La trama del desarme "internacional" de ETA

Los verificadores de la nada

La escena hubiera sido de vodevil, de no ser por todo el sufrimiento que hay detrás. Una autodenominada Comisión Internacional de Verificadores (CIV) leí­a, en una multitudinaria rueda de prensa, el inventario de las armas que según la banda terrorista ETA habí­an dejado inutilizadas. De acuerdo a las informaciones publicadas, el breve comunicado apenas sí­ ocupaba un folio y medio. Si de lo que se trataba era de enumerar la ridí­cula cantidad de armas supuestamente inutilizadas, hubiera bastado con menos de una lí­nea y media: cuatro armas de fuego, un puñado de balas y unos kilos de explosivos. Eso es todo lo que ETA considera un «gesto» suficiente de su compromiso de no volver a usar las armas.

Una burla al pueblo vasco –y, por extensión, a todo el pueblo español– y un auténtico escarnio para las víctimas. Y que fue respondida por una de sus organizaciones –Covite, Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco– presentando una denuncia ante la Audiencia Nacional en la que solicitaban que los verificadores declararan como testigos para identificar a los etarras con los que se habían entrevistado. «Una burla al pueblo vasco –y, por extensión, a todo el pueblo español– y un auténtico escarnio para las víctimas»

Para dar más vuelo a la pantomima, un vídeo reproducido por la BBC británica mostraba cómo dos encapuchados entregaban armas y munición a dos de los “verificadores” en una sala donde aparecían una copia del Guernica de Picasso y el anagrama de ETA.

Pero en el colmo del esperpento, los verificadores confirmaban ante el juez de la Audiencia Nacional que lo único que saben es que ETA les dijo que las armas estaban inutilizadas, metiéndolas a continuación en una caja de cartón y llevándoselas. Entonces, ¿qué clase de verificación es la que dicen que están haciendo?

La derrota de los asesinos de ETA –y de sus padrinos políticos de la línea nazifascista de los Arzallus e Ibarretxe– a manos del pueblo y de la legalidad democrática, ha costado demasiados sufrimientos y esfuerzos como para aceptar cualquier otra cosa que no sea el anuncio de la disolución de la banda, la entrega de todas las armas, la petición de perdón por el daño causado y la colaboración con la justicia para resolver los casos pendientes. Sólo sobre estas bases mínimas, la sociedad española estará dispuesta a empezar a hablar de una salida individualizada de los presos para su reinserción en la sociedad vasca. Y para esto no hay ninguna necesidad de verificadores extranjeros. Después de décadas de luchar contra el terror, los españoles nos bastamos y nos sobramos para poner las condiciones.

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