El ex-jefe de personal israelí, el general Hayem Laskoff, describió la política de su país en relación al continente africano de la siguiente manera, «El éxito de Israel en desarrollar sus relaciones con Estados del oeste de África -especialmente con los que están situados al sur de la región del gran Sahara que bordea los Estados árabes africanos- supondrá importantes beneficios económicos para nuestro país, beneficios que harán que se supere su debilidad estratégica en otras áreas a causa del cerrado grupo de Estados árabes que lo rodean, y llegar así al corazón de la espalda árabe en un lugar en el que los árabes no se lo esperan»…una política en la que el papel de Israel se hace cada vez más evidente especialmente tras el descubrimiento de recursos naturales como petróleo y uranio.
Los sucesivos gobiernos israelíes durante las últimas decadas, Sudán o en la rovincia sudanesa de Darfur, ha sido una de las piezas claves de su estrategia para obtener un punto de apoyo en la región. La provincia de Darfur es de vital importancia para la agenda y los planes israelí-estadounidenses. Geográficamente Darfur está situada al lado de una gran balsa de reservas petrolíferas que se extiende desde la provincia sudanesa de Bahr Al-Ghazal a través de Chad, Níger, Mauritania, Malí y Camerún. Por lo tanto, ambos países consideran que tomar el control es vital para ellos debido a que es una de las zonas más ricas en petróleo del mundo, que todavía no ha sido explotada debidos a los conflictos y guerras que ellos mismos se encargan de estimular y financiar, enmascarando su actividad como agentes de salvación, desarrollo y cooperación en Sudán durante los últimos veinte años. Establecer un Estado independiente en Sudán occidental bajo el liderazgo de la tribu Az-Ghawi que dirige la insurgencia en la provincia, establecer una base militar tecnológicamente avanzada bajo una vigilancia común estadounidense-británica-israelí con el objetivo de controlar la situación de seguridad y las interacciones políticas en Egipto, Sudán, Libia, los Estados africanos y el Mar Rojo. Son uno de los objetivos finales del consorcio imperialista yanqui-israelí.Este plan aparece reflejado en un informe sobre Sudán aprobado por el Congreso estadounidense en 2000 como base para la estrategia estadounidense en el Continente Negro, y para llevarlo a cabo los insurgentes de Darfur, en coordinación con la inteligencia estadounidense y el Mossad israelí, en el que pretendían y lo han conseguido, desestabilizar la provincia provocando el caos y el terror en ella. También se refleja como pretende suscitar el apoyo internacional para desplegar fuerzas internacionales en la provincia con el objetivo de convertirse en una base para obtener el control total sobre el Cuerno de África, lo que coincide con su estrategia de controlar los recursos petrolíferos de la zona.