por aquí ¿a dónde vamos a ir a parar?)? Un poco de todo. La película ha pasado en USA por unos circuitos muy restringidos. En Inglaterra, ha tenido más éxito de público. No conozco las cifras en España, aunque creo que no ha pasado desapercibida. De todas formas, creo que es una película que choca con lo que quiere ver el espectador actual. Es una película de las duras, no más que otras en las que la violencia prima mucha de sus secuencias. Pero, en este caso, parece que duele más verla. Nos impacta lo que vemos en pantalla. Hay verdad en ella y eso nos hace reflexionar en la tristeza. Por otra parte, el mundo de los Oscar sigue un camino muy diferente. Priman las grandes producciones, los éxitos de taquilla o aquellas películas que han sobresalido y son digeribles por el gran público. El éxito de la película atrae la atención de los técnicos que la han hecho posible. No ha sido el caso de “The road”. Nos queda el consuelo de que esta película resista al tiempo. Y se siga viendo como un esfuerzo de cine realista en la ficción de los primeros años del siglo XXI.

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